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SMUTA

La crisis que estalló entre el viernes 23 y el sábado 24 de junio ppdo., que tuvo como protagonista a Yevgeny Prigozhin y el Grupo Wagner, su empresa militar privada, no sólo encendió las alarmas en el Kremlin, sino también en Washington y sus aliados, por la suerte que pudiera correr parte del arsenal nuclear ruso, si la crisis desembocara en algo más grave.

Sin embargo, el mismo sábado, Prigozhin ordenó a sus comandados de la Wagner, que marchaban hacia Moscú, el regreso a sus cuarteles, a la vez que su líder declaraba, “…que no marcharon para derrocar al liderazgo de Rusia…, si a pedir cuentas a los funcionarios poco profesionales, que han cometido una gran cantidad de errores…”, evidentemente, al referirse a “liderazgo”, se refería tácitamente al presidente ruso Vladimir Putin, mientras que en la segunda parte, era una acusación directa al ministro de Defensa, Sergei Shoigu y al jefe del Estado Mayor, el Gral. Valeri Gerasimov, con lo cual, se ratificaba el conflicto que ya lleva tiempo, entre Prigozhin y la Cúpula Militar.

Lo que vino después, desde las fuertes declaraciones de Putin, llamando “traidores” a los integrantes de la Wagner, o el inicio de una causa judicial por la Fiscalía General, hasta la aparición del “Hombre de Paja” de Putin, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, en un rol de “peace-maker”, y entonces, Prigozhin encontró un lugar seguro, Bielorrusia, y la causa judicial se desactivó.

A partir de entonces, y principalmente desde Occidente, se habló, tanto en los medios, en redes sociales e incluso a niveles gubernamentales, del principio del fin de la autocracia de Putin, de su pérdida de fortaleza y apoyo interno, y cuanto pronóstico crítico al futuro inmediato de Rusia.

Obviamente, algunos analistas pro-rusos, han manifestado que por el contrario, la figura de Putin se reforzó, y que en realidad, Prigozhin, que hasta el fin de semana del ¿¿“levantamiento”??, conformaba el círculo más íntimo del presidente ruso, y habría sido elegido para protagonizar una hábil jugada política de Putin, para dejar al descubierto a los verdaderos “traidores”, una lectura que a prima facie parece algo disparatada, pero si se analiza en profundidad, tiene cierta lógica, pues nadie puede afirmar que Lukashenko tenga la estatura política para oficiar de “peace marker”, cuando es un títere de Putin, y además, llama la atención, que el lugar donde se va a acantonar el Grupo Wagner y su líder, es una antigua base militar, a 40 km. al sur de Minsk, capital de Bielorrusia, sobre la carretera M5, que no es otra, que la que se prolonga en Ucrania, como E95 y va directamente a Kiev, pero también cabe la posibilidad que la presencia de Prigozhin y la Wagner, podría ser una operación para evitar que los EE.UU. propicie un golpe de estado contra Lukashenko, pues no debemos olvidar, que a partir del 1° de este mes de julio, Rusia despliega misiles nucleares tácticos en territorio bielorruso.

Para quienes han estudiado la historia de Rusia, los tiempos en ruso no son los tiempos de Occidente, por lo tanto, sería prematuro afirmar categóricamente, si realmente Putin ha perdido poder o por el contrario, los eventos del 23 y 24 de junio ppdo., ha sido una hábil y riesgosa jugada de ajedrez político, y el presidente ruso sale fortalecido, lo que si se puede señalar y resaltar, que hay una dura pugna en las esferas del poder en torno al presidente ruso, y en donde se pueden identificar dos grupos, el Cártel de Moscú y el Cártel de San Petersburgo, entonces, si analizamos lo de Prigozhin en solitario, podemos concluir que estaba condenado al fracaso, excepto que se hubiera dado un golpe en el propio Moscú.

Dentro de la hipótesis de la pugna entre dos bandos, la misma involucra el complejo militar-industrial, hay “halcones” dentro del Kremlin que critican a Putin por no haber ordenado una operación similar a la que llevó a cabo la OTAN en la ex Yugoslavia, que durante tres meses bombardeo Belgrado, y no, haberse embarcado en una “guerra de desgaste”.

La puja entre el grupo de San Petersburgo y el de Moscú, cuyas caras visibles son el ministro de Defensa Sergei Shoigu y el general Valeri Gerasimov, también está enmarcada en la campaña electoral de marzo del 2024 y la cuestión de la reelección de Putin.

Otro detalle no menor, es que la crisis Putin-Wagner, se dio al cierre de los mercados y finalizó antes de la apertura de los mismos,¿ fue algo casual o una jugada política?, pues durante la crisis, las empresas rusas no han resultado perjudicadas.

