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El cerebro humano de cualquiera necesita saber la verdad, no puede haber simulación si lo que buscamos es la verdad – Georgie Weil

A 29 años del horror de lo que fue el atentado a la Amia, hay heridas no cerradas, situaciones traumáticas no superadas. El Dr. George Weil, médico psiquiatra nos ayudó a pensar en este tema, y tal vez poder explicarnos si es posible superar las experiencias traumáticas que provocan estos sucesos trágicos

Antes de comenzar su análisis, Weil quiso hacer dos comentarios que considera importantes. El primero de ellos, es remarcar que no está desligado el atentado a la Embajada, al atentado a la AMIA, por lo que los objetivos eran específicamente judíos, no eran a la Nación argentina, que el objetivo era matar judíos, y que no era otra cosa.

Opinó que el objetivo es una réplica en mini escala de pogromos, de la mecánica nazi fascista, para matar judíos. Señaló por supuesto que hubo decenas de argentinos judíos y no judíos entre las víctimas, pero que el objetivo era matar la condición humana de los judíos. “No era un asesinato en donde un sicario sabía a quién tenía que matar, era el intento de destrucción de los judíos y de una institución que representa la vida de los judíos”, subrayó.

El segundo punto, explica Weil, es algo que llaman técnicamente “actos performativos”, que son aquellos cuando alguien dice algo y supone que entonces las circunstancias luego cambian. El acto performativo por ejemplo es el de “los declaro marido y mujer”, lo que significa que, a partir de eso, la pareja se hace cargo de lo que viene, y que lo único que obtuvieron después de esa declaración, fue la condición de marido y mujer.  En el espacio judicial, todos los documentos que entran en la justicia terminan con la frase “Será justicia”, y ahí termina la acción.

En el caso de un casamiento oficiado por un sacerdote “trucho”, aunque la pareja no lo supiera, el acto no sería performativo, sino de simulación.

Cuenta el Psiquiatra, que, a lo largo de los años de trabajo, ha asistido a familiares de víctimas o a sobrevivientes, y cree que el punto central es comprender que no puede haber simulación si lo que buscamos es la verdad.

Sobre el primer punto enfatiza Weil que el objetivo eran los judíos, que no es otra cosa, que el target era la comunidad judía. Remarca que hay que pensar también en los heridos, en la condición de quien sobrevive a un atentado, que queda con grandes limitaciones, con mutilaciones, y que muchos quedaron en una condición de indefensión en lo que les resta en la vida.

Sobre las reparaciones, como también lo ha hecho Alemania parcialmente con aquellos sobrevivientes, señala el especialista que la reparación no repara, que es un estipendio material que ni siquiera calma conciencia.  Opinó que en el caso de AMIA parecería ser un soborno, una corruptela del acto de justicia

Explicó además Weil, que no es lo mismo sobrellevar la pérdida de un familiar con una enfermedad que progresivamente le va apagando la vida y con el que uno puede despedirse, que un día darle un beso a la esposa, hijo, al padre y decirle “hasta la noche” y después encontrarse con un cuerpo despedazado por ese brutal atentado.

Señala que hay cosas que no se pueden terminar de metabolizar emocionalmente que quedan para siempre, que constituyen casi casi el leitmotiv de la vida, y que el cerebro humano de cualquiera necesita saber la verdad.

“Esto no fue un atentado contra la Argentina. Esto fue un intento de matar judíos, la mayor cantidad de judíos, y si había transeúntes o bien, operarios que estaban trabajando que no eran judíos, para los responsables ese sería el “daño colateral”, subrayó.

Citó la frase de John Donne poeta inglés, utilizada en un libro de Hemingway sobre la Guerra Civil Española: “Por quién doblan las campanas”. Donne decía que, ”cuando escuches replicar las campanas no preguntes por quién doblan, están doblando por ti, es por la condición de humano que tenés”.

Reflexiona Weil en que, además de exigir justicia, habría que poder decir solidariamente que sí, que esto fue un intento de matar judíos, como lo fue la Semana Trágica en este país, como lo fue el atentado la Embajada. Piensa que el único camino es el de manejarnos con la verdad y no con “sellos performativos” al final del escrito con la firma de un juez, “Será justicia”, que no sea una letra muerta, que justicia es letra viva.

 

Redacción: Prof Cita Litvak

 

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