De 1938 a 2023

Por Eduardo Kohn

El 9 de noviembre de 1938, hace hoy 85 años, los judíos éramos víctimas de un pogromo que duró tres días y tres noches, perpetrado por los nazis en Alemania, y Austria. Pero no fue un pogromo perpetrado sólo por hombres, jóvenes, adolescentes, con uniformes y cruces gamadas, sino masivamente acompañado por los civiles, los vecinos de los judíos, los compañeros de clase, de facultad, los pacientes de los médicos. Los verdugos voluntarios de Hitler que cumplieron después con fruición la matanza infinita y que ese 9 de noviembre la preludiaron y le enviaron un mensaje a su líder genocida: ya estamos listos, cuenten con nosotros. Los que no estaban de acuerdo, hacía muchos años que ya estaban presos o asesinados. Los que no quisieron ser perpetradores esas noches de noviembre, miraron, callaron, y muchos, sonrieron. Ahora pensemos, ¿por qué no el pogromo si en abril de 1933 los nazis ya en el poder decretaron boicot total contra todo lo judío y funcionó perfectamente? ¿Por qué no el pogromo si en 1935 se decretaron leyes raciales que segregaron radicalmente a los judíos alemanes que pasaron a ser la nada si sumamos todas las prohibiciones e igualmente no sucedió ninguna reacción en ningún lugar del planeta? .1938 fue el año en el cual se dieron todos los hechos que faltaban para llegar al 9 de noviembre. Los nazis anexaron Austria en marzo de1938. Silencio. Menos Austria, donde la población no hizo nada de silencio, sino que salió como poseída a las calles para vitorear a las tropas alemanas entrando al país. Volvía como emperador un hijo pródigo, Hitler era austríaco, varios de sus asesinos, también. Del 6 al 15 de julio de ese año se reunió en Evian una Conferencia mundial convocada por el presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt para considerar las persecuciones que sufrían los judíos bajo el nazismo e intentar que pudiesen ser recibidos como refugiados. 32 gobiernos se reunieron días y días hasta que sólo República Dominicana aceptó recibir un puñado de judíos alemanes, y el resto marcó un hito en la historia de la indiferencia.

Hitler se sintió fuerte y apoyado y declaró públicamente que se preguntaba quién, además de hablar, estaba dispuesto a apoyar a los judíos. La Conferencia a la larga resultó ser una reunión de apoyo a los nazis, y la realidad es que con esa reunión de Evian, Occidente, el civilizado Occidente, la civilizada Europa empezó a fabricar los motores de los trenes que llevarían en pocos años más a los judíos a los campos de exterminio.
En setiembre también de 1938, los líderes de Alemania, el Reino Unido, Francia y, como mediador, Italia celebraron una conferencia en Múnich. El resultado de la conferencia fue la firma del malhadado Pacto de Múnich el 30 de setiembre de 1938. Checoslovaquia debía ceder los Sudetes a Alemania a cambio de la promesa alemana de no invadir el resto del territorio checoslovaco. Por supuesto que muy rápido, en marzo de 1939, Alemania incumplió el pacto e invadió Checoslovaquia. Pero ya Chamberlain, primer ministro inglés, y Daladier, su par francés, le habían entregado Checoeslovaquia a Hitler y habían proclamado que así se conseguía la paz. Hitler se sintió allí definitivamente fuerte. Ante un ejercicio multiplicado en ese 1938 de estulticia en su mayor nivel, ¿por qué no avanzar más y ¿por qué no un pogromo? Desde 1933 se había llevado a los judíos a ser ajenos a lo más elemental para cualquier ciudadano común y nadie se había opuesto, nadie con posibilidad de alzar la voz y la fuerza. Con una alfombra roja tan enorme para seguir avanzando, los nazis obviamente continuaron.
Así que el pogromo de noviembre de 1938, asesinando decenas de judíos en sus casas alemanas y austríacas, golpeándolos, torturándolos, vejándolos, incendiando sus casas, sus comercios, centenares de sinagogas, y arrastrando a 30 mil hombres judíos al campo de concentración de Dachau, no tenía que ser -según pensaban los nazis-algo por lo cual tuvieran que pagar un precio, algo por lo cual alguien los enfrentara. Y así fue. Estados Unidos retiró su Embajador de Alemania, algunos periódicos hicieron algunos editoriales que nadie recuerda, y Hitler sintió que sus objetivos criminales tenían vía blanca. Y las víctimas se convirtieron en victimarios. Los jerarcas nazis consideraron que el pogromo había sido un movimiento espontáneo de las masas alemanas, furiosas porque un joven judío Herschel Grynszpan había herido de muerte a un Secretario de tercera de la Embajada alemana en París, por lo que el 12 de noviembre de 1938 se decretó que la culpa del pogromo era de los judíos y que debían pagar inmediatamente una multa de mil millones de marcos por lo sucedido. Para los nazis de ayer y de hoy no hay vuelta: la culpa siempre es de los judíos.

