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A 80 años del establecimiento del Gueto de Varsovia

Hoy se cumplen 80 años del establecimiento del Gueto de Varsovia, considerado el más grande de los guetos judíos de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes lo crearon el 12 de octubre de 1940, y en su máxima ocupación llegó a contar con unas 450.000 personas.

Un año antes, el 2 de octubre de 1939, el ejército alemán desfilaba victorioso por las calles de Varsovia. Inmediatamente después de la ocupación, los alemanes comenzaron una cruel tarea de limpieza étnica y política: asesinaron a unos 15.000 miembros de la intelectualidad polaca, cerca de dos millones de polacos fueron expulsados de sus hogares y se confiscaron sus casas y bienes, se cerraron periódicos, bibliotecas y museos, y se impusieron restricciones legales al uso del idioma polaco.

Pero aún más grave fue la política de los nazis hacia los judíos polacos. Dos días después de la conquista de la ciudad de Varsovia, las autoridades de ocupación ordenaron el establecimiento de un consejo judío: el ‘Judenrat’. La Gestapo nombró al ingeniero Adam Chernyakov presidente del mismo, y su función era cumplir con todas las órdenes de la autoridad militar de la ciudad.

El 4 de noviembre, el Departamento de Asuntos Judíos de la Gestapo emitió una orden para crear una ‘zona residencial judía en la ciudad de Varsovia como medida de precaución contra la epidemia de tifus’. Los jefes del Judenrat recibieron instrucciones de trasladar a los judíos a una zona determinada en un lapso de tres días, bajo la amenaza que sus miembros serían ejecutados. Ante la queja del Comité judío, la Gestapo postergó la orden por unos meses.

El 12 de octubre de 1940, día de Yom Kipur, se confirmó la orden que a los judíos de la ciudad no se les permitía vivir en ella excepto en el lugar designado. Aproximadamente 100.000 polacos no judíos fueron evacuados del área y reemplazados por 180.000 judíos, uniéndose a los 200.000 que ya vivían allí. La comunidad judía, que representaba el 38% de la población de la ciudad, quedó hacinada en un espacio que representaba solo el 2% de su área.

El gueto quedó sellado por un alto muro que lo separaba del resto de la ciudad y los nazis se encargaron de mantener en el gueto condiciones de hacinamiento, hambre y pésimas condiciones sanitarias, con la intención de elevar la tasa de mortalidad.

Una vez aislado el gueto, el Judenrat se convirtió en la única autoridad gobernante en él, estando directamente subordinado a las autoridades de ocupación y al departamento judío de la Gestapo. El Comité se convirtió en realidad en una herramienta en manos de los alemanes para cumplir con sus objetivos de diezmar a la comunidad judía. Se estableció una ‘Policía Judía’, cuya función era hacer cumplir el orden y la ley bajo los auspicios del Judenrat.

Poco podían hacer los esfuerzos del Judenrat y demás organizaciones judías para paliar las pésimas condiciones de vida en el gueto. Sin embargo, surgieron centros solventados por el Comité Conjunto Judío-Estadounidense de Distribución, American-Jewish Joint Distribution Committee, que organizaron comedores en los que se servían gratuitamente platos de sopa y se distribuían alimentos a los desposeídos. Durante 1941 estos comedores llegaron a alimentar a dos tercios de la población del gueto.

Por un corto período, el Judenrat logró organizar cuatro escuelas primarias para los niños de los grados inferiores, y además existía un extenso sistema clandestino de educación organizado por las organizaciones juveniles. El Comité además, era responsable de los hospitales y orfanatos que funcionaban en el gueto.

En el campo de la salud, como había profesionales en prácticamente todas las áreas de la medicina, se crearon comités de saneamiento, grupos de desinfección, casas de aislamiento para los pacientes con enfermedades infecciosas, una organización para la lucha contra la tuberculosis, entre varios centros sanitarios más.

Se desarrolló una vida cultural que incluía una prensa diaria, en ocasiones clandestina, en yidish, polaco y hebreo. Se daban conciertos de música clásica y de jazz, también se realizaron obras de teatro y exposiciones de arte. La actividad religiosa incluyó celebraciones judías permitidas, y también se realizaban ceremonias clandestinas en domicilios particulares.

Uno de los más notables esfuerzos de preservación cultural fue liderado por el historiador Emanuel Ringelblum y su grupo Oneg Shabat, que recolectó documentos de personas de todas las edades para crear un registro histórico social de la vida en el gueto. Se estima que cerca de 50.000 documentos históricos fueron escondidos de los alemanes que permiten hoy servir como una fuente primaria de investigación sobre el gueto de Varsovia.

Pero el hambre, el hacinamiento, el agotamiento y la angustia mental severa, provocaron muchas enfermedades y pestes. La asignación de comida a los judíos del gueto fue de 184 calorías por día por persona, aproximadamente el 15% de la cantidad requerida para una persona trabajadora o un adolescente. Los cadáveres comenzaron a amontonarse en las calles. En el primer año hubo 43.258 muertes, de las cuales un tercio se debió a desnutrición.

El 21 de julio de 1942, el régimen nazi le informó al Judenrat que las autoridades militares estaban a punto de evacuar el gueto hacia el Este. La cuota que debía proporcionar la dirigencia judía era de 6.000 personas por día para ser evacuadas.

Durante los dos primeros días, la evacuación se llevó a cabo según lo exigido por los nazis. Pero el 23 de julio, al Judenrat se le requirió aumentar la cantidad a 7,000 personas diarias y dos días después a 10,000 personas por día. El presidente del Judenrat, Adam Chernyakov, conocía el verdadero destino de los judíos deportados, sentía que no podía decidir sobre la vida o muerte de su gente por lo que decidió quitarse la vida.

A partir de comienzos del mes de agosto del año 1942, las calles del gueto de Varsovia comenzaron a vaciarse. El tejido social del gueto estaba destruido. Los dirigentes de los movimientos juveniles incitaban a la rebelión armada lanzando llamamientos tales como: ‘judíos no vayan’, y ‘Treblinka significa muerte’.

Las políticas de los consejos judíos a colaborar con el régimen nazi habían fracasado rotundamente; surgió y se impuso un liderazgo alternativo, el de los líderes de los movimientos juveniles. El 1° de enero de 1942, se difundió una proclama revolucionaria que comenzaba con un conmovedor llamado: ‘¡No marchemos como ovejas al matadero!’, y finalizaba demandando, ‘Es verdad que somos débiles e indefensos. Pero la resistencia es la única respuesta frente al enemigo! Hermanos! Es preferible caer como combatientes libres que vivir por la gracia de los asesinos. Resistid! Hasta el último soplo’.

Fue un punto de inflexión, se ingresaba así a la lucha armada de aquellos jóvenes que se negaron a acatar las órdenes nazis y se enfrentaron a la política del Judenrat, e hicieron del levantamiento del gueto una de las mayores cumbres del heroísmo judío de su historia moderna. Para los jóvenes rebeldes fue la única respuesta posible, aunque sabían que no podían esperar la victoria, ni la salvación, ni la redención.

Por el profesor, Yehuda Krell.

Reproducción autorizada por Radio Jai citando la fuente.

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