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Antisemitismo y antijudaísmo: El camino que hemos transitado

antisemitismo- judeofobia

Vamos a entrar directamente en el tema del “antisemitismo y el antijudaísmo”, qué diferencia hay, cuál es la terminología y cómo incide esto en lo que nos ocupa que son las relaciones judeocristianas.

Fue un sacerdote Edward Flannery, quien en el libro “23 siglos de antisemitismo”, en el prólogo escribe: cómo es posible que el judío abrumado por la secular opresión que ha sufrido en el mundo cristiano hable en igualdad de condiciones con el cristiano que está sinceramente convencido que su interlocutor otorga excesiva importancia a las persecuciones.

Y está planteado justamente los dos aspectos, las persecuciones sufridas por el pueblo judío y también, por qué no, la percepción que muchas veces tienen los no judíos, de que los judíos damos demasiada importancia al tema de las persecuciones. Y para eso tenemos que entrar a caracterizar primero qué es el antisemitismo para comprender por qué los judíos tenemos esta visión.

En la disyuntiva entre antisemitismo o anijudaísmo, después yo voy a agregar un tercer término, que quizás sea el que más se ajusta a aquello que estamos hablando.

Durante muchos años se habló de antisemitismo, pero es un término relativamente nuevo para lo que son los tiempos históricos; o sea, este término fue acuñado en 1879 por un alemán Wilhem Marr: él decía “yo no soy antijudío, yo soy antisemita”, y eso dentro de una connotación que la filosofía de aquel momento, por ejemplo, en 1853 Gobineau había escrito Ensayo sobre las diferencias entre las razas, ya también estaba desarrollando sus teorías Houston Chamberlain, el yerno de Wagner; entonces era como que trataban de sacarle una connotación religiosa a su odio, para darle un sentido racial y todas las teorías raciales que después llegaron hasta lo que todos conocemos.

En realidad esto es un antijudaísmo, es un odio al judío, acá no hay una connotación racial, que, de acuerdo a ciertas teorías pseudo científicas, en determinado momento podían darle una determinada pátina a este odio.

Y últimamente se está tendiendo a usar el término judeofobia, que creo que es el que más representa esto, ¿por qué?, porque habla de odio al judío y fíjense que antisemitismo, también hay antiliberalismo, antimarxismo, antiperonismo, anticomunismo; ese prefijo ‘anti’ y ese sufijo ‘ismo’ estaría como planteando dos ideas igualmente racionales que se oponen, cuando en realidad esto no es más que una fobia, un odio al judío, un odio a lo judío.

Por eso primero realizo esta introducción medio semántica pues, por ejemplo el documento vaticano sobre la Shoah, ya con mucho criterio habla de antijudaísmo, y no de antisemitismo.

Veamos, siguiendo a Gustavo Perdednik, algunas de sus características.

Es permanente. Sartre dijo que si el judío no existiese, el antisemita lo crearía, porque necesita desarrollar su odio. Y para demostrar que es permanente tenemos un simple ejemplo que todos deben conocer. En 1290 Eduardo Iº expulsa a los judíos de Inglaterra; en 1650, 360 años después, Shakespeare escribe el Mercader de Venecia donde el su personaje principal Shylock, es el judío Shylock; es obvio que la longevidad de Shakespeare no le permitió conocer a ningún judío de los que fueron expulsados 350 años antes, pero sin embargo ese odio seguía estando presente.

Y por si creemos que esto ocurrió allá…, también tenemos el ejemplo de la Argentina. En la Argentina en 1890 debían existir unas 10 familias judías, que incluso no estaban agrupadas como comunidad, sino que habían llegado como funcionarios de empresas francesas o inglesas que vinieron acá a cumplir sus tareas. O sea que el judío como tal, el judío como comunidad, acá no existía. Sin embargo en 1890, Julián Martel escribe “La Bolsa”, donde la culpa de toda la crisis del ‘90, Juarez Celman, la revolución del 90, la caída de Juarez Celman, etc. etc., todo era culpa de una conspiración judía.

