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Irak, el país de la tragedia: Treinta años después de la Guerra del Golfo

En febrero de 1991, finalizaba la llamada “Guerra del Golfo”. Estados Unidos al frente de una coalición de países, se embarcó en una operación militar a gran escala, para librar el emirato de Kuwait ocupado por Irak.

La guerra duró menos de un mes, con la completa derrota de Irak. El embargo internacional, llevó al país a la miseria. En marzo de 2003, por intereses geopolíticos y energéticos, Estados Unidos bajo la falsa acusación que Irak producía armas de destrucción masiva fue invadido. El régimen siniestro de Saddam Hussein se esfumó y el país se hundió en el caos. Desde hace tres décadas el país vive en la inestabilidad política y azotado por una constante violencia.

Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina.

Irak invento colonial británico.

La historia de Irak, está marcada por el drama. Nacido como consecuencia del desmembramiento del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial. Irak fue ocupado por Gran Bretaña durante la I Guerra Mundial. En aquel entonces eran tres wilayatos o provincias del citado imperio, que mucho no tenían que ver uno con otro. Los británicos inventaron por decirlo de alguna manera, un Estado, liderado por Faisal Ibn Hussein, de la familia de los hachemitas, jerifes de la Meca, uno de los grandes líderes de la rebelión árabe conjuntamente con el coronel inglés Thomas Edward Lawrence, más conocido como “Lawrence de Arabia”.

En 1921 Faisal fue proclamado rey. En 1932, Irak pasó a ser teóricamente un estado soberano ingresando a la Sociedad de las Naciones, pero siempre bajo tutela británica. Las tensiones nacionalistas se harían sentir en plena Segunda Guerra Mundial, la intentona nacionalista fue abortada por los británicos – dado que esta era promovida por los alemanes – pero dejó su huella, especialmente en el ejército.

Este finalmente dio un golpe de estado en 1958, donde Faisal II y su tío Abadía, ex regente, fueron asesinados, instigado por el general Abdul Carim Qassim. En 1963, este general será asesinado y el partido Baas (partido socialista de la resurrección árabe), tomará las riendas. Este partido, nacionalista, laico, panarábista y de izquierdas, controlará los destinos de Irak hasta 2003.

El partido BAAS se hace con el poder y el ascenso de Saddam Hussein.

En 1968, un nuevo golpe consolida el poder del Baas, en manos del general general Ahmed Hassan Al-Bakr, quien cederá el poder a Saddam Hussein Abd Al-Majid Al-Tikriti en 1979 (conocido como Saddam Hussein). Este líder, de origen civil – que le gustaba vestirse como comandante militar – lideró un régimen dictatorial despiadado, responsable de innumerables crímenes, que va desde la desaparición y tortura de millares de opositores o sospechosos de serlo, hasta la limpieza étnica de miles de kurdos.

La represión indiscriminada, oscureció totalmente un régimen que tuvo éxitos derivados de los años 70, en materia de educación obligatoria, emancipación de la mujer y la separación de la religión y el Estado, logros que no tenían sentido en un clima de terror. La caída de la Unión Soviética, dejó a Irak sin un aliado clave y llevó al régimen a un callejón sin salida.

Irak, donde estaban aglutinados etnias y confesiones distintas, era consecuencia de un diseño político neocolonial. Su unidad se mantuvo durante años al régimen de mano de hierro del Baas. Los kurdos sufrieron una represión atroz, con armas químicas, a ello se unió un verdadero estado policial, con un culto al líder desmesurado. Peón de intereses occidentales, Bagdad se lanzó la guerra contra Irán de ocho largos años.

Luego vino la invasión de Kuwait en 1990, donde Irak sufrió una derrota desastrosa, y le son impuestas duras sanciones que condenaron a millones de iraquíes a vivir en una situación muy complicada.

