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Repensando Paradigmas, 1ra. parte

En la columna de hoy, se intentará demostrar que los Paradigmas deben ser cuestionados y superados, partiendo de entender que un paradigma es un conjunto de teorías que son aceptadas sin cuestionar y que suministra un modelo para resolver problemas, pero debemos aceptar, que ante una realidad tan dinámica como los es la de la Seguridad Internacional, hay cuestiones como, la mutación o aparición de nuevos actores, las relaciones entre éstos y otros actores, estatales o no, y los avances en tecnología, todos factores que impactan en lo geopolítico y que por lo tanto, debemos cuestionarnos la validez y eficacia de los modelos hasta ahora empleados en pos de esa Seguridad Global.
Días pasados, el Ecuador ha estado en las primeras planas de las noticias, al menos en los medios latinoamericanos, junto con las noticias relacionadas con los conflictos activos en Europa y Oriente Medio, el motivo, un estallido de violencia protagonizado por organizaciones criminales, que han obligado al presidente Daniel Noboa a decretar el “Estado de Excepción por Conflicto Interno”, con lo que esto significa para cualquier sociedad democrática.

¿Cómo llegó Ecuador a esta situación?, para responder a esta pregunta, debemos apelar a la reciente historia de este país, que a fines de los 90, se hallaba sumido en una delicada crisis económica, debido a desacertadas políticas, como el elevado Gasto Público, acompañado de una excesiva emisión monetaria sin respaldo, a lo que se sumó la caída del precio del petróleo, principal fuente de ingresos, todo lo cual, se reflejo para fines del siglo pasado en una inflación de más del 90%, al punto que muchas entidades bancarias no pudieron cumplir sus compromisos.

Esta situación, llevó en enero del 2000 a dolarizar la economía, y a un golpe de Estado protagonizado por las FF.AA., que le entregó la presidencia al abogado Gustavo Noboa, hasta entonces vicepresidente de Jamil Mahuad, su predecesor. Noboa ejerció el cargo hasta el 2005, mantuvo la dolarización y aplicó nuevas medidas económicas, renegoció la Deuda Externa, implementó reformas laborales e inició la construcción del oleoducto Crudos Pesado, para mejorar la producción y exportación del hidrocarburo, y en el 2001, Ecuador comenzó a mostrar signos de recuperación. Sin embargo, ciertos gremios, en particular los sectores de, los transportistas, de la salud y de la educación, reclamaron políticas de subsidios, más el CONAIE, Consejo Nacional Indígena de Ecuador, lo hicieron por reivindicaciones identitarias y territoriales, y es así que se produjeron paros e incidentes violentos, que llevaron a Noboa a alternar entre el diálogo y la intransigencia.

A Noboa lo sucedieron, primero, Lucio Gutiérrez, coronel (r) del ejército, que participó del golpe de Estado del 2000, que fundó dos años después el Partido Sociedad Patriótica, y fue destituido por distintos escándalos de corrupción y por su impronta autoritaria, asumiendo entonces su vice, Alfredo Palacio, médico y político, quién rechazó participar del Plan Colombia del pte. colombiano Álvaro Uribe Vélez, en la lucha contra el narcoterrorismo, pero, su acercamiento a Washington fue visto por la izquierda ecuatoriana e incluso por parte de la oposición, como una traición de los compromisos al asumir, además de sus inestables medidas en lo económico y social, provocó una polarización en la sociedad, que se vio reflejado en las elecciones de fines del 2006, que llevó a un ballotage entre Álvaro Noboa, de centro derecha, y Rafael Correa, del partido de izquierda Alianza País, ganando este último por algo más del 56% de votos.

Rafael Correa, asumió en el 2007 y desde el principio, en el ámbito geopolítico se alineó al bloque de la izquierda latinoamericana, es decir, con el eje La Habana, Caracas, La Paz, y en el plano interno introdujo reformas políticas, económicas y sociales, especialmente dirigidas a los sectores de la educación y la salud, solventadas con los ingresos de las exportaciones del petróleo, cuyo precio estaba en alza, esto le valió el apoyo de las clases bajas, incluso bajando los índice de pobreza, pero al mismo tiempo, Correa se fue mostrando y actuando de manera más autoritaria, constituyéndose en un verdadero líder populista, sumado a actos de corrupción y nepotismo, y en el 2017, tras dos años de mandato e impedido constitucionalmente para un tercer mandato, llegó a la presidencia Lenin Moreno, quien fuera vicepresidente de Correa en los dos períodos de éste.
Moreno, se encontró con una bomba de tiempo dejada por Correa, pues financió sus políticas populistas con los ingresos del petróleo, pero no diversificó la economía, y cuando bajó el precio del crudo, para mantener aquellas políticas, Correa endeudó al país, que con una economía dolarizada, no pudo implementar emisión monetaria, a lo que se sumaron escándalos de corrupción, que le valieron enfrentar causas judiciales, que lo obligaron a pro fugarse fuera del país.

