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Día Internacional de la Shoa

A partir de ese día, la pronunciación del nombre Auschwitz sería el sinónimo fiel de la más oscura noche de la historia. Pero debemos recordar que si bien fue el más grande campo de la muerte, no fue el único y la matanza se realizó con los más diversos métodos.

En un intento siniestro de metaforizar el crimen masivo los nazis decían que Auschwitz era un campo de concentración. En realidad se trataba de un campo preparado para el asesinato masivo integrado a un complejo de fábricas con trabajo esclavo y de experimentación médica con seres humanos vivos. (Auschwitz –Auschwitz II o Birkenau- Auschwitz III o Monowitz).

En algo menos de 4 años fueron asesinados más de 1.100.000 de personas: ancianos, niños, mujeres y varones de toda edad cuya única razón era haber nacido judíos. También fueron asesinados patriotas polacos cristianos, rusos, gitanos, testigos de Jehová y homosexuales. Un inmenso cementerio cuyas fosas están en el aire (donde ascendieron en forma de humo).El solamente pronunciar los nombres de las victimas nos llevaría casi 40 días.

El pensador Enzo Traverso señala que el Holocausto /shoá: “es el único en que el exterminio de víctimas no era un medio, sino un fin en sí mismo.” Es un problema de nuestra civilización y de nuestra cultura. Se utilizaron “métodos y eficiencia industrial” para la matanza masiva de población civil indefensa.

Para que no se repitan hechos como la shoá o genocidios contra cualquier minoría, los seres humanos disponemos de dos potentes herramientas: la memoria y la educación.

Al respecto decía Teodoro Adorno: “La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas las que hay que replantear en la educación”. Enseñar el Holocausto y con esto arribar a la conclusión terminante del ¡Nunca más! implica la adquisición de un seguro contra cualquier forma futura de insanía colectiva que pueda emerger. Es necesario que a través de la educación se cree una coraza que proteja a la humanidad contra la discriminación, el fanatismo y la intolerancia.

Agrega Wiesel que: “Hemos aprendido algunas lecciones, que todos somos responsables y que la indiferencia es un pecado y merece un castigo. Hemos aprendido que cuando la gente sufre no podemos ser indiferentes”.

Alain Finkielkraut nos sentencia “Lo humano en el hombre no es un elemento de la naturaleza sino una cualidad precaria, siempre sujeta a desaparición”. El mandamiento actual y futuro es no ser indiferente ante ningún proyecto genocida. No permitir la aniquilación física de otros seres humanos y no permitir la desaparición de la memoria de las víctimas.

(*) Presidente del CIDICSEF (Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí) (FESELA).

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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