Un país con un índice de pobreza menor del 10% pasó a vivir un drama humanitario. El régimen se mantuvo con toda su severidad, pero por la imposición de las llamadas “zonas de exclusión aérea”, en el norte, los kurdos lentamente ganaron poder y en el sur, luego de la salvaje represión a la rebelión de árabes de fe chiita, en 1991. Esto generaría odios irreconciliables, que explotarían en 2003.

El vecino Irán organizará la resistencia chiíta, gracias a la actividad de su eficaz sistema de inteligencia. Las maniobras desestabilizadoras durante el control de Estados Unidos en Irak, sin ninguna duda, impidieron que Bush se animara a un ataque a escala a Irán.

El régimen de Saddam Hussein, luego de años de socialismo y laicismo, tuvo una serie de cambios, una suerte de “islamización” siempre en manos de la elite sunnita y el monopolio del poder del partido Baas. Fueron adoptadas medidas, que tendrían consecuencias después del 2003. La necesidad de una base social, llevó al régimen de dar poder a jefes tribales, corrompidos por el contrabando por el embargo internacional. La campaña de islamización, en un intento de dar cierta ideología para justificar al régimen en su enfrentamiento con Occidente, sentó las bases para la infiltración salafista.

El régimen quedó aislado internacionalmente, unido a un distanciamiento de la población, que no veía la hora, especialmente para la mayoría chiita y los kurdos, de sacarse de encima al dictador y su clan familiar.

Estas divisiones, fueron explotadas o por lo menos hubo intentos, para buscar apoyo para derrocar al régimen por parte de Estados Unidos y la llamada “Coalición de los Dispuestos”.

La coalición de los “Dispuestos” Irak de la dictadura al caos.

La invasión a Irak, alarmó al régimen de Damasco, que también estaba en la mira de los halcones de la Casa Blanca, y comenzó su trabajo fino, para desestabilizar, y ganar tiempo a su favor. La escalada verbal del régimen de Saddam Hussein, que no negaba la existencia de armas de destrucción masiva – cuando ya sus fábricas eran solo un recuerdo – no ayudo en nada y sirvió para justificar la invasión. Estados Unidos tuvo momentos de extrema tensión con aliados tradicionales de la OTAN, como Francia. Rusia y China criticaron, pero poco y nada hicieron por el desdichado Irak. Su suerte estaba echada. Las fuerzas iraquíes poco y nada pudieron hacer ante los invasores. Miles de combatientes terminarían en la llamada “resistencia” que englobaría milicias y grupos terroristas, donde al Qaeda, tuvo fuerte influencia.

Los invasores, crearon una Autoridad provisional, liderada por Paul Bremer. Un verdadero protectorado. Las instituciones de Irak se esfumaron y vino el caos, que en poco tiempo se transformó en negocio rentable. Los aliados que invadieron el pais se beneficiaron con contratos de diverso tipo.

Un ejemplo, Hungría que tenia fuerzas desplegadas, ganó el contrato para reparar y recuperar cientos de tanques del ex ejército iraquí, para ponerlos en servicio para las nuevas fuerzas armadas moldeadas por Estados Unidos. La falta crónica de soldados de ocupación, que degeneró que muchos reservistas de la Guardia Nacional de Estados Unidos, se les prolongara ilegalmente su “estadía” abrió las puertas para empresas militares, responsables de operaciones de seguridad, contraterrorismo, inteligencia y hasta de combate, además de protagonizar todo tipo de abusos.

El caos abrió las puertas para que los kurdos fueran un estado de facto, mantuvieran su propio ejército y una agenda política propia. Algo que Turquía le preocupa y mucho. Los sunnitas engrosaron milicias de todo tipo, tribales y de grupos salafistas. Asi Al Qaeda en Irak, sería una de las franquicias terroristas más importantes de la región. No solo para luchar contra Estados Unidos y sus aliados (que por la presión de sus públicos domésticos se fueron retirando), sino contra chiitas, facciones rivales y kurdos.

El mundo veía horrorizado decapitaciones de personas secuestradas, operaciones contrainsurgencia con un elevado índice de “daños colaterales”, eufemismo para hablar de civiles muertos y luego los horrores de Abu Graib, controlada por Estados Unidos. En 2005 son convocadas las primeras elecciones libres en medio de un clima de violencia generalizado en el país.

