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“La violencia de género está fundada en la desigualdad estructural que acumulamos históricamente”

El nivel de violencia y de femicidio continúa preocupando, porque a pesar de que el tema está instalado, que aparece en los medios, que haya condenas, el número crece todos los días.

“Hay dos causas fundamentales”, explica Carolina Barone, ex directora de Género del Ministerio de Seguridad de la Nación. “Una, es que la violencia de género está fundada en la desigualdad estructural que acumulamos históricamente, hombres y mujeres en el mundo. Una desigualdad milenaria puede difícilmente ser revertida en pocos años de visibilidad”.

Señala Barone que hay esfuerzos, avances en algunas políticas, algunas de vanguardia, como sucede en la Ciudad de Buenos Aires y otras que distan mucho de serlo, como ocurre en otros distritos del país. Recién desde 2019 existe una ley que obliga a los funcionarios a capacitarse. Entonces, además del tema de la base cultural de desigualdad sobre la que hablábamos, debemos sumarles la responsabilidad de todos los organismos del Estados que aún tienen deudas pendientes. En el sistema judicial, por ejemplo, una mujer que se acerca por un caso de violencia en una comisaría, en una fiscalía, prácticamente tiene que ‘convencer’ a la persona que le toma la denuncia, cuando no le recomiendan volverse a su casa con el argumento de ‘que ya va a pasar’. Y si la denuncia es tomada, tiene que rogar las medidas de protección, las restricciones, la perimetral.

En algunas jurisdicciones es más fácil y en otras todavía resulta mucho más difícil. Y si es el caso en que el agresor tiene vinculaciones con el poder económico, político o judicial, se da de un modo determinado. “No es lo mismo la denuncia hecha en una comuna de la Ciudad de Buenos Aires que aquella que se hace en jurisdicciones en donde el sistema público está lejos de brindarle ayuda.

Los medios de comunicación tienen un rol fundamental, ya que gracias a ellos, muchos temas se ponían en debate y se pudo dar visibilidad al tema. De ahí, todos quienes se ocupan de asuntos de violencia de género, desde los diferentes roles que ejercen: los medios de comunicación, la Escuela, la Justicia, los legisladores pudieron arribar a conquistas, como la Ley Brisa, que otorga una pensión hasta los 21 años a los hijos e hijas de las víctimas quienes, además de haberse quedado sin madre y que su padre, el femicida, está en la cárcel, se quedaron sin sustento. Hace dos años de la ley, que se implementó en 2019. Es un camino que recién comienza pero que claramente no es suficiente.

Juntamente con Patricia Bullrich, exministra de Seguridad de la Nación -cuenta Carolina- pudieron dar los primeros pasos para sistematizar información: No había en la Argentina fuentes oficiales sobre el número de personas asesinadas en el país, solo existía un informe de la Corte de Justicia de la Nación de casos de femicidio, y recién desde 2015. Por eso, resulta muy difícil desandar ese camino de violencia extrema, cuando el Estado no conocía datos hasta ese año, una fuente oficial que dijera cuántas víctimas había.

Recién ahora hay nuevas políticas que atacan el problema. En 2018 hubo más de un millón de denuncias en comisarías, fiscalías o telefónicas de mujeres que atravesaban una situación de violencia.

Un modo de luchar contra esto es sin dudas la educación. Es fundamental, señala Barone, la obligatoriedad de la Educación sexual integral sexual en las escuelas. Hay jurisdicciones con altísima tasa de femicidios, como es el caso de Tucumán, en la que la legislatura votó en contra de esta ley. Por eso necesitamos que esta ley sea obligatoria como Ley nacional, en todo el país, en todos los niveles educativos, desde la educación inicial hasta la universidad y que no sea voluntad de cada Estado provincial o gobernación implementarla o no.

Carolina habló sobre el impacto que recibe una mujer cuando alguna vez en su vida fue víctima de abuso “nunca más se lo olvida”. Dijo que “caminar en los zapatos de la mujer es un tema”. Salir del trabajo, tomar el subte, cruzar una plaza, constituye muchas veces una amenaza. Estar en la vía pública, a pesar de las mejoras de iluminación, de las cámaras, presencia policial, puede ser motivo para sentir  temor, miedo de que un abusador pueda aparecer en cualquier momento.

Reflexionó sobre la educación machista en la que nos formamos, en la desigualdad, que en algún momento fue natural, pero que hoy ya no se sostiene. Y que ahí es donde hay que revisar nuestras conductas diarias, ver si le exigimos lo mismo a nuestros hijos varones que a nuestras hijas mujeres, si estamos trabajando esa sociedad igualitaria que pregonamos en las palabras, “re difícil porque nos formamos en una cultura diferente”. En las diferencias de sueldos o cargos, según el sexo. El tema de que la mujer además de su trabajo por el que gana menos dinero tiene tareas de cuidado que no son pagas.

“El 8 de marzo no es un día para festejar, me cansé de recibir mensajes de ‘feliz día’, porque no hay nada que celebrar. Cada muerte es ‘una más’. En 2020, estamos con la tasa más alta de los últimos tres años, aún en marzo, en que estadísticamente  esto baja, se duplicó el número de femicidios. Cada 20 horas una mujer es asesinada. Por eso nos tiene que poner a todos en alerta y preguntarnos qué hacer para que esto cambie”.

Por eso, desde lo más chiquito, que es una conducta diaria en casa y desde nuestros diferentes roles, como comunicadores, profesionales o docentes, debemos trabajar para que esto cambie.

Por una Justicia que les crea, por un sistema policial que esté profundamente capacitado para recibir denuncias por violencia de género, y por políticas de Estado, que trasciendan las banderas partidarias, porque “cuando nos acosan, nos violan o matan, no nos preguntan de qué partido somos” Se necesita de todos, hombres y mujeres aliados en esta lucha.

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