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Externalización de la crisis, fiasco y… ¿conflicto?

Por Luis Fuensalida

En la columna de hoy, vamos a volver nuestra mirada hacia América del Sur, en particular, pero sin dejar de analizar las interrelaciones que la región traza en el juego geopolítico  global, que en el presente, se halla transitando por dos conflictos armados, la guerra en Ucrania, que lleva más de 21 meses, y la más reciente, desde el 7 de octubre ppdo., entre el Estado de Israel y la organización terrorista palestina Hamas, sin olvidar otros focos de tensiones y crisis, como se dan en África y Oriente Extremo.

El tema a abordar es, la actual crisis entre dos países sudamericanos, Venezuela y Guyana, y como siempre lo hacemos, nos valdremos de la Historia, para ir entendiendo y conociendo su contexto, de manera tal, de sustentar fácticamente nuestro análisis.

La crisis, tiene sus orígenes en la segunda mitad del Siglo XVIII, cuando Carlos III de España dicta la Real Ordenanza de 1777, por la cual crea la Capitanía General de Venezuela, cuyo límite hacia el sudoeste, si bien no quedó claramente definido, se interpretaba que llegaba hasta el río Esequibo, y que para aquel entonces, constituía frontera con la colonia holandesa de la Guayana, conocida hoy como Surinam, pero en el marco de las Guerras Napoléonicas, a principios del Siglo XIX, la región occidental fue cedida por Holanda al Imperio Británico, el que extendió su posesión más allá del mencionado río, tras lo cual, Londres estableció de manera unilateral la frontera con la recién independizada Venezuela en 1811, quedando así fijado el territorio de la Guayana Británica, hoy República Cooperativa de Guyana.

Sin embargo, para fines del Siglo XIX, e invocando la Doctrina Monroe, los EE.UU. ejerció presión sobre la situación planteada en la región del Esequibo, unos 159.500 km cuadrados, y esto llevó la cuestión a un arbitraje internacional, celebrado en París, Francia, en 1899, con un tribunal arbitral conformado por dos miembros de Washington en representación de Venezuela, dos por el Reino Unido y como presidente, un delegado del Imperio Ruso, el laudo arbitral al que se arribó, fue considerado por Venezuela como nulo.

La disconformidad venezolana, se hizo formalmente recién en 1966, en el marco de un Acuerdo firmado en Ginebra, Suiza, argumentando la nulidad del anterior citado laudo arbitral de París, por ser producto de la parcialidad manifiesta del representante del entonces  Imperio Ruso y que ejerciera la presidencia de aquel tribunal, reclamo venezolano que también se hizo ante la ONU, y si bien el Reino Unido no reconoce la nulidad del fallo arbitral de 1899, si acepta el reclamo y considera que se debe arribar a un Acuerdo Mutuo entre Venezuela y la recién independizada colonia británica, Guyana, a fin de fijar oficialmente las fronteras entre ambos Estados, lo que no ha sucedido hasta el presente.

Esta situación, ha derivado a que se recurriera a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la que tomó jurisdicción en la controversia territorial, pero que Venezuela no reconoce la intervención de la citada Corte, no obstante ésta, ha ratificado su jurisdicción y por lo tanto el juicio sigue adelante, aún cuando el gobierno de Caracas no se haga presente y ejerza su legítimo derecho.

En este punto, el no reconocimiento de jurisdicción por parte de Venezuela, hay que hacer un lectura más fina, la Corte Internacional de Justicia, interviene en los casos litigiosos que involucra a Estados, esta posición no se puede desligar del no reconocimiento de Caracas de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional de La Haya, que trata los Delitos de Lesa Humanidad, figura penal que se le imputa en la causa que se consustancia contra el régimen de Nicolás Maduro, más allá que históricamente, Venezuela ha sostenido la postura de la negociación, pero no la sujeción a un fallo judicial, además el principio del “Uti possidetis Iuris”, es decir, lo que posees, seguirás poseyendo, argumentado por Venezuela, tuvo tiempo de reclamarlo  hasta fines del Siglo XX, y entonces, quedaría por considerar otro principio, el de la Libre Determinación de los Pueblos, en donde juega un rol importante, el sentimiento de pertenencia de los habitantes de la región en disputa, hacia Guyana.