Así las cosas, Moreno tuvo que implementar medidas de ajuste sobre el altísimo Gasto Público, lo que se conoció como el “Paquetazo”, a lo que se sumó el problema de la corrupción endémica y los devastadores efectos de la pandemia del Covid 19, con un alto costo de vidas.

A Lenin Moreno le siguió Guillermo Lasso, político y banquero, de centro derecha, autor del libro “Otro Ecuador es posible”, quién triunfó en las elecciones del 2021, derrotando a Andrés Arauz, del partido Compromiso Social, apoyado por Correa. Lasso, partidario del libre comercio, implementó políticas dirigidas a bajar el Gasto Público, también una reforma fiscal, una flexibilización del Código Laboral y algunas privatizaciones, sin embargo, la recuperación económica fue lenta, un 2.8% en el 2021 y un 3.5% en el 2023, pero el recorte del Gasto Público, provocó un deterioro en los Servicios, más una creciente crisis de Seguridad, que fue incrementándose exponencialmente desde el 2021, no sólo producto de la situación socio-económica, sino también, por el conflicto armado entre bandas del Crimen Organizado, con fuertes conexiones con el narcotráfico internacional.

Finalmente, el presidente Lasso fue sujeto a Juicio Político, por acusaciones de corrupción en empresas públicas, por ejemplo, el Caso Encuentro, y ante este escenario, en mayo del año pasado, Lasso disolvió el parlamento, a través del decreto 741, y esto obligó por aplicación del art. 148 de la Constitución ecuatoriana, a que el Consejo Nacional Electoral convocara a elecciones anticipadas, donde se volvió a reflejar una alta polarización en la Sociedad.

El 15 de octubre del 2023, fue electo presidente Daniel Noboa, empresario y político del partido de centro derecha Acción Democrática Nacional, quién derrotó en 2da. vuelta a Luisa González, del Movimiento Revolución Ciudadana, apoyada por el Correísmo, habida cuenta que fue funcionaria en distintas áreas del ex presidente Rafael Correa, y tras asumir Noboa el cargo, el 23 de noviembre ppdo., ante la grave crisis de seguridad, el 8 de enero decretó el Estado de Excepción, fundado en la existencia de un conflicto armado interno, aunque afecta también a la seguridad de algunos países vecinos, como en el caso del Perú, cuyo gobierno a reforzado sus fronteras con Ecuador, movilizando sus FF.AA. a esa región.
Si hacemos una síntesis, este escenario ecuatoriano, se da como sumatoria de factores negativos, al menos en los últimos años, un Ecuador endeudado, que no ha podido con el recorte del Gasto Público, con una economía no diversificada y dependiente exclusivamente de los ingresos del petróleo, con una corrupción endémica en todos los sectores e instituciones, que es frágil a los vaivenes macroeconómicos globales, por la imposibilidad de implementar políticas monetarias propias debido a la dolarización, y en esta situación, ha constituido un atractivo para diferentes cárteles del Crimen Organizado Internacional, en particular, el Narcotráfico, que han tomado a Ecuador como base para sus operaciones logísticas y lavado de activos provenientes de actividades ilícitas.

Es así, que la droga que se produce en países vecinos, como Colombia y Perú, y en menor escala en Ecuador, es transportada de los puertos ecuatorianos sobre el Océano Pacífico, por un lado a Méjico y Guatemala, donde una vez completada la fase final de elaboración, el producto terminado de alta pureza, tiene como destino principal, el mercado de consumo de los EE.UU., y es por esto, que los Cárteles mejicanos, el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, utilizan a las bandas ecuatorianas más poderosas y violentas, los Choneros, vinculado a Sinaloa y los Lobos o Lagartos, al JNG, y esto a su vez, ha incrementado el conflicto en la competencia entre estos dos grupos criminales, por el dominio y el control del narcotráfico, para satisfacer los intereses de uno y otro Cártel mejicano.

A esto se suma, la presencia de la Mafia Albanesa, que actúa en los puertos ecuatorianos, controlando el envío de cocaína colombiana, con destino a Europa, por lo que ha desarrollado fuertes lazos con grupos criminales locales, que actúan en la provincia de Sucumbios, frontera con Colombia, y encargados del traslado de la droga del Dpto. colombiano de Putumayo hasta los puertos ecuatorianos.