Por su parte, entre mayo del 2022 y mayo del 2023, del presupuesto del Estado que maneja el Ministerio de Defensa, a cargo de Shoigu, se ha financiado a la Wagner por u$s. 1.000 millones, pero no olvidemos que esta empresa militar privada, además de tener un importante rol en las operaciones en pos de los intereses de Moscú en el África, sobre materias primas y RR.NN. estratégicos en pleno desarrollo de la 4ta. etapa de la Revolución Industrial, en el sector aurífero, tiene dos empresas, M Financial  y M. Inverts, que operan en el triángulo conformado por, República Centro Africana, Sudán y Libia, proporcionando al Estado ruso grandes dividendos en oro, sin olvidar que está presente en, los tres países mencionados más Ginea, Mali, Chad, República Democrática del Congo, Angola, Zimbawe, Zambia, Mozambique y Madagascar.

Ahora bien, en cuanto al entorno de Putin, tenemos a los oligarcas que lo apoyan desde tiempos de San Petersburgo, como Leonid Mikhelson de Novatek (gas natural) con una fortuna de u$s.22.600 mill., Alexei Mordashov de Severstal (acero y turismo) con u$s.20.500 mill., Vladimir Lisin de MLMK (acero y ferrocarriles) con u$s.21.600 mill., Alisher Usmanov de Metallo Invest (acero y oro) con u$s.19.000 mill., Vladimir Potanin de Onexibank y Minería (paladium, platino y niquel) con u$s.25.900 mill., Andrei Menilchenko de EuroChem (fertilizantes) con u$s.17.800 mill., Víktor Vekselberg de Renova Company (aluminio, petróleo, energía y telecomunicaciones) con u$s.16.700 mill. Roman Abramovich de Milihouse Company (commodities y futbol) con u$s. 16.700 mill, y Mikhail Prokhorov de Onexim Group (metales  preciosos) con u$s.13.800 millones.

Luego tenemos a los burócratas que se fueron formando en el círculo del Kremlin y que no vienen con Putin de la época de San Petersburgo, y que conforman el Cártel de Moscú y están en la estructura del mando militar, como el ministro de Defensa Sergei Shoigu, quién además tiene conexiones con otras empresas militares privadas competidoras de la Wagner, el general Valeri Gerasimov, Jefe del Ejército y el general Ruslan Tsalikov, también del ministerio de Defensa.

Como vemos, ambos grupos tienen intereses y poder, y conforman una intrincada red, y en este punto es muy interesante el estudio realizado por la politóloga rusa Tatiana Stanovaya, que describe 5 elites que rodean a Putin, la 1ra., integrada por los viejos amigos del presidente, de la época del 2000, como Dimitri Kostev, Director del Servicio Fral. de Protección, Alexei Rusevnoy, Director del Servicio de Seg. Presidencial, Antón Vaino, Jefe de la Administración presidencial y fue el interlocutor entre Prigozhin y Putin durante la crisis, Dimitri Peskov, Secretario de Prensa y Dimitri Medvedev, vice-presidente del Consejo de Seguridad. La 2da. está compuesta por socios, que fueron perdiendo influencia con el correr del tiempo, como algunos compañeros de la ex KGB, por el caso Igor Sechin, CEO de Rosneft, o Alexei Millar de Gazprom, o el economista Anatoli Chubais, quién estuvo a cargo del programa de privatizaciones de la industria y el comercio, todos estos con un perfil liberal y contrarios a que Rusia se aísle, y que debe tener una economía abierta al exterior. La 3ra. elite es la de los empresarios privados, y son algo así como el sustento financiero y propagandístico de los emprendimientos de Putin, como los hermanos Rotenberg, que se han visto perjudicados con el inicio de la guerra, o los hermanos Kovalchuk, Yuri es el banquero de Putin y Mikhail es el secretario de Ciencia y Alta Tecnología, son muy cercanos al presidente y no serían un peligro para éste y  dependen de él, aunque Yuri junto a Prigozhin, fundaron en su tiempo, un Movimiento Patriótico, por lo tanto, dentro de esta elite, podríamos incluir a Prigozhin, ya que conforma el grupo primigenio de San Petersburgo de 1990 y es el grupo enfrentado a los burócratas de Shoigu.

