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No todo lo que brilla es oro, la otra cara de Ucrania,y ¿qué es y quienes son el Batallón Azov?

Profesor Luis Fuensalida

Por Luis Fuensalida

Este fin de semana pasada, además de seguir atentamente el ballotage en Francia, que dio como ganador por segunda vez al presidente Emmanuel Macron sobre la candidata ultraderechista Marine Le Pen, que si bien volvió a perder en 2da. vuelta, aumentó su caudal de votos en relación al 2017, pero mi atención estuvo en un programa de noticias donde la corresponsal de guerra sudafricana Lara Logan apuntó de como los medios occidentales son insidiosamente parciales en la cobertura de la guerra en Ucrania.

Si bien lo reseñado por la periodista fue breve es objetiva, sinceramente estoy de acuerdo con sus dichos, y por supuesto que es condenable la invasión rusa, pues viola todos los principios del Derecho Internacional y la misma Carta de la ONU, tal como es evidente que el presidente ruso Vladimir Putin es un autócrata, pero, como lo señalé en mis primeras columnas sobre el conflicto ucraniano, los EE.UU. y la OTAN, también son responsables de no haber cumplido con la palabra empeñada, dada al entonces premier soviético Mijail Gorbachov, de no expandirse ni un metro hacia Europa Oriental, más precisamente, hacia aquella zona que era de influencia de Moscú durante la Guerra Fría.

Dicho esto, esta columna será la primera parte para demostrar que Ucrania nunca ha sido una verdadera democracia, sino una imperfecta imitación de la misma, donde el poder real reside en un pequeño grupo de oligarcas, un régimen que adolece de una corrupción endémica y de distintas actividades relacionadas con grupos mafiosos y un paraíso para el lavado de activos, y sin olvidar que también cuenta con un significativo residual de xenofobia, de ultranacionalismo y de neonazis, aún cuando quién como hoy ejerza la presidencia, Volodomir Zelensky, sea judío, por eso los “buenos” no son todo lo bueno, y las víctimas son la gran mayoría del pueblo ucraniano, como también los rusos que no se resignan a vivir bajo una autocracia.

En una anterior columna, creo que a principios de marzo ppdo., abordé los antecedentes de antisemitismo en Ucrania, desde mediados del Siglo XVII hasta las matanzas y persecuciones de judíos durante la 2da. Guerra Mundial por parte de escuadrones ucranianos nazis que formaron parte de las Divisiones extranjeras de las SS, por lo que hoy les mostraré una agrupación que es contemporánea y con una significativa actividad militar en el contexto del actual conflicto armado, de fuerte perfil ultraderechista.

Como lo señalé en el final del título de la columna, la pregunta es, ¿qué es y quienes son el Batallón Azov?, que recientemente han defendido la ciudad de Mariupol.

Pues bien, tras la revolución de Maidán en el 2013, que obligó a la dimisión y huída del presidente pro-ruso Víktor Yanukovich, al año siguiente estalló el conflicto separatista en la región del Donbás, y en ese contexto, el 5 de mayo del 2014 se funda la agrupación Batallón Azov en la ciudad Berdyansk, su fundador es Andrly Biletsky, un ucraniano de 42 años, profesor de Historia egresado de la Universidad de Járkov y uno de los más relevantes pensadores de la extrema derecha.

Algunos de sus integrantes, formaron anteriormente un pequeño pero activo grupo ultraderechista denominado “Sector Derecho” y a partir de aquella base, en la actualidad la totalidad de sus integrantes son nacionalistas, ultraderechistas y acusados de neonazis, pues tienen estrechos vínculos con otros grupos supremacistas blancos y reivindicadores de la ideología nacional-socialista del III Reich, tanto en Europa y como en los EE.UU..

Quizás, esa identificación con lo nazi también se asocia al escudo de la agrupación, que posee los colores azul celeste y amarillo y en la parte inferior el tridente, símbolos patrios ucranianos, y sobre éstos, en primer plano la runa denominada “WolfsAngel” o “El Ángel Lobo”, emblema utilizado en la 2da. Guerra Mundial por una División Panzer de las SS, y detrás, en color blanco el Sol Negro, que retrotrae a simple vista, a la cruz esvástica del nazismo, lo que va en línea con lo declarado en marzo del 2015 por el portavoz del Batallón, Andrly Diachenko, quién reconoció en una entrevista al medio USA TODAY que el 20% de sus miembros son neonazis.

Entre el 2015 y 2016, se creó el brazo político, con la denominación “Cuerpo Nacional”, junto con la dimisión como comandante de Biletsky, quién pasó a formar parte del Parlamento hasta el 2019. esto se debió a que el Batallón Azov pasó a integrar, como un regimiento más, la Guardia Nacional que está bajo la órbita del Ministerio del Interior, e incluido desde entonces en la estructura del Ejército ucraniano, siendo su actual comandante, Denys Projipenko o Prokopenko, de 30 años, que antes del estallido del conflicto en el Donbás, era el líder de los ultras, o como les decimos por estos pagos “barras bravas”, del Dínamo de Kiev, algo que no es nuevo, pues en los inicios del Batallón, un importante número de ultras del Metalist Khardiv F.C. de la ciudad de Járkov, fueron la base de la agrupación.

