La guerra que se volvió contra Irán: crónica de una estrategia fallida
Esteban Silva, para Radio Jai[1]
Concluye una semana muy convulsionada en términos del conflicto: la eliminación de Saleh al-Arouri (número 2 de Hamás) en Beirut, los ataques sobre Damasco que acabaron con un importante oficial iraní y el crecimiento de las tensiones en frentes no explorados traen muchísimos elementos de análisis para su evaluación.
Durante los últimos días, los rebeldes hutíes del Yemen han bloqueado un punto neurálgico para el comercio internacional en el mundo: el Mar Rojo. Decenas de buques que debían cruzar el canal de Suez con rumbo a Israel y Europa han sido atacados indiscriminadamente por este grupo.
Tras el anuncio de la fuerza multinacional destinada a limpiar esta ruta comercial de gran importancia, buques estadounidenses y los drones de monitoreo británico han cercado a los hutíes. Esto es una pésima noticia para el régimen Irán. Ahora son los ayatolas los que enfrentan un posible frente bélico múltiple: su estrategia de guerra se cierne ahora sobre ellos.
¿Qué frentes ha abierto Irán en esta guerra y cuál es su relevancia? ¿De qué forma la estrategia de guerra de Israel ha afectado los planes iraníes en el Levante mediterráneo? ¿Qué posibilidades reales tienen las fuerzas pro-iraníes de sostener un conflicto en cuatro frentes?
Primer error: una estrategia mal planteada
El objetivo con esta guerra era forzar a Israel a lanzar una invasión masiva en Gaza, que exigiera a la mayoría de las tropas en el sur. Eso le habría facilitado la situación a Hezbolá para atacar desde Líbano e Irak, y a las otras ramas de Hamas y la Jihad Islámica Palestina desde Cisjordania. Incluso, Hamas e Irán esperaban que los propios árabes israelíes (2 millones) se levantaran en armas para así crear también un frente interno. Esa era la única ruta verosímil para lograr el colapso del estado judío. El error que cometieron es que solamente diseñaron esta estrategia.
Los árabes israelíes no se levantaron en armas contra su propio estado (al contrario: muchos están luchando a favor de Israel en el propio ejército de Israel; es lógico, pues es su país). Y la estrategia israelí de ataque tomó por sorpresa a Hamas y a Irán: jugar con la inercia hasta atacar a un rival desvalido.
Como hemos mencionado previamente en esta Radio, el objetivo inicial de los ataques del 7 de octubre era forzar y llevar a Israel a una “guerra urbana” en el corazón de la Franja, desgastando a sus fuerzas con grandes pérdidas y siendo abatidos al explorar el sistema de túneles, mientras el desbalance de tropas hacía vulnerable al país en sus otras fronteras. Sin embargo, el ataque Israel a Gaza fue diseñado precisamente para no requerir a la mayoría de los soldados en el sur. Así, el norte nunca se vio desprotegido, y Hezbolá se quedó con las ganas de lanzar un ataque masivo. Al contrario, todo le ha salido mal y sus pérdidas ya son enormes. Por eso fue que Irán y Hezbolá se desmarcaron y dejaron solo a Hamas, asegurando que “no fueron informados” de los ataques y evitando declaraciones sobre una eventual guerra regional.
Los hutíes y el frente sur
Como especie de estrategia menor y un tanto improvisada, Irán mandó al ataque a los hutíes para crear una situación inestable en el Mar Rojo.
El problema es que esa inestabilidad afecta a todo el mundo, por la importancia comercial que tiene el Canal de Suez y la ruta que sale de allí por el Mar Rojo hacia el Océano Índico.
Entonces pasó lo que a Irán no le conviene: todo mundo se empezó a apuntar para la guerra.
El fastidio con los hutíes ha llegado al punto en que Estados Unidos ya no puede seguir evitando la confrontación directa (que así lo habría preferido Biden), y ahora crece el riesgo de un conflicto bélico al sur de la península arábiga.
El problema es que ya no es un conflicto con Israel, sino con una coalición en la que ya hasta la India va a participar. ¿Qué va a pasarle a Irán si se enfrasca en esa guerra y, además, es atacado directamente por Israel? ¿Irán puede con varios frentes?
El rompecabezas del Medio Oriente y un frente común contra los hutíes
Hasta esta semana, Irán ha evitado a toda costa cualquier enfrentamiento directo con Israel o con Estados Unidos. Siempre ha lanzado sus ataques por medio de sus proxies en Irak, Hezbolá, Hamás y las milicias hutíes; precisamente para no exponerse ellos mismos.
El asunto podría empeorar muchísimo: si Irán entra en guerra en el mar e Israel aprovecha la ocasión para lanzar ataques en territorio iraní, Arabia Saudita (rival regional de Irán) se va a ver arrastrada al conflicto, porque su enemistad con los hutíes es total dada la inestabilidad en la zona. En caso de que Arabia Saudita se vea inmersa en una guerra regional con Irán, podría contar con el apoyo de uno de sus aliados incondicionales: Pakistán, que es vecino de Irán. Lo interesante de este punto es que podríamos ver a dos enemigos históricos -Pakistán y la India- luchando en el mismo bando. Así de problemática ha sido esta estrategia desesperada del régimen de los ayatolás.
En escenarios aún más imprevisibles, entran dos actores inesperados: los talibanes y el Estado Islámico, grupos terroristas y fundamentalistas que también odian a Irán. Mientras que los talibanes han tenido ataques menores pero han reafirmado su presencia en la zona, ISIS ha atacado directamente territorio iraní hace menos de una semana. Sus diferencias religiosas y programáticas dentro del mismo espacio geográfico y político le dan un componente muy especial a esta eventual confrontación.
Otro actor imprevisto pero potencial es Turquía. Al gigante euroasiático no le interesa Irán en particular, pero Erdogán se muere de ganas por apropiarse de ciertas zonas en el norte de Siria, cuyo régimen es protegido por Irán. Con los ayatolás teniendo que atender frentes por aquí y por allá, Turquía fácilmente puede jugar geopolíticamente. Esto sería un golpe durísimo para la dinastía de los Assad, que tendría que enfrascarse en una guerra con Turquía. Y como Assad no tiene fuerzas militares suficientes para ello, Irán y Hezbolá tendrían que ir en su apoyo, un riesgo muy peligroso para los dos.
En resumen, es posible que en algún momento veamos a Irán enfrascado en varias guerras dentro del mismo conflicto: contra la coalición multinacional liderada por Estados Unidos en Yemen, contra Israel en general, contra otros grupos rebeldes (ISIS y talibanes) en el oeste e incluso contra aliados programáticos como Turquía. El desbalance de riesgos a tomar podría dejar vulnerables a las fuerzas de la República Islámica, e incluso a expensas de eventuales ataques de Israel contra sus terceros.
A modo de conclusión
¿Qué cartas en el conflicto podría jugar Irán para mantener su supervivencia sin perder sus dominios en el resto del Medio Oriente?
En esta especie de suma cero en la que se ha tornado su estrategia de guerra, es probable que necesite abandonar o dejar derrotar algino de sus frentes para salvaguardar su seguridad, o apostar por soluciones políticas en sus puntos neurálgicos. Con un Hamás casi derrotado, un colectivo de hutíes expuestos a un ataque multinacional y un Hezbolá limitado y neutralizado, el futuro de la guerra parece inclinado hacia una pérdida necesaria para el gigante del Golfo Pérsico.
[1] Politólogo. Master of Arts en Estudios Migratorios por la Universidad de Tel Aviv (Israel).
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