En 2006, el ex presidente Saddam Hussein, fue ejecutado luego de ser juzgado por crímenes de lesa humanidad. Un pesimo manejo de Estados Unidos en relación al Baas, permitió que muchos de sus partidarios por diversas razones terminaran en la insurgencia.

El “Nuevo Irak” era un gran negocio para contratistas militares, empresas petroleras, empresas de seguridad, pero un atolladero político. El gobierno de Irak se sostenía gracias al apoyo de Estados Unidos. La violencia intersectaria, imparable. Miles de millones de dólares gastados, vaya saber donde, que nunca repercutieron en recuperación de infraestructuras, sino en sostener un importante despliegue militar, que garantizaba de alguna manera, el control de recursos estratégicos.

En 2009, la violencia disminuyó, Estados Unidos había dado duros golpes al liderazgo terrorista local y las fuerzas iraquíes estaban en mejores condiciones de actuar. A ello se agregó una serie de acuerdos políticos, que luego quedaron rotos y abrió las puertas al infierno.

En 2011, el presidente Barack Obama cumpliendo su promesa de campaña electoral, replegó los últimos efectivos de Estados Unidos de Irak, dejando como saldo más de 4.000 muertos entre sus filas, un pais envuelto en el caos y con un nuevo desafío, nunca antes visto, la aparición del siniestro Estado Islámico, que buscaba llevar al Oriente Medio a la edad media, a través de prácticas genocidas.

Toleradas, por los países centrales y con complicidad de las “petromonarquias” del Golfo, en el marco de complejos intereses en pugna, que van desde cuestiones religiosas, la oposición a regímenes seculares o la expansión del ideario impulsado por el Irán teocrático, pero peligrosamente republicano. Los logros del Baas, previo a Saddam Hussein, en materia de desarrollo social y económico, quedaron en el pasado.

El primer ministro al Maliki, con su política sectaria, no hizo más que crear las condiciones para que la rama desprendida de Al Qaeda en Irak, el llamado “Estado Islámico de Irak y el Levante” creciera desmesuradamente.

El temor de la consolidación de Irán como potencia regional, la necesidad de tener a un Irak envuelto en el caos – para que sea dócil a intereses petroleros occidentales – llevó a que fuera tolerado, por no decir promovido el ascenso de lo que sería el ISIS/Daesh. Un estado endeble, con profundas divisiones tribales y religiosas, será incapaz de impedir la conquista de Mosul por parte de las fuerzas de ISIS (curiosa alianza de líderes tribales, ex miembros del BAAS y líderes militares del antiguo régimen de Hussein, además de elementos extremistas desprendidos de al Qaeda). Una larga noche se extendió al Norte, Oeste de Irak, y parte de Siria.

En Mosul los terroristas se apoderaron de US$ 450 millones del Banco de Irak, armamento del Ejército, que había huido, de pozos petroleros, utilizados para financiar 30.000 combatientes provenientes de noventa naciones. Este grupo fue tolerado por jefes tribales que veían cierto orden – basado en el terror – luego de años de caos tras la invasión de 2003. ISIS, se fue de las manos de quienes lo promovieron, y se transformó en un actor peligroso, con una agenda expansionista.

Millares murieron, millones huyeron de sus crímenes y la guerra, un rico patrimonio histórico milenario fue destruido por estos bandidos y muchos se llenaron los bolsillos vendiendo armas, comprando petróleo de contrabando, etc. El gobierno regional kurdo, con sus milicias fogueadas, se transformó en un actor clave.

La ayuda de Rusia y potencias occidentales, el plan de “salvataje” al gobierno iraquí, permitió una ofensiva a gran escala, que ha llevó al Estado Islámico a quedar reducido a zonas marginales de Irak y Siria.