Es por esto, que Ecuador se ha convertido en el destino de la tercera parte de la producción de la cocaína colombiana, por el caso, en la región limítrofe antes mencionada, Sucumbios-Putumayo, el Frente 48 de las FARC Disidentes, es el actor principal, que también utiliza la región colombiana de Nariño para los mismos fines, tráfico de drogas y armas, y para que se tenga una idea del poder mafioso, tanto el Frente 48 como la banda colombiana La Constru, dominan la provincia de Sucumbios, tienen bares, clubes nocturnos, supermercados y hasta clínicas, convirtiendo así a esta región en una entidad territorial criminal, en donde se da no sólo el trafico de drogas y armas, sino, de seres humanos, combustibles, precursores químicos, oro de la minería ilegal y la explotación sexual.
Ahora bien, las organizaciones criminales extranjeras citadas, utilizan el sistema financiero y bancario de Ecuador, aprovechando que la moneda oficial es el Dólar, para la legitimación de activos producto del narcotráfico, y además de las dos bandas ecuatorianas ya señaladas, hay una tercera, los Tiguerones, y las tres a su vez subsidian y se valen de bandas más pequeñas, por lo que se estima que en Ecuador al presente existen aproximadamente 22 bandas, integradas por más de 20 mil miembros, dedicadas a la comisión de distintos delitos, desde homicidios, robos violentos, secuestros, extorsiones y atentados.

En este cuadro de situación, el Estado ecuatoriano ha venido combatiendo el aumento de la criminalidad y la violencia, enviando a miles de delincuentes a las cárceles, pero éstas se han convertido en verdaderos centros de poder de los grupos criminales, donde en muchos casos, los presos tienen un casi total control de las instalaciones carcelarias, y desde donde los líderes de las principales bandas, ejercen un real autogobierno, gestionando las actividades ilícitas, dentro y fuera de las penitenciarías, y hasta cobrando ciertos servicios, algo sólo posible por la señalada corrupción endémica en las instituciones públicas y privadas, y que les ha posibilitado construir un amplio servicio de telefonía celular y soportes informáticos de alta tecnología, más allá, del ingreso y uso de armas y drogas dentro de los penales, donde se dieron verdaderas masacres.

Lo descripto, ha posibilitado una espiral de violencia similar a la que vive Méjico, y esto se aprecia en las cifras en aumento de Homicidios, Ecuador cerró el año 2023 con 7592 casos, un 68% más que en el 2022, y si tomamos el año 2017 como el inicio de la escalada criminal, en dicho año, la tasa de homicidios era 5 cada 100 mil habitantes, mientras que en la actualidad es de 40 cada 100 mil, por lo que coloca lamentablemente a Ecuador, como el país más violento de Latinoamérica, recordemos por el caso, los asesinatos de Fernando Villavicencio, candidato presidencial anterior a Noboa, y el de Agustín Intriago, alcalde de Manta, ambos con programas de lucha contra el crimen organizado.

El detonante de la actual situación, y que motivara el decreto presidencial, fueron las fugas de establecimientos carcelarios, de los dos líderes criminales más peligrosos e importantes, Adolfo Macías, alias Fito, jefe de los Choneros, y Fabricio Colón Pico, alias Capitán Pico, de los Lobos, a lo que sumamos la toma del canal de televisión TC, en Guayaquil, ocurrido el martes de la semana pasada y protagonizada por encapuchados que pertenecerían a la banda de los Tiguerones, transmitiendo amenazas a la autoridades gubernamentales, por el decreto emitido, que entre las medidas implementadas están, la anulación de algunos derechos que gozaban los presos e incluye a las principales bandas criminales, que son reclasificadas como organizaciones terroristas, autorizando a las FF.AA. a accionar contra las mismas, como si fueran objetivos militares.

La situación actual del Ecuador, ha encendido las alarmas en Washington, el Depto. de Estado ya ha manifestado la implementación de una estrategia para evitar que se convierta el país sudamericano en un Narco-Estado, por eso tanto desde el Comando Sur a cargo de la general Laura Richardson, como de la Oficina Internacional de Narcóticos, a cargo de Todd Robinson, han afirmado el envío de todo tipo de ayuda al gobierno del presidente Daniel Noboa, que deja atrás la expulsión de la base militar estadounidense, decidida durante la presidencia del ex presidente Rafael Correa.

Finalizando esta 1ra. parte de Repensando Paradigmas, el caso del Ecuador es una muestra de un fenómeno más amplio que afecta a toda Latinoamérica, del que no está exento nuestro país, y del que seguiremos abordando en la columna del próximo miércoles, mientras tanto, la frase elegida hoy, es del filósofo alemán Ernst Cassider, quién dijo, “El ciudadano esta maniatado, sin posibilidad de cambiar las cosas, mientras los gobiernos sigan naturalizando el delito.”.- AM ISRAEL JAI

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