En cuanto a la 4ta. elite, es la de los tecnócratas, que han ido creciendo en la administración pública y colaboraron con Putin, como Viasheslav Volodin, ex asesor y pte. de la Duma estatal, Sergei Kiriyenko, el CEO de la importante Rosatom, la corporación estatal de energía nuclear y fue 1er. ministro de Boris Yeltsin, el actual canciller Sergei Lavrov, Antón Siluanov, ministro de Finanzas, y éste, es un grupo que busca desplazar al grupo de San Petersburgo por la gran influencia que tiene sobre Putin, y guardan fuerte relación con Shoigu, y a los que podemos sumar a Elvira Nabiullena, gobernadora del Banco Central, quién tomó acertadas decisiones para enfrentar las sanciones económicas de Occidente, y Sergei Sobianin, alcalde Moscú, con gran proyección política en Rusia y con posibilidades de suceder en un futuro a Putin, todos estos, están liderados por el 1er. ministro Mikhail Mishustin, quien no tiene vínculos con el ejército, ni con los amigos de Putin, y sería el personaje de tránsito en caso que tuviera éxito un golpe de estado a Putin.

La 5ta. elite es la de los “Concilieris” y los “dudosos protectores” de Putin, entre los primeros están, el ministro del Interior Vladimir Kolokotsev, ex funcionario de la ex KGB, y el ex ministro de Energía, Alexander Novak, quién carece de peso y no sería un riesgo para Putin, entre los segundos, que le deben el cargo al pte., están, Sergei Naryshkin, Director de Inteligencia Exterior, Víktor Zolotov, Jefe de la Guardia Nacional, y Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad, éstos si podrían constituir un peligro para Putin, pues están en áreas que pueden suministrar información falsa o como instrumentos de fuerzas para desplazar al presidente, y no hubieran visto con desagrado la acción de Prigozhin, y sino recordemos a los emperadores romanos traicionados por su guardia pretoriana.

Es posible que a raíz de los eventos de junio, Putin pueda saber quién es quién y a que juegan, lo que lo llevaría a crear una comisión para evaluar lo sucedido, luego tomar medidas, tanto estructurales como personales, una purga justificada, ¿habrá empezado con el general Sergei Surovikin? y diseñar una economía de guerra y una movilización más amplia, lo que implicaría una escalada en el conflicto.

En cuanto a si Putin se fortalecería tras tomar esas medidas, es posible, pero hay que tener en cuenta como reaccionaría el pueblo ruso, para lo cual nos sirve tener presente las variables de aprobación o desaprobación de la imagen del presidente desde 1999, por ejemplo, al llegar al poder tuvo una aprobación del 80%, mientras que en el 2011, el índice de desaprobación llegó al 40% al decidir volver a presentarse como candidato, pero esto se revierte en el 2014 con la anexión de Crimea, superando el 80% de aprobación, luego tiene una caída en el 2018, pero nunca cayó por debajo del 60%, por eso hay que esperar las mediciones del 2023, para saber si la imagen de Putin se ha dañado o no, en vista de las elecciones del 2024.

Finalizando la columna de hoy, más que una conclusión cabe un interrogante, ¿qué pasaría si colapsa Rusia?, pues bien, “Smuta” en ruso significa período de inestabilidad, que se puede apreciar a lo largo de la historia rusa, pero tomemos los colapsos de 1917 y 1991, donde podemos identificar tres etapas y factores que se dieron en ambos, en la 1ra., fue el revés geopolítico y desprestigio, que provocó fuertes reacciones internas, la 2da., ambos eventos fueron precedidos por actos para librarse del status quo, de la autocracia zarista y de la corrupción de los dirigentes del PC, y en la 3ra. etapa, el partido bolchevique toma el poder y fin del imperio de los zares, y en el 91, se desintegra el imperio soviético, y expuso la reivindicación identitaria y nacionalista, surge la figura de Yeltsin como alternativa a Gorvachov, pero no tuvo éxito en su mandato y llega la figura fuerte de Putin, con un discurso de revertir el retroceso de la influencia rusa, así se dan, la guerra con Georgia en el 2008 y la anexión de Crimea en el 2014, mientras que en el ámbito interno, cualquier manifestación opositora es víctima de la coacción gubernamental, es la autocracia de Putin, sin embargo, tanto después de 1917 como de 1991, Rusia se reconstruyó, ¿los factores?, una continuidad geográfica que posibilita una identificación del tejido social como rusos, aunque quizás la región del Cáucaso por cuestiones étnicas y religiosas, sería la excepción, y por supuesto, una histórica centralización del poder desde Ivan III a Nicolás II, pasando por Stalin y sus sucesores y ahora, Putin, todo lo cual ha privado de verdadera autonomía a ciertas regiones, y minimizar movimientos secesionistas, incluso la infraestructura gubernamental, ha privado las conexiones entre las provincias más alejadas y las potencias asiáticas, en síntesis, si ocurriera tras esta “Smuta”. un colapso tal, que impidiera la reconstrucción de Rusia, el vacío geopolítico y estratégico emergente, sería aprovechado por las demás potencias para hacerse con los activos rusos y un conflicto a gran escala sería posible con serias consecuencias globales.

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