Sus millares de combatientes, ahora regresan a sus países de origen, convirtiéndose en un serio problema de seguridad en muchos países, no solo de Europa, sino también en el Norte de África, y Asia. El costo de la destrucción del ISIS, arrasó con un país, ya arruinado por años de conflictos internos. La conquista de Mosul, dejó a la ciudad en ruinas. Ahora viene otro capítulo, la reconstrucción y el ascenso del poder kurdo.

Irak y el futuro.

En una reciente conferencia de reconstrucción de Irak, realizada en Kuwait, el primer ministro Haider al Abadi, señaló que el país precisa US$ 100.000 millones para un vasto programa de reconstrucción. ISIS generó destrucciones por US$ 30.000 millones. El país está en la ruina a ello se une las tensiones con Kurdistán por el control de determinadas zonas petroleras. La idea de un Estado kurdo independiente se hace inviable por la amenaza real turca, dado que Erdogan, el presidente turco, ha dicho claramente que no toleraría un estado kurdo, más teniendo el serio problema con una minoria dentro de sus fronteras, reprimida hace décadas y que suman más de diez millones de personas.

Arabia Saudita, en abierta confrontación con Irán, por la influencia en Medio Oriente, está interesada en la reconstrucción de Irak, para frenar la enorme influencia que tiene Irán en la política de Bagdad.

En la lucha contra ISIS, miembros de la fuerza de élite Al Quds, de la Guardia Revolucionaria Iraní, estuvieron estrechamente ligados en operaciones antiterroristas. Es por ello que se habla que los saudíes apoyaran el desarrollo de zonas pobladas por suníes, con la idea de influenciar políticamente a Irak, ahora controlado por chiítas (son el 65% de la población).

En octubre de 2019 estallaron en el país protestas multitudinarias, que tuvieron como resultado 600 muertos y 20.000, que terminó en la dimisión del primer ministro Mahdi, como consecuencia de la destitución del prestigioso general Abdul Wahab al Saadi, líder en la lucha contra el terrorismo.

El nuevo gobierno liderado por Mustafa Al-Kadhimi, prometió una hoja de ruta para hacer frente a los gravísimos problemas que atraviesa el país. En este mes de febrero que se cumplen nada menos que treinta años de la finalización de la Guerra del Golfo, un ataque con cohetes, causó daños y un muerto, a una base militar de Estados Unidos en la región de Kurdistán, más precisamente la ciudad de Erbil. Muchos sospechan de la mano de Irán.

Existe una verdadera “Guerra Fría” entre el Casa Blanca y Teherán y en el medio está Irak. La salida de los 3.000 soldados estadounidenses, como fuer ordenado por el presidente Trump, genera tensiones, dado que Bagdad, busca una salida ordenada, sin incidentes. No obstante ello hubo ataques con cohetes a la llamada Zona Verde de Bagdad, donde están las embajadas y edificios del gobierno.

A fin de evitar más problemas, el Ministerio del Interior iraquí, detuvo a los autores de los incidentes de diciembre de 2020, Asaib Ahl al Haq (Liga de los Justos). El líder chiíta, Múqtada al Sadr, propuso una salida negociada de las tropas de Estados Unidos, frente a la postura de grupos pro iraníes, que buscan un enfrentamiento abierto.

Sadr, es nacionalista, busca posicionarse como líder moderado, de cara a las próximas elecciones. Asimismo, tiene una importante historia de oposición de la presencia de Estados Unidos en Irak. La llegada de Biden, para Irak genera expectativas, dado que consideran que buscará una salida política a la crisis con Irán. La política de Trump no hizo más que agravar las cosas en Oriente Medio.

Tres décadas después de la Guerra del Golfo, el país se sostiene gracias a los intereses de actores regionales y extrarregionales, que precisan mantener a Irak unido. Dicho país es el tercer exportador de petróleo. Es un actor relevante y su control, es vital para muchos actores hegemónicos. El petróleo, que fue una bendición y alimentó los sueños de desarrollo y progresismo, se transformó luego en la perdición y un apreciado botín, que llevó a sus habitantes, a ser ciudadanos del “País de la Tragedia”.

Fuente: Elminuto.CL

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