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Es hora de abolir el segundo día de la diáspora

Los judíos siempre entendimos que lo que es de D.S es de D.S y lo que es del hombre es ” responsabilidad” del hombre.

La ley Judía ( Halajá) es una construcción humana del camino establecido a partir de múltiples discusiones e incluso discrepancias para el cumplimiento efectivo de los preceptos recibidos en el Sinaí, e interpretados de generación en generación.

La Halajá, como cualquier jurisprudencia, sostiene su fortaleza y vigencia en encontrar respuestas a fenómenos de su época, basándose en la jurisprudencia precedente y respetando los principios rectores que la sustentan.

Los ejemplos a través de la historia son tantos como la larga travesía de nuestro pueblo por las diversas circunstancias y geografías. Solo para ilustrar se podría mencionar el decreto de Rabenu Guershon,  que decreta la prohibición de la poligamia (a algunos les gustaría revisarlo!!l) o el Prosbúl, una forma legal de resolver los préstamos y deudas en la cercanía del año de jubileo y así se podrían incorporar decenas de takanot (decretos) y halajot, legislaciones.

Nadie con cierta conciencia de la realidad podría desconocer la revolución que ha significado la aparición de la era industrial y actualmente la robótica, la informática, los satélites y todos los fenómenos contemporáneos. Hay institutos que se dedican con gran éxito a estudiar y aplicar la Halajá a las nuevas realidades. Así por ejemplo para hacerlo gráfico,  el ascensor de Shabat, los dispositivos que encienden y apagan luces y aparatos sin intervención humana en Shabat y festividades, etc.

No hay área de la vida judía que no tenga respuestas halájicas de como conducirse de manera concreta, correcta y práctica.

Dicho lo anterior es hora de abordar con seriedad y honestidad intelectual el “Yom Tov Sheini Shel galuyot”, el segundo día de las festividades en la diáspora.

Vayamos a su origen no bíblico. En la antigüedad (la época del santuario de Jerusalem) el calendario aún era motivo de preocupación, pues no existía la exactitud que luego surgió. La fijación de las festividades indicadas en la Toráh se establecían a partir de la observación y santificación de la luna nueva. Al producirse la misma y su consagración se encendía una fogata que era la forma de informar el acontecimiento. Al ser un medio rudimentario y potencialmente lento en la comunicación con las ciudades distantes los sabios establecieron para asegurarse la observancia de las festividades,  el segundo día de las mismas en la diáspora. La ley fue incorporada y persistió incluso cuando el calendario se fijó con total exactitud, en este caso como una señal más del estado de exilio, duelo y añoranza por el retorno a Sión.

El regreso del pueblo judío a la naturalidad de su tierra hace 75 años, luego de un doloroso exilio de 2000 años, significa el cumplimiento de las profecías bíblicas y como señalaron nuestros Rabinos el inicio de nuestro renacimiento y redención.

Con el surgimiento del Estado judío independiente en su tierra, la observancia del segundo día desapareció volviendo a lo prescrito por la Toráh. Este cambio se definió solo para los habitantes de la tierra de Israel, tal vez en el temor de la fragilidad y temporalidad del mismo.

Mencionado lo anterior, se mantuvo en la diáspora, para algunos como un recordatorio de la misma y para otros como la expresión que el tercer Estado judío sólo es legítimo cuando llegue el Mesías o la era Mesiánica. Sí, aunque usted no lo crea, hay judíos que incluso luego de la Shoá y las calamidades vividas en la historia niegan la legitimidad de un Estado Judío previo a la era Mesiánica. Qué le podemos pedir entonces a no judíos que cuestionan esa legitimidad. No me quiero desviar, pero también eso debería ser pensando, e incluso sancionado por la Halajá que tiene categorías para traidores y entregadores. Claro, no son tan excepcionales y ese es un grave problema.

