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La versión ultraortodoxa de “Monólogos de la Vagina”

Cinco judías ortodoxas contaron sus experiencias en un libro inspirado en el best seller mundial. Religión, sexualidad, feminismo y tabúes que empiezan a derrumbarse.

Una judía religiosa que secretamente se siente atraída por otras mujeres, otra que carga con un trauma por una agresión sexual en un campamento ortodoxo y el sufrimiento de culpa por vulnerar la ley que impide el contacto físico con hombres. “Monólogos del lugar”, inspirado en la obra “Monólogos de la Vagina”, reúne historias sobre sexualidad y género de mujeres judías ultraortodoxas.

El libro recopila cuentos, poemas y reflexiones, algunas de ellas anónimas, sobre la particular realidad femenina de los sectores ortodoxos, especialmente en la comunidad judía estadounidense. Y el nombre, que reemplaza a la palabra “vagina” por un discreto “lugar”, refleja una realidad llenas de tabúes en este sector que este libro intenta desenterrar.

“Quiero que lo lean mujeres judías, especialmente aquellas observantes, para que se identifiquen y sientan que no están solas en este mundo. Pero también hombres judíos y personas ajenas a la comunidad para que nos conozcan y aprendan”, cuenta Rivka Cohen desde Jerusalem, una de las cinco autoras, cuya presentación se realizó en el marco de la Alianza Feminista Judía Ortodoxa (JOFA).

Algunas de las historias se refieren a situaciones particulares de la vida judía, como los pensamientos de dos mujeres que se sumergen en la mikve después de un período menstrual, y otras abarcan experiencias más universales como agresiones sexuales y sus consecuencias a largo plazo.

Rebecca Zimilover, editora del libro que vive en Nueva York, reconoció que el libro fue inspirado en la obra “Monólogos de la Vagina” que escribió la autora judía estadounidense Eva Ensler y conoció el mundo a través de diferentes formatos. “Me asombraron los monólogos personales que mezclan emociones con humor, eso despertó una profunda simpatía en mí”, cuenta sobre el origen de su militancia feminista en la JOFA, ámbito en el que se comenzó a gestar este proyecto.

Antes de conocer estas historias Zimilover vivió la suya, y recuerda que pese a haber estudiado en una escuela “ortodoxa moderna y agradable” la sexualidad no se abordaba en absoluto. “No recibimos clases de educación sexual, todo se reducía a aprender sobre la pureza familiar, ir a la mikve, el matrimonio y cómo se debe comportar una mujer con su esposo, sin ningún abordaje sobre el cuerpo o la sexualidad fuera del matrimonio”, describe.
“Mi madre asumió que lo estaba aprendiendo en la escuela, pero me gradué sin saber nada sobre sexualidad. Algunas de nosotras hacíamos cosas que según nuestros maestros eran ‘demasiado avanzadas’ desde lo sexual, pero ni sabíamos qué estábamos haciendo y nadie nos ayudaba a entenderlo”, agrega la editora.

Cohen, por su parte, cuenta en el libro el sentimiento de culpa que la atrapó la primera vez que violó las leyes religiosas que restringen el contacto físico con hombres. “Lo respetaba desde los 12 años y forma parte de lo soy, el camino que elegí y mi actitud hacia la sexualidad”, afirma.

“Creo que me hizo mucho daño porque todo se dividía en blanco y negro. Solía pensar que no respetar esa norma era equivalente a hacer cosas con todo el mundo, que por supuesto no es saludable, y forma parte de la flagrante falta de conocimiento sobre lo que significa el consentimiento y los límites”, analiza.

Si bien hoy Cohen cuenta su historia sin tapujos, esta apertura hacia la comunidad es compleja y hay detalles de su vida que no se atreve a revelar. “Algunas partes las escribí desde el anonimato porque pensé que eran importantes, pero me incomodaba la reacción de la sociedad, hay cuestiones muy íntimas como para compartir con extraños”, dice.
A pesar de las barreras difíciles de romper, Cohen también asegura que el movimiento “Me Too” repercutió positivamente en la comunidad ortodoxa estadounidense y Zimilover sostiene que en estos sectores se está experimentando una saludable apertura para discutir estos temas. “La JOFA está haciendo un trabajo excelente”, asevera.

“Pareciera haber mayor apertura y liberalismo en algunas corrientes ortodoxas, pero todavía queda un largo camino por recorrer y este libro puede estimular a más personas”, opina Cohen. Su compañera, en tanto, completa el panorama recordando que en la extrema derecha ortodoxa todavía existen “periódicos comunitarios que prohíben la publicación de fotografías de mujeres”.

Con información de Ynet.

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