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El arduo camino hacia la paz entre Israel y Jordania

Por Yehuda Krell

El 26 de octubre de 1994 se firmó el acuerdo de paz entre Israel y Jordania. En una sentida ceremonia realizada en la Aravá, frontera jordano israelí, estamparon sus firmas en el crucial documento el Primer Ministro israelí Ytzjak Rabin y el Rey Hussein de Jordania, ante la presencia del presidente de los USA Bill Clinton, quien firmó como testigo. Se cerraba así un largo y arduo proceso que llevó décadas, durante las cuales varios líderes israelíes y jordanos intentaron sin éxito establecer un reconocimiento mutuo mediante relaciones diplomáticas plenas.

Desde el Plan de Partición de Palestina aprobado en la ONU el 29 de noviembre de 1947, los dirigentes del Ishuv buscaron denodadamente un acuerdo con el reino de Jordania. El 10 de mayo de 1948, cuatro días antes de la declaración de la independencia del Estado de Israel, Golda Meir acompañada por Ezra Danin viajaron en  secreto al palacio del entonces rey jordano Abdalah, en Amán, con la intención de persuadirlo de no unirse a la inminente guerra árabe israelí.

La posición de Abdalah era difícil, con anterioridad el rey les había prometido a los líderes del Ishuv en llevar adelante la anexión a su reino de la parte árabe de Palestina sin atacar al futuro Estado judío. Pero el estallido de la guerra entre árabes y judíos en tiempos de la retirada británica, el éxodo palestino, y la presión de los otros Estados miembros de la Liga Árabe lo obligaban a implicarse directamente en la guerra.

Al regresar Goda Meir del encuentro secreto, le informó a David Ben Gurión sobre el desarrollo del encuentro. Le relató que el mismo fue amistoso, que el monarca no negó sus promesas previas en torno a un arreglo deseable, pero no podía cumplir con lo prometido y como solución ofreció a los judíos una autonomía bajo un reino hachemita ampliado. Añadió que no estaba interesado en una invasión al territorio adjudicado al Estado judío, y reconocía que la situación era volátil y que podía cambiar de actitud. Golda Meir se llevó la impresión que el rey le dio a entender que una vez concluida la guerra se podría llegar a un acuerdo con el futuro Estado judío.

Pero los hechos bélicos posteriores desvanecieron esas impresiones, la guerra entre Jordania e Israel estalló en toda su intensidad. A la firma del armisticio en abril de 1949, Jordania tenía completo control de Cisjordania y de la Ciudad Vieja de Jerusalén, a las que anexó formalmente a su territorio. En la Ciudad Santa, el barrio judío y sus antiguas sinagogas fueron destruidos, y no se permitió a los judíos acceder a sus lugares sagrados durante 20 años.

Durante las siguientes cuatro décadas, se desarrollaron varios hechos que dificultaron la búsqueda de un acuerdo entre las partes. A fines de los años 50, Israel colaboró con Jordania quien se oponía ingresar a la RAU, una unión político militar entre Egipto y Siria, quienes intentaban desestabilizar al reino hachemita. Para oponerse a dicha alianza, el gobierno jordano necesitaba saber si Israel no se aprovecharía de esta situación para dañar a Jordania. Fue el primer paso en una asociación no oficial entre los dos países, que no prosperó.

En la Guerra de los 6 Días, 1967, el rey Hussein se unió al bloque árabe en una guerra contra Israel. Según Moshe Dayan, esto se debió a la fortaleza y unificación del bloque en el mundo árabe y a la falta de voluntad de Jordania para aislarse. Al finalizar la contienda el reino hachemita había perdido toda la Cisjordania con Jerusalén Este.

Ante la nueva realidad geopolítica creada por la breve guerra y la instalación del tema palestino, en 1970 se llevó a cabo un intento de golpe de la OLP en Jordania. Para apoyar la rebelión palestina, los tanques sirios invadieron territorio jordano. Israel acudió en auxilio de Jordania, Tzahal concentró sus fuerzas cerca de su frontera con Siria y su fuerza aérea patrulló los cielos jordanos. Estas medidas obligaron a los sirios a retirarse de Jordania. El golpe fracasó, con la consabida sangrienta expulsión de la OLP del territorio jordano en el conocido Septiembre Negro.

Durante la Guerra de Yom Kipur de 1973, el rey Hussein rehusó a participar en la guerra, mantenía fresco el recuerdo del precio que debió pagar en 1967. Tanto Israel como Jordania hicieron significativos esfuerzos para no agravar la atmósfera bélica entre ellos evitando el choque armado.

Durante abril de 1987, comenzaron a mantenerse conversaciones secretas de alto rango de ambos países. Pero conflictos de la política interna israelí en tiempos del Primer Ministro Ytzjak Shamir y la primera Intifada que estalló en diciembre del mismo año no permitieron alcanzar acuerdos plenos. Fue a patir de la conferencia de Madrid en 1991, en la que participó una delegación conjunta jordano-palestina que comenzó a tomar forma el debate sobre una posible paz.

Fue el presidente de USA, Bill Clinton, que aspiraba obtener logros políticos en el Medio Oriente, quien presionó a Hussein para que se uniera al llamado ‘carro de la paz’. Amén de los beneficios que Clinton le prometió a Hussein, se llevaron a cabo conversaciones entre Israel y Jordania, que luego de varias y controversiales reuniones secretas entre los máximos líderes, desembocaron en un encuentro entre Rabin, Hussein y Clinton en la Casa Blanca con la publicación de la ‘Declaración de Washington’ que puso fin al estado de guerra entre los dos países.

En julio de 1994, ‘Abd al-Salam al-Majali, el Primer Ministro de Jordania, declaró ‘el fin de la era de la guerra’, el canciller israelí Shimon Peres afirmó que ‘ha llegado el momento de la paz’ entre los dos países. Rabin y Hussein sostuvieron una cumbre con Bill Clinton en la Casa Blanca en Washington, y el 25 de julio de 1994, se llevó a cabo la firma del acuerdo en los jardines de la Casa Blanca. La ceremonia de firma del acuerdo de paz entre Israel y Jordania se llevó a cabo el 26 de octubre de 1994 en la Aravá.

El tratado comprende seis puntos principales que se refieren a la demarcación de la frontera, asuntos referentes a los recursos hídricos, a la seguridad, a la libertad de movimiento, a los lugares de relevancia histórica y religiosa y a los refugiados y personas desplazadas.

En el mundo árabe, el gobierno egipcio acogió con satisfacción la firma de los acuerdos, el gobierno sirio no respondió ni positiva ni negativamente. Unos veinte minutos antes de la firma del acuerdo en la Aravá, la organización Hezbollah disparó granadas de mortero desde el sur del Líbano sobre el llamado Dedo de Galilea. En los últimos años, se han hecho avances en el tema de la paz en el Medio Oriente, hace poco se cumplió un año de los ‘Acuerdos de Abraham’, pero mucho queda aún por hacerse. Hoy, al cumplirse 27 años del acuerdo de paz jordano israelí sigue vigente el llamado que hizo Ytzjak Rabin al decir, que se debe ‘luchar contra el terrorismo como si no hubiera paz y hacer la paz como si no hubiera terror’, porque sin paz solo queda el terror.

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