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Chipre tuerce el brazo de Europa

Desde finales del 2019, Turquía ha intensificado sus acciones en el Mar Mediterráneo Oriental. A través de un acuerdo con el Gobierno de Acuerdo Nacional libio con base en Trípoli, Ankara ha reforzado su reclamo por la extensión de su frontera marítima. En modo de repaso, Turquía es el país con la costa al Mediterráneo más larga, mientras que su zona económica exclusiva, el territorio marítimo donde el gobierno tiene autoridad, es muy pequeño. Esta diferencia entre costa y superficie se debe a la presencia de varias pequeñas islas griegas cerca de la masa continental turca, cortando así la zona económica exclusiva.

En los últimos meses la región se ha visto envuelta en tensiones entre Turquía, por un lado, y Grecia, Chipre, Israel y Egipto, por el otro. Ankara envía navíos de exploración con el objetivo de explotar las reservas de gas que se encuentran bajo las aguas, acompañados de varios buques militares. Grecia y Chipre denuncian las maniobras turcas que violan su soberanía marítima. Israel y Egipto, opositores de Turquía en el juego geopolítico regional, también condenan estas acciones.

Mientras el Mar Mediterráneo oriental se militariza, con presencia de las armadas y fuerzas aéreas griegas y turcas defendiendo sus propios reclamos, y Ankara amenaza a Atenas de iniciar un conflicto bélico si no accede a estas exigencias, la Unión Europea no está totalmente decidida de cómo responder en este frente.

Tanto Grecia y Chipre, miembros de la Unión, vienen insistiendo con la implementación de sanciones hacia Turquía. El 24 de septiembre tendrá lugar una reunión de los líderes europeos para intentar definir una respuesta al conflicto. En Bruselas se está confeccionando una lista de posibles sanciones contra navíos, empresas y bancos participantes en las exploraciones de reservas gasíferas bajo las aguas chipriotas y griegas. No obstante, Josep Borrell, el alto representante de la Unión para los Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, aclaró que aún es solamente una posibilidad.

Borrell continúa favoreciendo la opción más diplomática, intentando frenar la escalada a través de negociaciones paralelas con Alemania como mediadora. A fines de agosto, el ministro de asuntos exteriores alemán Heiko Maas entabló conversaciones con diplomáticos de ambas partes por separado, y si bien ambos afirmaban que preferían resolver las disputas por vías diplomáticas, no se sentarían a dialogar mientras haya amenazas, precondiciones y exigencias maximalistas. Si bien Alemania continúa con el esfuerzo diplomático, las ultimas amenazas turcas harían parecer que este fue infructuoso.

Aún falta para la reunión del Consejo Europeo y mucho puede pasar en dos semanas. De todas formas, hay algunos aspectos interesantes para considerar de las posibles acciones que se están discutiendo.

Frente a Bielorrusia, donde las protestas prodemocráticas son reprimidas con violencia luego de la fraudulenta reelección del dictador Lukashenko, la Unión Europea ha discutido la imposición de sanciones a varios individuos responsables de dicha violencia. Las sanciones contra individuos es en general el primer paso, y ya hace meses algunos pocos turcos han sido sancionados. La imposición de sanciones contra los barcos, evitando que estos pudiesen ser amarrados o reparados en puertos europeos, las empresas que dirigen las operaciones y los bancos que los financian son un paso más.

De acordarse sanciones más severas podrían incluir sectores económicos enteros donde Europa y Turquía están muy entrelazados y hay algunos países, cómo Austria, que incluso abogan por cancelar las negociaciones para el ingreso de Turquía en la Unión Europea.

Este ultimo punto es poco posible que suceda. Por un lado, es el instrumento más fuerte que tiene Bruselas contra Ankara, y no se lo gastará mientras existan otras opciones. Por otro lado, la necesidad de acordar unánimemente las sanciones evitará que las alternativas más severas se impongan. Esta regla de la unanimidad suavizará la respuesta europea, pero, en este caso, puede también facilitar la implementación de algunas sanciones. Al negociarse la respuesta a Turquía y a Bielorrusia a la vez, Chipre amenazó con vetar las sanciones frente a este último. La respuesta a la represión de Lukashenko ya había sido acordada, pero aún no aprobada.

En conclusión, Chipre y Grecia, utilizando el caso de Bielorrusia para llevar a los demás miembros a aprobar sanciones contra Turquía, podrían finalmente forjar una respuesta a nivel europeo frente a las hostilidades turcas. Si bien es difícil saber los efectos de las sanciones en la política exterior de Ankara, esta encontrará, ya no solo a Grecia y Chipre conteniendo sus deseos expansionistas, sino a la toda la Unión Europea.

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