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Tishá Beav “La destrucción del edificio es una mera consecuencia de una destrucción interna espiritual” Rab. Abi Chueke

Mañana miércoles al anochecer comienza Tisha b’Av, el “9 de Av,” día del duelo nacional del pueblo de Israel, fecha en las que se recuerda la destrucción de los grandes Templos de Jerusalén y también otros sucesos aciagos que sufrió nuestro pueblo.

Cabe recordar que, en la Argentina, el día 10 de Av, cuando se “quemaba el Templo”, se producía el atentado contra la sede de la AMIA.

El rabino Abi Chueke nos ilustró sobre el sentido de este día, su observancia, y de su mirada respecto de que no hemos aprendido de algunas lecciones que nos dio la historia, ya que hoy volvemos a enfrentarnos entre hermanos, en lugar de poder encontrar espacios de diálogo.

“Está escrito: “Cada año que no se reconstruye el Templo de Jerusalem es como si se hubiese vuelto a destruir”, comienza citando las fuentes.

Explica el rabino que no son acontecimientos históricos lo que nosotros festejamos o conmemoramos, que lo que hoy ocurre es una consecuencia de los mismos errores que tuvieron nuestros ancestros en ese momento de la tragedia, y que, mientras no se reconstruyan, no se reparen los sucesos de esa historia, vamos a seguir igual o lamentablemente cada vez peor. Los Jajamim (sabios) dicen que cada día que llega desde la destrucción del gran Templo de Jerusalem es peor que el día anterior.

“Ojalá que podamos aprender pronto, porque no sé hasta dónde podamos llegar, porque, si bien tenemos abundancia material, lo que nos tendría que proporcionar bienestar, justamente vamos a contramano, todo ese bienestar nos juega en contra, porque nos falta la espiritualidad”, reflexionó.

Cuando hablamos de reconstrucción, no nos referimos solamente en la reconstrucción material.

Al respecto, el Rabino señaló un halajá que llama la atención. Nos recordó que el periodo de duelo empezó hace tres semanas, el 17 de Tamuz, y que finalizará el jueves con la salida de las estrellas, pero que, a partir del mediodía de Tisha b’Av , ya se empiezan a alivianar algunas leyes de duelo, y que, justamente lo que llama la atención es que en ese momento fue  cuando se produjo el primer foco de incendio del edificio del Gran Templo, y que, entonces, por lógica tendríamos que endurecer nuestro duelo:  “Los sabios nos enseñan que no debemos quedarnos con la destrucción del edificio, no se trata de eso. La destrucción del edificio es una mera consecuencia de una destrucción interna espiritual.  Dios descargó su furia o su inconformismo con las piedras de un edificio, para poder preservar la esperanza de la transformación del pueblo”, reveló

Explica el rabino que mientras nosotros estemos existiendo, (que va a ser eternamente) esa existencia genera un compromiso a la mejora, un compromiso al cambio, un anhelo al cambio. Cuando hablamos de la llegada del Mesías, de la época de la Gueulá, de un mundo mejor, estamos hablando de ese fin que es el objetivo de nuestra transformación que “o viene por las buenas o lamentablemente la historia nos va a acorralar contra la pared”, hasta que comprendamos que el camino a la integridad, al crecimiento, a la unión, a la paz, al shalom, es el que la humanidad debe seguir.

Nuestros maestros plantean que, en el mismo momento de la destrucción, justamente el día 9 de Ab, estaba naciendo el Mashiaj, justamente la redención. Eso nos lleva a pensar en aquello que se dice acerca de ir del duelo al resurgimiento.

Sobre ello Chueke señala que por eso también a Tishá b’ Av lo llaman “fiesta”, es decir, que esta fecha está dentro de los moadim, de las fiestas del pueblo judío, y que a pesar de que, duelo con fiesta no resulte muy compatible, lo explica justamente el hecho de que en el fondo de las cosas está en la semilla de resurgimiento, y entonces es motivo para festejar. Señala que el tema es encontrar esa semilla, que lo que suele ocurrir es que nos quedamos con lo externo, con el duelo, solo con la observancia, pero que los sabios nos hablan de una gran oportunidad, en la que uno puede encontrar la reconexión con  Dios, y lo más importante, la reconexión con él mismo, porque todo lo que nos sucede es por un odio a uno mismo, “no nos aguantamos, estamos insatisfechos”, no hay nada que nos llene; y que esa fue la raíz de Tishá b’Av  en el desierto con la queja de los espías, los merraglim, cuya la visión era negativa, quejosa,  que si nosotros estamos conectados a la forma de vivir de la queja, de estar mal, estamos reconectándonos hacia lo que nos llevó a la destrucción.

Acerca de las leyes de Tishá b’Av , indicó que es un día de duelo en el que se deja de lado la parte física, la parte material:  no se come, no se toma, no se convive en forma matrimonial, no vestimos zapatos de cuero, no está permitido bañarse, la idea es que lo físico queda un poco marginado, pero que todo ello es para llegar a otra cosa, que es la de  poder comprender el sentido del día, que es el de encontrar esa chispa Divina, que también está en lo malo, y que le da existencia; esa chispa es todo bondad, es todo lo bueno porque es de Dios, y que, entonces, la idea es encontrar esa chispa, poder hacer un duelo por lo material para poder identificar la chispa espiritual.

Agregamos para aquellos quienes nunca vivenciaron esta fecha, que en Tishá b’Av, tradicionalmente las luces de las sinagogas se disminuyen o se apagan, se ponen algunas velas, nos sentamos en el suelo a leer Meguilat Ejá (Lamentaciones), los hombres no se colocan los tefilín a la mañana, sino a la tarde en la última parte de la jornada. Una cantidad de elementos como para que el día tenga ese contenido y esa búsqueda de comprender el mensaje del profeta sobre lo que significa la destrucción y la reconstrucción.

”Es impactante el momento de cambio entre antes del mediodía ( jueves este año) a cuando regresamos a la tarde, porque desde el miércoles de la puesta del sol, era un día de absoluta oscuridad, de duelo. Cuando se ingresa nuevamente al templo para Minjá, las luces están encendidas, las personas sentadas en sus butacas, (aún ayunando hasta la salida de las estrellas), ya se vuelve a cantar, con melodías de Selijot, Rosh Hashaná, Iom kipur. “Ese impacto entre el duelo a la luz, entre la oscuridad a la luz, entre la opresión hacia la salvación y la alegría, creo que es digno de poder vivenciar, porque es la filosofía del pueblo judío, siempre buscar la luz dentro de la oscuridad”, declaró.

Cuando termina este día 9 de Av, vamos a ir al 15 de Av, (Tu b’Av), ”el día del amor”. Y así cuando uno habla de cómo se reconstruirá justamente el Beit Hamikdash, el Templo de Jerusalem espiritual, se habla del “amor gratuito” que se contrapone al odio gratuito que generó destrucción.

Coincide Chueke con esta idea, dice que es el antídoto de Tisha b’Av, que Tu b’Av es fomentar amor, y que empieza por el amor a uno mismo, no como egoístas, sino en el sentido de valorarse, quererse, y a partir de ahí poder fundar amor a todo lo que nos rodea. Enfatiza en que la crítica, la queja, viene de ver las cosas mal, y que entonces, cuando uno lo percibe desde el lado del amor, de la conexión, de lo positivo, entonces transforma su vida, una vida que está por encima de la destrucción y de las mismas pruebas que la vida trae.

 

Redacción: Prof. Cita Litvak

 

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