Sin embargo, la postura de Venezuela de no ponerse a derecho ante la Corte Internacional de Justicia, sería un grave error, pues podría presentar las pruebas que fundamenta la nulidad del fallo arbitral de París, de 1899, como es el Memorando Severo Mallet-Presvot y otros documentos, probando así la parcialidad de aquel fallo.

En este contexto, el régimen de Maduro realizó el pasado domingo 3 de diciembre, un Referéndum no vinculante, donde se debía responder a las siguientes cinco preguntas:

  • Si se considera el laudo arbitral de París de 1899 nulo
  • Si se apoya el Acuerdo de Ginebra de 1966 como único instrumento jurídico válido para encontrar una solución pacífica y satisfactoria en torno a la controversia por el territorio de la Guayana de Esequibo
  • Está de acuerdo en el reconocimiento de Venezuela de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia
  • Está de acuerdo de no reconocer las pretensiones de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y contrario al Derecho Internacional
  • Está de acuerdo con la creación del estado de la Guayana Esequibo y a desarrollar un plan acelerado para la atención integral de la población actual y futura de ese territorio otorgando la ciudadanía y la cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y del Derecho Internacional incorporando en consecuencia ese territorio a Venezuela.

Si analizamos los ítems del Referéndum, a primera vista hay una contradicción entre el segundo y el quinto, pues este último expresa una acción unilateral venezolana, que descarta en consecuencia cualquier negociación, previsto en el Acuerdo de Ginebra de 1966, y constituye la instrumentación de una política similar a la del pte. ruso Vladimir Putin, en relación a la anexión del territorio del Donbás en Ucrania.

El otro ítem interesante es el cuarto, pues cualquiera sea el fallo al que arribe la Corte Internacional de Justicia, incumbe sólo a la frontera terrestre, y no a la zona marítima, donde existen importantes yacimientos de petróleo, y esto abriría un litigio a futuro para delimitar la frontera marítima entre ambos Estados, y adquiere en el presente una mayor relevancia, desde que la Exxon Mobile descubrió un importante yacimiento frente a las costas de Guyana, a unas 120 millas náuticas, un proyecto de explotación de varios millones de dólares que beneficia al gobierno de Georgetown, más allá que Caracas haya declarado su negativa para que se siga con las perforaciones.

Ahora bien, en las últimas elecciones en Guyana, dieron como resultado a un gobierno presidido por Irfaan Alí, quién es menos a fin con el régimen venezolano, y que declaró, que Venezuela debe actuar con responsabilidad y aseguró a los guyaneses, que garantiza la integración territorial, y que sus fronteras se mantendrán intactas.

Por otra parte, la Exxon Mobile tiene un mala relación con el régimen venezolano desde el 2007, cuando fuera perjudicada por la expropiación de instalaciones y proyectos, y jamás percibió los u$s. 1,600 millones de indemnización, que fijo un tribunal internacional, y esto se suma, a que el pasado 19 de septiembre, el gobierno de Guyana autorizó a otras compañías petroleras extranjeras a llevar a cabo sus proyectos de exploración y explotación marítima, además de la ya citada Exxon, están la Hess Corporation, la china CNOOC, la canadiense Guyana Goldfields Inc. y Shell, y no olvidemos que en la región terrestre del Esequibo, también hay yacimientos de petróleo y de oro.

En este contexto, ¿por qué el régimen de Maduro reactiva con fuerza la crisis con Guyana?, y este interrogante plantea varias lecturas, la primera de ella es hacia dentro de la propia Venezuela, que se prepara para las elecciones generales del 2024, según lo acordado entre el gobierno y la oposición, en un marco de una crisis social, económica y financiera, con desabastecimiento, descontento, la elevada inflación y con una imagen de Nicolás Maduro en descenso, mientras que la líder de la oposición, María Corina Machado, quién ganó las primarias del pasado 22 de octubre, con el 93% de votos, y su imagen está en alza, aunque no podemos olvidar, que el régimen la ha inhabilitado para ejercer cargos públicos hasta el 2030, lo que ha motivado una fuerte presión de los EE.UU. para rever dicha medida arbitraria, y de no ocurrir esto, quedaría la salida que alguna figura de la oposición que represente a la ex diputada, lo haga en su lugar, lo que se debe resolver en el marco de las negociaciones de Méjico, entre gobierno y oposición.