En la Argentina hemos tenido ejemplos de antisemitismo que reúnen elementos que se pueden tomar de distintos antisemitismos e incluso con las mismas trampas, porque por ej. después vamos a ver el caso de Los protocolos de los sabios del Sión, que se descubrió perfectamente que era un plagio, de diálogos en el infierno, entre Montesquieu y Voltaire de Samuel Joli.  Ahora, La Bolsa es, en muchos de sus capítulos, un plagio total y absoluto de La Francia judía de Eduardo Droumond; está escrito cuando acá todavía no había judíos, o sea que ahí tenemos una especie de caracterización de esa permanencia en el odio al judío.

Y por qué hablo de este caso; para que no nos imaginemos que estamos hablando de grupos minúsculos que no tienen ninguna importancia. Tampoco fue un disvalor que el Jefe nacional de Tacuara haya sido Alberto Ezcurra, que en ese momento todavía no era sacerdote, luego tomó los hábitos; y causó al obispo de San Rafael Mons. Garlatti, que fue inteligentemente para que limpie ese nido de nazis creado por un obispo, Mons. Krouk, a quien cuando le preguntaron qué opinaba de Hitler, dijo: Fue un buen líder con mala prensa.

Un poema de Edmond Fleg que dice:

Y ahora ambos estáis esperando, tú para que venga y tú para que vuelva.

La paz que pedís es la misma paz, y vuestras manos, que venga o que vuelva

en un mismo amor se la tendéis.

Qué importa pues desde una orilla o desde la otra, ¡Haced que venga!

¡Haced que venga!

Nominada de muchos modos ha sido objeto de diversos estudios históricos, sociológicos, filosóficos y políticos, pero casi ignorada en la reflexión teológica. Argentina católica, integralismo, nacionalismo católico, tradicionalismo son algunos de los nombres que recibió. Gestada en torno a los últimos años de XIX y los primeros del XX alcanzará su cumbre de influencia entre los ’30 y los ’40.

Desplazada posteriormente del centro de la escena, la encontramos aun muy presente en la etapa posterior al Concilio Vaticano II en sectores minoritarios pero influyentes (mundo intelectual, ámbito educativo y Fuerzas Armadas). En los últimos años, personas, colectivos y publicaciones han manifestado, de maneras muy diversas, estar relacionados con esta matriz y buscar repensar desde ella la actual situación del país y de la Iglesia.

Las redes católicas preconciliares ayudaron a construir la idea de la incompatibilidad entre ser judío y ser argentino. Los judíos no son argentinos ni pueden serlo. No quieren ni pueden asimilarse a la nación ni a los valores de la patria. Ponen el peligro a la Argentina católica con su alteridad disolvente. Todo patriota y católico debe defenderse de su penetración en el país.

La llamada “Oración final” elevada a Dios en 1939 por el presbítero católico-romano desde su parroquia de Villa Devoto es un ejemplo elocuente:

Señor, Tú que siempre has rechazado las promesas falaces de Satanás, mira a este pueblo argentino sometido actualmente por el espíritu del mal. No es justo que una nación de arraigadas tradiciones cristianas, con tanta sangre latina e italiana circulando en sus venas y arterias, de alma católica, sea puesta al servicio del judaísmo internacional y de sus jefes visibles, Franklin Delano Roosvelt y el verdugo de todas las Rusias, José Stalin, destructor de tu Iglesia. Ilumina la mente de nuestros gobernantes para que no permitan que seamos la vanguardia fratricida de la retaguardia cobarde, siempre en fuga. Estos anticristos judaicos, en sus naufragios, suelen clamar habitualmente: ¡Primero las mujeres y los niños! Mas ahora, en su hundimiento final gracias a la acción libertadora de los líderes europeos, quieren que seamos nosotros, los argentinos, los primeros en sacrificarnos. Tú no lo permitirás, Señor.”

Como vemos, el camino del diálogo judeocristiano debió transitar por escarpados caminos hasta convertirse en la autopista que es hoy en día.

Por el Dr. Mario Burman para Raido Jai

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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