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El Moisés de las Américas

Se cumplieron 126 años de la muerte del Barón Mauricio de Hirsch.
Nació el 9 de diciembre de 1831 en Munich, Alemania. Heredero de una fortuna de su abuelo Jacobo (primer agricultor judío de Baviera) y de su padre, el Barón José de Hirsch. Su educación comenzó en su ciudad natal y luego en Bruselas (Bélgica). En sus estudios no faltó la formación en hebreo y religión.
Su inteligencia y extraordinaria destreza para las actividades financieras lo convierten desde muy joven en un destacado empresario.
A los 24 años contrae enlace con Clara Bischofsheim, heredera de una de las fortunas de los banqueros más importantes de Bélgica.
Su fortuna aumentó gracias a su condición de financista, construyendo líneas férreas en Austria, Rusia, Turquía y Los Balcanes y dedicándose a la industria del azúcar y del cobre.
Donó considerables fortunas a la Alliance Israelita Universalle, construyó Escuelas en Galitzia y Bucovina.
Funda en Norteamérica el “Fondo Barón Hirsch” y en Canadá el “Canadian Barón Hirsch Fond”, para afianzar en esos países a la comunidad judía.
Le interesaba prestar toda clase de asistencia a quienes la necesitaban, pero por sobre todo, lo que más le preocupaba era ubicar en algún país libre a las masas judías de Rusia, Rumanía y otros países cuyos gobiernos los perseguía física y moralmente.
El Barón de Hirsch confiaba en la capacidad laboriosa de sus hermanos, sabía que en ellos había suficientes reservas morales para convertirse en trabajo fecundo. Procuró suministrarles los medios para ello y se entregó plenamente a esa obra de ayuda después de la muerte de su hijo Lucien, con la creación de la “Jewish Colonization Association “, cuya mayor acción se desarrolló en la Argentina.
Muere en 1896 sin haber concretado su viaje de conocer las colonias patrocinadas, pero la enorme fortuna destinada para el proyecto de colonización agrícola y urbana, continuó por mas de 7 décadas. Sus restos descansan en el cementerio de Montmartre (Francia) en el panteón familiar.
“En el bajel los inmigrantes
Esto cantaban al llegar:
El mar era una sola
promesa azul: ¡Allá!
Y pasaban los vientos señalando
las distancias del mar;
hasta que al fin gritamos: ¡Buenos Aires!
¡Buenos Aires sin par!
Míranos tiernos ya de llanto
Míranos dulces de esperar,
hoy que nos ves llegar;
Entrar queremos en tu tierra
como este río entra en el mar.
Jamás seremos turbio fango;
fango de triste humanidad.
Queremos ser aguas azules
y espumas ver saltar.
Y Buenos Aires les responde:
– Oíd, oíd los que llegáis.
Por la verdad con que los faros
riegan el mar,
hogar ofrezco, amor ofrezco,
no solo pan;
y por los campos de la patria,
sol de Justicia y Libertad.”
(Amor ofrezco, no solo Pan, versos escritos por Arturo Capdevila en 1942, dedicado a los inmigrantes)
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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