El químico italiano sobreviviente de Auschwitz Primo Levi escribió que los fieles ejecutores de órdenes inhumanas no eran monstruos en general, eran cualquier ser humano. Los monstruos existen, dijo, pero los hombres comunes, los funcionarios listos a obedecer sin discutir, son más peligrosos.
Premonitorias palabras de Primo Levi. Cuando el 7 de octubre, hace un mes y dos días, judíos y no judíos que disfrutaban en Israel de un sábado con un concierto por la paz con 3500 asistentes, judíos que estaban en su día de descanso semanal en sus viviendas en los distintos kibutzim que lindan con la frontera con Gaza, fueron víctimas de un pogromo, ¿eso fue cómo en la Rusia de los Zares?,¿cómo el del 9 de noviembre de 1938? Si es por el objetivo de asesinar judíos por el hecho de ser judíos, si que tiene parecido. Si es por la violencia, la muestra de odio ha sobrepasado lo que hoy el mundo puede imaginar sobre qué sería lo peor que sucedería entre seres humanos. Como sabemos, las víctimas de los terroristas de Hamas el 7 de octubre fueron torturadas, asesinadas, vejadas, descuartizadas, degolladas, quemadas. Sin distinción. Bebés, adolescentes, mujeres, hombres, ancianos, sobrevivientes del Holocausto. Todo filmado por los perpetradores y celebrado con júbilo, fiesta, cánticos y dulces en Gaza. La primera reacción al horror fue decir que la matanza había sido cometida por monstruos. Es natural que digamos eso como para sentir que no formamos parte de esa creación quizás humana que es capaz de las atrocidades porque el otro es diferente, es judío, y los líderes de Hamas y de su mentor Irán dicen públicamente que deben exterminar a todos los judíos del planeta por el hecho de ser judíos. Pero Primo Levi ya lo dijo. Es el humano que acepta barrer del mundo al otro.
En 1945, la Shoá no tenía nombre en ningún idioma. Hubo que encontrarlo para, aunque sea aproximarse a definir de alguna forma la barbarie. El pogromo del 9 de noviembre de 1938 tuvo por décadas el nombre alemán de noche de los cristales rotos. Hace tiempo se llama pogromo, porque no sólo se rompieron cristales, hubo devastación y se plantó la semilla de la maquinaria de la Shoá. Al pogromo del 7 de octubre no sabemos si le encontraremos nombre. Sí tienen nombre los perpetradores, sus patrones iraníes, los países de todos los continentes que no admiten el derecho de defensa de Israel y que pocos días después del 7 de octubre, no sólo han pretendido borrar la masacre, sino que hoy ni mencionan a los 249 secuestrados en condiciones inimaginables y con futuro siniestro. Y sí tienen nombre los negadores. Así como hubo negadores del Holocausto que hoy están en el basurero de la historia, en menos de 30 días Roger Waters, a pesar de que la matanza fue filmada por los asesinos, este cómplice de asesinos que cree que es un artista llega a nuestros países en estos días con el discurso que todo es narrativa y mentiras judías.
Ustedes, gobernantes del odio, cultores del racismo, la discriminación y la xenofobia, al menos recuerden que no estamos en 1938 ni en Evian. Estamos de pie, primero para señalarlos uno por uno, y después para enfrentarlos y vencerlos, porque hoy estamos entre la libertad y la vida o la deshumanización y el totalitarismo. Y en ese enfrentamiento no hay lo que elegir, salvo tomar decisiones.