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Liderazgo

Premonitoriamente hace una semana cerrábamos el espacio de esta columna con un comentario de mi anfitrión y conductor de “Coffee-Break” Dany Saltzman acerca del tema de los liderazgos. Que él asoció con mi reflexión acerca de lo que significan Purim y Pesaj este año 2024 (5784) cuando hoy se están cumpliendo 180 días desde aquel trágico 7 de octubre y este Shabat se habrán cumplido veintiséis semanas. La noche del primer Seder serán ciento noventa y nueve los días y veintiocho las semanas. Al día siguiente iniciaremos la cuenta del Omer y los números de uno y otro conteo quedarán superpuestos. Tal vez sea iluso pensarlo hoy tal como está planteada la coyuntura, pero sería bueno que para Shavuot los rehenes estén de vuelta en Israel y entonces dejemos de contar. La libertad y La Ley, que el calendario separa siete semanas, se habrán unificado en un solo día. Sería un año para recordar. Ojalá.

El paso del tiempo nos da perspectiva y profundidad histórica. Seis meses no han pasado en vano. De los propósitos iniciales a la realidad de hoy hay distancias insalvables y vidas irrecuperables. De la parálisis oficial del gobierno de los primeros días y semanas al statu-quo de hoy se ha instalado, por detrás de la unidad en el frente, un hastío generalizado ante la impotencia por cumplir los dos objetivos iniciales: rescatar a los rehenes y destruir Hamás. El hastío, el desaliento, y la frustración no surgen de la incompetencia militar (errores y víctimas colaterales aparte, inevitables en cualquier guerra, la gestión de las FDI ha sido profesional y laboriosamente exitosa), sino de la carencia de propuestas. Las consideraciones electorales que muchos se han negado a ver, y todavía se niegan, hacen un uso perverso de la guerra para su agenda política. “Cuando termine la guerra” es la muletilla de muchos cuando en realidad esta guerra y sus consecuencias se prolongará años y dejará consecuencias todavía impensadas.

Netanyahu está la mira, en el ojo de la tormenta. Aun así, y ese es su perverso mérito, se mantiene firme en el timón. En algún momento usé la metáfora de “la tormenta perfecta” tal como la describe la película del mismo nombre (Wofang Petersen, 2000) en la que el capitán se mantiene en el timón hasta el desastre final. Sólo espero que no sea ese el destino de Israel. Como por arte de magia han desaparecido de los titulares líderes como Gantz y Eisenkot que se habían sumado al Gobierno (ellos y sus votos en la Kneset) para manejar la guerra; Lapid predica desde la soledad del estrado como líder oficial de la Oposición pero nadie lo imagina dirigiendo el país. Arribistas como Gideon Sa’ar buscan posicionarse. El resto, los que no dirigen la guerra, se ocupan de la política interna: presupuestos para asentamientos y ieshivot, represión de los manifestantes, amenaza de provocaciones durante Ramadán.

Se han juntado en una sola causa los familiares de los rehenes reclamando su regreso y los manifestantes de todas las horas contra el gobierno de Netanyahu: la reforma judicial ya no está sobre la mesa, pero el gobierno sigue intacto. Nadie ha pagado el precio del desastre del 7 de octubre. Se habla de nuevos liderazgos que surgen de los movimientos civiles. Desde aquí no se visualizan esos nuevos líderes espontáneos. Siempre he tenido dudas sobre líderes iluminados, intelectuales, empresarios, que incursionan en la política para salvarla de los políticos. La política la hacen los políticos: es una carrera, exige dedicación, praxis, pragmatismo, y visión de largo plazo. Israel y el pueblo judío tienen emprendedores e intelectuales de sobra para entender lo que sucede, pero no para gobernar. Todo el mundo refiere a Gantz, pero yo no lo veo: ni en la escena ni mucho menos en el poder.

Cuando empezó todo esto en octubre pasado la politóloga Dr. Einat Wilf no se cansó de postear @X acerca del mecanismo constitucional de cambiar de Primer Ministro sin ir a elecciones, tal como hizo Inglaterra en vísperas de la 2ª Guerra Mundial con Chamberlain y Churchill. El candidato cantado era Gantz. No sucedió. Gantz, patriota, volvió a jugarse su reputación poniendo su experiencia al servicio de Israel, pero una vez más Bibi se lo fagocitó.

Hoy, hablar de elecciones es perpetuar aún más la pesadilla, tal como sostiene Netanyahu aunque pensando sólo en sus intereses. Aun así, parece imprescindible algún mecanismo que haga caer el gobierno, habilite el gobierno de transición con Netanyahu renunciado, y que tramite en forma urgente algún tipo de compromiso que traiga un poco de paz  para todos, y esperar que en una nueva elección se cumpla lo que todos pregonan: la caída definitiva de Netanyahu como líder del Likud, un Likud más chico pero más afín al centro, y un futuro gobierno de centro-derecha que esté en condiciones de asumir los desafíos del “día después”, que para el actual gobierno no existe.

De modo que sí. Tal como propuso Dany Saltzman hace una semana, este Pesaj, además de leer la Hagadá, el tema central será acerca de liderazgos. No faltarán las plagas ni la amargura ni las preguntas (¿podremos contestarlas?) ni los hijos presentes o ausentes ni la esperada llegada el profeta Eliahu ni el deseo del año próximo en Ierushalaim. La gran pregunta este Pesaj será quién nos conducirá a ese nuevo estado de liberación. Como dije la semana pasada, el esfuerzo es colectivo pero aunque no figure en el relato, sabemos que se precisa un líder.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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