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Septiembre, un mes para mirar las huellas en el pasado y un presente no exento de obstáculos

El 15 de septiembre se firmó el Acuerdo de Abraham entre el Estado de Israel y Emiratos Árabes Unidos, un nuevo paso histórico en el largo camino de relaciones entre el Estado Judío y los países árabes, que se inició allá por 1979 con la firma de los Acuerdos de Camp Davis con el Egipto de Anwar al Sadat, y continuó en 1994 con el Tratado de Paz con la Jordania del entonces rey Hussein.

Pero hace precisamente medio siglo, Jordania vivía momentos violentos y peligrosos para la casa real hashemita, lo que llevó al rey Hussein a abrir los ojos y reconocer la verdadera cara del terrorismo palestino, encarnado en aquel entonces en la OLP.

Recordemos que Jordania había perdido el territorio de Cisjordania tras la Guerra de los Seis Días en 1967, lo que obligó a los grupos terroristas palestinos, conocidos como fedayines, a trasladar sus bases a tierras jordanas e incrementando el número de refugiados, pero con el objetivo de ir creando un estado dentro del estado hashemita, así fueron tomando barriadas en la propia capital jordana Aman e incluso a tomar Irbid, desconociendo las leyes y regulaciones del país anfitrión, y alimentando una situación de violencia y convulsiones que buscaba desestabilizar la monarquía, bajo la consigna “Palestina es Jordania y Jordania es Palestina”.

La gravedad de la situación llevó a que en junio de 1970 a un estado de guerra entre la OLP y la monarquía jordana, que se expresó a través de violentos choques entre los fedayines y el ejercito real, y por supuesto, a que el Hussein buscara deshacerse de los palestinos.

En septiembre se dieron los sucesos de Dawson´s Field y dos atentados contra la vida Hussein, fue la gota que derramó la copa, por un lado, integrantes del grupo FPLP, dirigidos por George Habash, secuestraron tres vuelos comerciales, uno de TWA, otro de Swissair y el tercero de BOAC, todos el 6 de ese mes y luego, el 9 hicieron lo propio con un vuelo de British Airways, mantuvieron a los pasajeros como rehenes por algunos días e hicieron explotar las aeronaves delante de la prensa internacional, a vez que tomaban la ciudad de Irbid, a todo esto, el 1 de septiembre habían llevado a cabo dos intentos de asesinar al monarca hashemí.

Así las cosas, el 15 de septiembre, Hussein convocó en su residencia real de Al Hummar a su gabinete y al estado mayor de las FF.AA., para resolver de una vez por todas el problema de los fedayines, es decir, terminar con la amenaza de la OLP en Jordania. Al día siguiente, tras disolver al gabinete y nombrar a Muhammad Daoud, un palestino leal a la monarquía, para dirigir un gobierno militar, se declaró la Ley Marcial, a lo que siguió el día 17 con una ofensiva de 60ª. Brigada blindada del ejército real y fuerzas especiales de la Legión Jordana.

Los enfrentamientos fueron sangrientos y se prolongaron durante 10 días, donde las FF.AA. jordanas recuperaron barriadas en la capital, Aman, que estaban en poder de los fedayines, como también operaciones para recuperar Iribid y otras localidades como, Jerash, Zarqa y As Salt, pero la resistencia palestina llevó al término de esos 10 días a un punto muerto y que países árabes presionaran al rey Hussein a detener la ofensiva.

Uno de los países árabes, la Siria del entonces presidente Ahmad al Khatib, intentó auxiliar a los fedayines enviando hacia la frontera sirio jordana, a una División del Ejército por la Liberación Palestina o ELP, pero la acción fue disuadida por el accionar de la Fuerza Aérea israelí sobre ese contingente, una operación ordenada por la 1er. ministra Golda Meir tras acordar con el entonces presidente estadounidense Richard Nixon, preocupado por perder un aliado, Jordania, en aquella región, las consecuencias de este evento fue la caída del presidente sirio y el acceso al poder del general Hafez al Assad, quién gobernó a Siria durante 30 años y que hoy lo sucede su hijo Bashar al Assad.

Pero volviendo a la situación entre la monarquía hashemita y los palestinos, el 27 de septiembre se reunieron en El Cairo, el rey Hussein y el líder de la OLP Yasser Arafat, firmando un acuerdo por el cual la presencia y las actividades de los fedayines estaría limitada al sector de la frontera israelí jordana. Al día siguiente, el 28 de septiembre, Arafat y la OLP sufrirían la pérdida de su gran aliado, el presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, quién moría de un infarto, y con el prácticamente se desvanecía el Panarabismo.

