¿Fin de la era Boris Johnson en Gran Bretaña?

Por Ricardo López Göttig

Acorralado por haber violado sus propias normas y protocolos sobre el Covid-19, con una fiesta de cumpleaños en Downing Street, el primer ministro británico Boris Johnson enfrentará hoy por la tarde un voto de no confianza de su propio bloque parlamentario. Esta mecánica, por la cual los diputados del propio Partido Conservador pueden desplazar al líder de su formación política, ya fue utilizada en el pasado reciente, para remover a Margaret Thatcher y TheresaMay. El también tory John Major compareció ante un voto no confianza, del que salió airoso en 1995, pero perdió luego los comicios generales de 1997 frente al laborista Tony Blair.

El líder del partido mayoritario en el parlamento británico es el primer ministro, designado por la Jefa de Estado; cuando el partido gobernante observa la caída de popularidad de su jefe de gobierno y teme, en consecuencia, perder las próximas elecciones, se pone en busca de un nuevo líder que le asegure la victoria. Un mecanismo de supervivencia, implacable, pero que le ha asegurado estabilidad institucional al Reino Unido durante varios siglos.
Si de los 359 diputados conservadores, hay 180 que votan negativo por él, deberán establecer una nueva fecha para elegir al sucesor, una elección interna para la cual –todavía- no hay anotados formalmente. Si el primer ministro en funciones lograra superar este escollo, no podría someterse su liderazgo a este tipo de censura por un año más, y Boris Johnson podría permanecer hasta 2024, cumpliendo su quinquenio. No obstante, sus antecesores que debieron sortear este tipo de cuestionamientos internos, quedaron debilitados en los meses siguientes.

¿Fin de la era Boris, la de quien hizo de la irreverencia una marca política distintiva? Su osadía aventurera y rápidos cambios de opinión –en torno al Brexit, por ejemplo-, lo catapultaron a los primeros planos de la política británica ya como alcalde de Londres, pero las consecuencias económicas del Covid-19 y la inflación, así como de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, han provocado el descontento ante un primer ministro que celebró fiestas en Downing Street en plena cuarentena. El partygate, como se lo conoce en Gran Bretaña, parece ser una cuestión seria en las orillas del Támesis.