Las consecuencias de largo alcance del desastre de ayuda a Gaza del jueves

El incidente mortal probablemente complicará ambos objetivos de la guerra (desmantelar a Hamas y devolver a los rehenes), exacerbará la fricción en otros frentes e impulsará los llamados globales a un alto el fuego permanente.

Por David Horovitz

Desde el principio de la vital guerra de Israel para desmantelar a Hamás y garantizar que no pudiera levantarse nuevamente para cometer más atrocidades el 7 de octubre, Estados Unidos, el principal aliado de Israel, imploró al gobierno que hiciera todo lo posible para garantizar que llegara suficiente ayuda humanitaria a Gaza. zona de guerra y pensar en una gobernanza civil alternativa para la Franja que reemplace a Hamás.

Ambas preocupaciones también eran compartidas por las propias autoridades de seguridad de Israel.

Está lejos de ser seguro que incluso los esfuerzos más asiduos de un liderazgo israelí para abordar esas dos cuestiones podrían haber evitado la muerte de muchos habitantes de Gaza el jueves por la mañana en el caos y la aplastamiento que rodearon a un convoy de camiones de ayuda. Pero como Israel es ampliamente considerado, y se considera a sí mismo, como el único lugar no perteneciente a Hamas para Gaza en mitad de la guerra, es Israel a quien la comunidad internacional (tanto enemigos implacables como amplios partidarios) considera el responsable en última instancia del incidente.

La propia naturaleza del desastre, que involucró a grandes multitudes que convergían desesperadamente en busca de valiosos suministros cuya única ruta hacia Gaza era a través de los puntos de inspección israelíes, subraya por qué el dedo culpable está apuntando a Israel. Y no importa la afirmación de Israel de que se ha puesto a disposición mucha más ayuda de la que la ONU ha demostrado ser capaz de distribuir; que la desesperación por alimentos y suministros es en gran medida consecuencia de una ayuda todavía parcialmente potente de Hamás; y que las muertes del jueves fueron casi todas consecuencia de una estampida alrededor de los camiones y de personas atropelladas, con hombres armados de Gaza también disparando en el lugar.

El 17 de octubre, una afirmación de Hamás de que un ataque aéreo israelí había alcanzado el hospital Al-Ahli de la ciudad de Gaza, matando a cientos de personas, inicialmente fue ampliamente difundida, y es posible que todavía sea creída ampliamente entre los detractores de Israel, pero fue desacreditada de manera creíble y bastante rápida, con la explosión mostrada. haber sido el resultado de un cohete de la Jihad Islámica fallido. Los detalles y el contexto del incidente del jueves son más complejos y potencialmente de mucho mayor alcance.

El presidente estadounidense, Joe Biden, ya ha declarado que complicará la realización de uno de los dos objetivos principales de la guerra de Israel: lograr el regreso de los 130 rehenes que aún están retenidos por terroristas en Gaza desde el 7 de octubre.

También es probable que complique el segundo objetivo central: el desmantelamiento total de Hamás. Desde el presidente para abajo, Estados Unidos, de quien Israel depende en gran medida para su apoyo militar y diplomático, ha estado advirtiendo que aún no ha visto un plan israelí para atacar el último bastión de Hamas, Rafah, en la frontera con Egipto, sin causar graves daños. víctimas civiles.

El Jefe del Estado Mayor de las FDI, Herzi Halevi, presentó su plan Rafah al gabinete de guerra a principios de esta semana, y el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, en una conferencia de prensa el jueves por la noche, insistió en que Israel se enfrentará a los cuatro batallones de Hamas atrincherados allí. “Lo haremos evacuando a los civiles de las zonas de combate”, prometió . “Lo haremos atendiendo a sus necesidades humanitarias y lo haremos respetando el derecho internacional”.

Las muertes de civiles del jueves en una zona del norte de Gaza donde Israel ha dicho durante semanas que ha logrado el control general sólo profundizarán las preocupaciones entre los aliados de Israel sobre posibles nuevas muertes de no combatientes en la guerra en curso, y especialmente en Rafah.

El incidente reforzará la presión en prácticamente todos los sectores internacionales para un alto el fuego permanente, sin destruir a Hamás.

El propio Biden ya desconfía del manejo de la guerra por parte de Netanyahu, se opone firmemente a la agenda pro-asentamientos del primer ministro, ha estado intensificando las sanciones contra los colonos extremistas violentos, ha criticado públicamente a los aliados de coalición de extrema derecha de Netanyahu y está convencido de que La supervivencia final de Israel depende de un acuerdo viable con los palestinos. Para un presidente que lucha por la reelección, encontrar el equilibrio entre su sionismo, su antipatía hacia el primer ministro, su base y su campaña se volvió aún más difícil.

El jefe de Hamas en Gaza, Yahya Sinwar, que ya se jacta de tener a Israel donde quiere y evalúa que la presión internacional impedirá la derrota de Hamas, estará muy encantado.

También debe haber preocupación por el impacto del incidente en los otros múltiples frentes en los que Israel y las FDI ya están comprometidos, o podrían estarlo.

Eso incluye el norte del país, donde Hezbollah e Israel están intensificando gradualmente los combates hacia la guerra. Incluye Cisjordania, donde un miembro de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina mató a dos israelíes en un ataque terrorista el jueves por la tarde.

Definitivamente incluye el complejo de Al-Aqsa en la cima del Monte del Templo de Jerusalén, así como Jerusalén Este, donde el advenimiento del Ramadán siempre presagia fricciones, pero donde Hamás ha estado tratando implacablemente de generar problemas desde su matanza del 7 de octubre, a la que calificó de “Al-Aqsa”. -Aqsa Flood” en un esfuerzo por dar legitimidad religiosa al bárbaro asesinato en masa.

Y también podría incluir el interior de Israel, donde los esfuerzos del ministro de Seguridad Pública, Itamar Ben Gvir, por imponer restricciones no especificadas al acceso de los ciudadanos árabes a la mezquita de Al-Aqsa aún no han sido anulados definitivamente por Netanyahu.

Fuente: The Times of Israel