Ese mes de Septiembre de 1970, se conoce como “Septiembre Negro”, y las consecuencias fueron, por un lado, la política de jordanización por parte del rey Hussein y restablecer el poder de la monarquía y del estado hashemita, y reposicionar a Jordania en relación a Israel, que quedo de manifiesto al no sumarse a Egipto y a Siria en la Guerra de Iom Kippur tres años más tarde, por otro parte, más allá del deceso de Nasser, fue el final del Panarabismo porque durante el conflicto quedó en manifiesto la desunión de los árabes, y para los terroristas de la OLP y parte de la población palestina, significó la emigración hacia el Líbano y Siria, pero también la conformación de un grupo que tomó la denominación de Septiembre Negro que llevó a cabo virulentos atentados y secuestros en Occidente, en particular en Europa, y que lamentablemente fue el responsable de la masacre de Munich, en los primeros días de septiembre de 1972, donde fueron asesinados 11 atletas israelíes que participaban de los Juegos Olímpicos, y que motivó la repuesta de Israel, llevando a cabo las operaciones, Primavera de la Juventud, entre el 9 y 10 de abril de 1973, donde la brigada Shayeret Matkal al mando de Ehud Barak, realizó una incursión punitiva en el sector controlado por la OLP en Beirut y en también en la ciudad de Sidón, y la operación Ira de Dios, que estuvo en manos del Mossad, el objetivo de ambas fue la eliminación de los responsables de Munich, el último de los cuales, Ali Hassan Salameh, apodado el Príncipe Rojo, murió en enero de 1979 al explotar el vehículo en que viajaba por una calle de Beirut.

Ahora, a cincuenta años de aquel Septiembre Negro, parece darse un Septiembre con ciertos puntos de coincidencia y con otros diametralmente opuestos, en principio, de aquel rey Hussein de Jordania que abrió los ojos y vio la verdadera cara del terrorismo palestino, hoy otros líderes árabes se avienen a ver la realidad y a reconocer al Estado de Israel y a su legítimo derecho de existir y entablar relaciones, siguiendo a lo hecho en el pasado por Egipto y Jordania, en el presente por los Emiratos Árabes Unidos, y tal como quedó plasmado en las conversaciones del viernes pasado entre el 1er. ministro Bibi Netanyahu y el rey Hamad bin al Khalifa de Bahrein, un próximo acuerdo con ese país árabe, a los que se podrían sumar Marruecos con quién hay buenas relaciones con el rey Mohamed VI, y porque no, con el Reino de Arabia Saudita, hoy aliado estratégico de Israel contra el expansionismo de Irán y sus aliados, y que más allá de que sería un quiebre importante en la geopolítica de Oriente Medio, también tendría consecuencias en otros países musulmanes, puesto que no olvidemos que en el Reino Saudí se encuentra el lugar más sagrado del Islam, La Meca, y que obliga a sus fieles a cumplir con uno de sus fundamentales pilares, la Hagg o Peregrinación a ese sitio santo para el Islam, por eso hay que ir analizando en particular a cada país árabe teniendo en cuenta su situación interna y regional, pero será tema para una próxima columna.

Por lo reseñado, en estos días de Septiembre, según el calendario Gregoriano, y los últimos del mes hebreo de Elul, cuando finaliza el año 5780 y nos encontramos para festejar Rosh Hashaná, se avizora la posibilidad que el 5781 pueda ser de construcción de un Oriente Medio en el que prime las relaciones de cooperación y convivencia entre aquellos actores que apuestan por el respeto y reconocimiento mutuo, y conformar un bloque sólido para enfrentar a quienes profesan el odio y el terrorismo.

Para finalizar la última columna del 5780, mi sinceros deseos de que pese a este particular momento que vivimos todos, tengamos un Rosh Hashaná unidos en el Amor y en la Fe, y que el sonido del Shofar que se hizo escuchar en ocasión de la reconquista de Jerusalén en Kotel Hamaaraví en 1967, su sonido hoy, en ocasión de la plegaria matutina, nos inspire la esperanza de una Paz tan anhelada como justa, a todas y todos los que nos siguen en JAI y a mis amigas y amigos y seres queridos, un Feliz y Bendito 5781, Shaná Tová Umetuká!!!

Por el profesor Luis Fuensalida

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