Volviendo al Yom Tov Sheini, el mismo es hoy un absoluto contrasentido que solo lleva a la confusión y mayor trasgresión. Muchos judíos de la diáspora no entienden por qué ellos tienen un segundo día cuando sus familiares o amigos en Israel, festejan solo uno. Tampoco porqué leemos en ciertos momentos Parashiot (lecturas de la Toràh de shabat) distintas por el desface que se produce.

A la dificultad de vivir en sociedades donde los judíos somos minorías y por lo tanto nuestros días de descanso “Shabat” y festividades son días laborables para la mayoría, aparece un segundo día de la diáspora que solo agrega la excusa que como son muchos, me es imposible su observancia, y entonces no cumplo ninguno.

Si la ley se cumpliera como corresponde muchos no tendrían esa excusa y podrían cuidar adecuadamente los días festivos.

Usted dirá y con razón, que los judíos del mundo de la Toráh nunca se plantearon ese inconveniente y dejaron de cumplir. En tal sentido dos aspectos entre muchos que pueden y deben ser señalados. Aunque la ortodoxia tiene gran visibilidad sigue siendo una minoría en la demografía judía. Al judío observante de la diáspora, que es honesto intelectualmente y en su vivencia, le encanta tener otro día de Yom Tov ( de festividad) pero no le cambia demasiado. Su vida pasa por su sinagoga diaria tres veces al día para sus plegarias, sus horas de estudio y deleite. Claro en el segundo día de la festividad en la diáspora sin nada que lo interfiera. Vale recordar que sus hermanos ortodoxos en Israel ya están en un día de trabajo, lo mismo que el domingo.

Para el judío secular (o menos observante), se trata de dos feriados de la agenda escolar que tienen sus hijos que van a la escuela judía, incluyendo sus docentes.  ¿Que hacen?  ir al shopping, descansar o  cualquier cosa que nada tiene que ver con la festividad y menos su observancia. Si por lo menos esas escuelas, establecieran clases en el segundo día con actividades especiales y contenidos de la festividad y les dieran alguna vivencia ya sería un gran avance.

En Israel los movimientos no religiosos encontraron como volver a los aspectos agrícolas de las festividades y las recrean de manera bellísima.

Ya dijo el Rab Kook, primer gran rabino de Israel, “lo antiguo se renovará y lo nuevo se santificará”. Revitalizar la vida judía fuera de Israel requiere coraje y creatividad. Muchos judíos se pierden en la ignorancia, la apatía o en una propuesta que les parece distante de su época y vivencia cotidiana.

Dejar que los desafíos humanos los resuelva D.S nunca ha sido la conducta judía. De hecho fuimos los hombres los que establecimos el segundo día de la diáspora y corresponde que seamos quienes tengamos la capacidad de abolirlo. La excusa de que no estamos a la altura de los gigantes que fueron nuestros antecesores para poder tomar acción es evadir la responsabilidad histórica y mantener un status quo anacrónico pernicioso y absurdo.

No todo tiempo pasado fue mejor, y no todo lo que fue bueno para una circunstancia y necesidad puntual debe serlo para siempre. De hecho, este tiempo es mucho mejor, tenemos un floreciente Estado judío independiente donde la vida judía a vuelto a desarrollarse con creatividad en academias talmúdicas y decenas de instituciones nacionales de todos los colores.

Es responsabilidad de los líderes religiosos ortodoxos, a quienes les preocupa el destino de la diáspora judía tener el coraje de analizar con amplitud y unificar la celebración de nuestras festividades según el modelo de la práctica Israelí, que rescató, según la Halajá misma, la celebración de nuestras fiestas en su versión original-sin duplicaciones demandadas por la coyuntura de una época. Retornar a nuestro ser primigenio, y, con eso, unificar a todo nuestro pueblo-Israel y diáspora. Claro para eso hay que salir de las cuatro paredes de la sinagoga y mirar la realidad y la Halajá tal cual es.

 

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