En la actualidad, el ahora denominado Regimiento Azov, cuenta con algo más de 1.500 efectivos, posee sus propia artillería y unidad de blindados y tanques, y a partir del 2021, el regimiento inició una activa campaña de formación de líderes juveniles para el movimiento, además cuenta con su canal en Telegram, y en su historial se destaca el haber recuperado de manos de los separatistas pro-rusos la ciudad de Mariupol, la misma que ha defendido en el presente de la embestida de las fuerzas del Kremlin, y su comandante, el citado Projipenko, le fue conferido el pasado 22 de marzo, el título de “Héroe Nacional” por el presidente Zelensky.

Veamos ahora los vínculos internacionales, la agrupación político-militar Azov, esta relacionada con otras agrupaciones neonazis y ultranacionalistas de Alemania, Italia, España, Francia y Suecia, y con supremacistas blancos en los EE.UU., por lo que se la acusado a la agrupación ucraniana, por ejemplo, por el gobierno de Beijing, de asesorar a la organización de los Paraguas Negros, que lideran las manifestaciones y revueltas en Hong Kong, también el gobierno de Nueva Zelanda ha denunciado al Batallón Azov, en relación al atentado terrorista perpetrado el 15 de marzo del 2019, en la localidad de Christchurch contra dos mezquitas, con un saldo de 51 personas asesinadas por Brenton Tarrant, quién lucía la insignia de Azov y se había estado entrenando para el ataque en Ucrania, por su parte, tanto desde Human Rights Watch como el Alto Comisionado para los DD.HH. de la ONU, han realizado denuncias contra el grupo por su accionar en el Este de Ucrania en tanto a torturas y crímenes de guerra, y por otro lado, hay que señalar el doble rasero de Washington, ya que en el 2018 en un Informe del Depto. de Estado denunció que la agrupación atacó y destruyó un asentamiento de gitanos romaní ubicado a las afueras de Kiev, con la complicidad y pasividad de la policía local, pero por otro lado, la CIA habría entrenado y capacitado a miembros de un comando especial de Azov, sin olvidar, que Olena Semenyaka, a cargo del Depto. Internacional del brazo político del grupo, asistió en el 2019 al Foro Scanza, la agrupación de ultraderecha extremista sueca, y lo hizo junto con el líder neonazi británico Mark Collet, pero todo estas acusaciones fueron desmentidas, en particular de profesar la ideología nazi, culpando a campañas de información falsas, según una publicación del 2019 en el periódico Ukrayinka Pravda.

Dentro de lo que denomino, vínculos internacionales, cabe agregar el tema de los combatientes extranjeros que forman parte de Azov, que ya desde sus orígenes han militado elementos extranjeros que comulgan con la ideología del supremacismo blanco y extremistas de ultraderecha, algo que se ha potenciado recientemente, en oportunidad en que el presidente Zelensky realizó el llamado, de forma genérica, de voluntarios de otros países, para que se unan en la lucha contra la invasión rusa, y se estima que en la actualidad entre sus filas, Azov cuenta con combatientes de al menos 22 países, y lo preocupante de esto es, la experiencia en combate y el manejo de explosivos que adquieran esos elementos extranjeros, que luego puedan utilizarlas en ataques terroristas de connotación xenófoba al volver a sus países de origen, y valga de ejemplo, lo ocurrido en el 2020, cuando Ucrania deportó a los EE.UU. a dos ciudadanos estadounidenses del grupo neonazi Atomwaffen División, una organización terrorista formada en el 2015 en el Sur de los EE.UU. los que intentaron adquirir experiencia de combate en el Batallón Azov.

Finalizando la columna de hoy, quiero señalar dos puntos más, el primero es la paradoja de los extremismos de derecha, pues Rusia también cuenta con la otra cara de la moneda, el RIM o Russian Imperial Movement, que es una milicia de ultraderecha con sede en San Petersburgo, y que en el 2020 fue catalogado por el Depto. de Estado de los EE.UU. como un grupo supremacista terrorista global, y que si bien en el panorama político interno ruso se ubica en la oposición a Putin, en relación al conflicto ucraniano apoya al Kremlin y entrena militantes rusos para que se unan a los separatistas ucranianos pro-Rusia en la región del Donbás, es decir, estamos frente a un enfrentamiento de ultranacionalistas, y lo segundo, sirve como adelanto de la próxima columna en que abordaré la poderosa oligarquía ucraniana, la cual en relación al Batallón Azov, en sus comienzos fue financiado por un grupo de oligarcas del Este ucraniano, por eso me parece bien terminar con una frase de un amigo, que charlando el fin de semana sobre estos temas y el rol de los medios, dijo,”…es la operación de los medios occidentales en una época en la que lo políticamente correcto es la Nueva Religión…”, una gran síntesis.-

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