Mientras tanto, Venezuela bajo el pretexto de combatir el contrabando, ha movilizado tropas  a la frontera con Guyana, y esto ha motivado que Brasil haga lo propio, más allá que su pte. Lula Da Silva se ha ofrecido como mediador, sin olvidar que Guyana, desde el 2022 es miembro del Sistema Regional de Seguridad, una alianza militar integrada por varios Estados de las Antillas Menores, y que ha recibido el expreso apoyo del Comando Sur de los EE.UU., recordando además que Guyana forma parte de la Comunidad Británica de Naciones, el Commonwealth, lo que involucra al Reino Unido, todo lo cual nos permite apreciar como una crisis interna como la que vive Venezuela, el régimen de Caracas ha decidido la externalización de esa crisis, creando así un responsable externo ante la posibilidad de un conflicto, en otras palabras, Guyana como “chivo expiatorio” de la grave situación que vive el pueblo venezolano, y esto se instrumentó a través del referéndum del domingo pasado, el que se convocó en base a lo previsto en el Art. 71 de la Constitución Nacional venezolana.

El resultado de dicho referéndum ha sido un verdadero fiasco para el régimen de Maduro, pues si bien, el 95% de quienes votaron lo hicieron por el SI, la mayor parte de los venezolanos empadronados se abstuvieron de votar, un ausentismo que ha promovido la opositora María Corina Machado, mientras que otra figura de la oposición, Enrique Capriles, emitió su voto como ejercicio democrático, pero realizó una fuerte crítica al proceso denominado Revolución Bolivariana, que en sus 24 años en el poder, jamás se ocupó del litigio por la región del Esequibo con Guyana, y que con el referéndum sólo ha querido ahora crear una falsa unidad del país, y reiteró su apoyo a Machado e instó al gobierno a habilitarla como candidata presidenciable.

Es indudable, que el poderío militar venezolano es muy superior al que podría oponer Guyana, pero ¿se animará Maduro a invadir el territorio en disputa, que constituye el 75% del territorio actual de Guyana, y con esto propiciar un conflicto armado en la región?, y para responder a esta pregunta, hay que leer el contexto internacional, por un lado habría que esperar la respuesta de los EE.UU., que ya está involucrado en las dos guerras activas, la de Ucrania y la de Israel contra el Hamas, también la reacción de otros Estados americanos, la Cuba de Díaz Canel, el Méjico de López Obrador y en particular el de Brasil, cuyo actual presidente es uno de los promotores del Foro de San Pablo, foco de irradiación de la ideología castrochavista, y más allá de nuestro continente, habrá que esperar cual será la postura y la reacción del Reino Unido, pues como se señaló, Guyana es miembro de la Commonwealth, sin olvidar que también está involucrado en la guerra ruso-ucraniana.

Por su parte, para la Rusia de Putin, un tercer conflicto armado, no sólo mantendría en un segundo plano la actual guerra contra Ucrania, sino que significaría crearle a los EE.UU., Reino Unido e incluso a la misma OTAN, un nuevo foco que enfrentar, sin olvidar las inversiones rusas en Venezuela, a quién considera una aliada estratégica, y algo parecido a la percepción rusa se daría en el caso de Irán, recordemos que es la entrada del Hezbollah y la Guardia Revolucionaria a Latinoamérica, mientras que en el caso de China, si bien un conflicto en la región, sería un dolor de cabeza para su rival global, los EE.UU., tiene importantes inversiones en RR.NN. tanto en Venezuela como en Guyana, recordemos la empresa petrolera china CNOOC, por lo que podría esperarse de Beijing más un rol de mediador, pero en síntesis, y más allá que la Corte Internacional de Justicia le ha demandado a Venezuela a abstenerse a llevar a cabo cualquier medida fuera de lo que se dictamine en ese Alto Tribunal, la crisis por la región del Esequibo, no sólo tiene efectos en el ámbito interno venezolano, sino también en el marco regional e internacional.

Finalizando la columna, y recordando al recientemente fallecido Henry Kissinger, una figura relevante en más de medio siglo de política exterior estadounidense y en el escenario global, y que para quienes siguen la Escuela Realista de las RR.II. es la figura máxima y señera, para entender y aplicar el pragmatismo que debe regir la Política Internacional, se elige una de sus frases, que sería por demás aplicable, para que la actual crisis entre Venezuela y Guyana, no ingrese en el espiral de la escalada hacia un conflicto armado, “…el desafío en un acuerdo, no es dar con la absoluta satisfacción de todas las partes, sino con una insatisfacción balanceada y tolerable…”.-

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