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Entender lo que nos deja el año 2022, para estar preparados lo que nos depara el 2023

En esta última columna del año 2022, se señalarán algunos eventos que han sido, en algunos casos significativos, otros, importantes por que tuvieron o tienen importancia geopolítica y geoeconómica y por supuesto habrá algunos que, seguramente este analista olvidará, y desde ya vayan mis sinceras disculpas.

 

Obviamente, el conflicto armado entre Ucrania y Rusia, marca a fuego este año, aunque bien podría denominarse, una “guerra anunciada”, si recordamos la anexión de facto de Crimea en el 2014, y los enfrentamientos entre fuerzas separatistas pro-rusas y el gobierno de Kiev, en la región oriental de Ucrania, más precisamente en el Donblass, pero a finales de febrero ppdo., el presidente Vladimir Putin decidió la invasión a un país soberano, en una clara violación al Derecho Internacional y a la Carta de la ONU, pero como en reiteradas columnas se señaló, Ucrania nunca ha sido desde su independencia en 1991, y cualquiera que fuera su color político de su gobierno de turno , una verdadera democracia, por el contrario y hasta la actualidad tiene una corrupción endémica, y que ahora, se vale de las ambiciones geopolíticas de Washington y la NATO, para que la subvencionen con miles de millones de dólares y armas para hacer frente a Moscú, prueba de ello es, la ayuda proporcionada por los EE.UU. que a principios de este mes de diciembre, alcanzó los u$s. 51.246 millones, un monto casi igual al de los 27 miembros de la U.E., que es de u$s. 55.211, millones, y estos montos para financiar el conflicto comparados con la Ayuda Humanitaria de la ONU para el 2023, que son los siguientes, en millones de Dólares: Afganistán 4.630, El Salvador 98,4, Haití 714,8, Honduras 280,4,  Autoridad Nacional Palestina 510, Siria 4.400, Somalia 2.270, Sudán de Sur 1.700. y Yemen 4.280, lo que suma u$s. 18.883,6 millones,  constituye realmente, una “hipocresía institucionalizada”, y si a esto le sumamos el armamento de todo tipo que se le ha suministrado a Kiev, en particular misiles Patriot, evidentemente esto no favorece el avance de negociaciones entre las partes, mientras tanto el invierno llega a Europa y se hace palpable la crisis energética y financiera, y una escenario bélico en el que Moscú apuesta al desgaste y la destrucción de las infraestructuras de Ucrania, que como en toda guerra moderna se cobra miles de vidas inocentes, insensiblemente denominados “daños colaterales”, y del que ninguna de las partes está libre de pecados.

 

Por su parte, en China se dio en la reunión del Plenario del PCCH, celebrada en octubre ppdo., con la reelección del presidente Xi Jinping, posible gracias a la reforma constitucional previa, que lo ubica a la altura del padre de la China moderna, Mao Zedong, y del líder aperturista Deng Xiaoping, pero significa la institucionalización del “culto a la personalidad”, y asegura la fuerte autocracia que caracteriza al régimen, sin embargo, esto no oculta la resistencia a las políticas de Beijing de los habitantes de Hong Kong y más recientemente, algunas protestas en distintas ciudades del Gigante Asiático por las medidas draconianas relacionadas al Covid19, cuyos casos están en aumento y abre la posibilidad de nuevas sepas, con el consiguiente impacto global.  En política exterior, y esgrimiendo la denominada “diplomacia de los lobos”, se reivindica recuperar la “provincia rebelde”, Taiwán, utilizando la presión militar, lo que ha provocado una alta tensión en las relaciones con los EE.UU., pero Beijing toma nota del desarrollo bélico del conflicto ucraniano, de los reveses de Moscú y las respuestas de Occidente, ante una eventual invasión china a territorio taiwanés, esta nueva diplomacia, que se aleja de la anterior, la “diplomacia del panda”, más cautelosa y largo placista, tiene un giro que también se puede apreciar en la geoeconomía, con la “diplomacia de las deudas”, a través de préstamos millonarios en Dólares e inversiones directas en infraestructuras y en recursos naturales estratégicos a países en vías de desarrollo, los que al no poder reintegrar los préstamos, deben renunciar a parte de sus soberanías para satisfacer los intereses de Beijing, el caso testigo, Sri Lanka, y el otro campo en el que ha aumentado su presencia es, en el campo espacial, con su estación Tiangong o Palacio Celestial y sus objetivos en la Luna relacionados con su programa de Fusión Nuclear y la minería lunar, todo lo cual se complementa con el desarrollo científico-tecnológico y a la Inteligencia Artificial, pero esta China de Xi Jinping, no sólo constituye un desafío a los EE.UU. y Occidente, en su objetivo de lograr la hegemonía global, sino también, el modelo chino es un desafío a las democracias liberales del mundo.

 

En cuanto a Rusia, su pueblo sólo conoce las autocracias, de la zarista pasando por la soviética en la actualidad, con casi un cuarto de siglo la de Vladimir Putin, que en su visión imperial y revisionista, si bien le ha devuelto la autoestima a los rusos, que parecía enterrada junto con la URSS, lo llevó primero a anexarse en el 2014, Crimea, y luego, la guerra ya señalada, que tal como ha evolucionado hasta el presente, denota una mala valorización estratégica y una pésima ejecución táctica por parte de Moscú, que sin embargo no ha sufrido en lo inmediato, los efectos negativos que esperaban Washington y Bruselas con las sanciones aplicadas, por un lado por algunas políticas económicas y financieras implementadas por el Banco Central ruso, por otro, la coerción energética a Europa ha dejado en evidencia que algunos miembros de la U.E., son más condescendientes con Rusia, como son los casos de Alemania, Francia, Italia, Grecia, o bien se han declarado en contra de las sanciones, como la Hungría de Víktor Orban o la aliada incondicional, la Bielorrusia de Lukashenko, y por supuesto, más allá del Viejo Continente, la reafirmación de sus alianzas estratégicas con China, Corea del Norte, Irán, Siria, la mayoría de las ex repúblicas soviéticas del Asia Central, con las dictaduras latinoamericanas de Cuba, Nicaragua y Venezuela, sin olvidar una histórica con la India. A su vez, en esa visión revisionista rusa, el Ártico constituye un objetivo estratégico, en lo geopolítico y geoeconómico, más allá que se ha propuesto en constituirse en un superpotencia en el campo de misiles hipersónicos, mientras que en el plano interno, el régimen no ha podido acallar ciertas manifestaciones contrarias al autoritarismo y la persecución de opositores, sumado al costo material y en vidas que ocasiona el conflicto con Ucrania, que ha llevado recientemente a reunir, en las afueras de Varsovia, Polonia, a ex dirigentes rusos en el exilio, que quieren el fin del actual régimen y la reconstrucción de un Estado democrático, algo que nunca ha vivido Rusia, y cuyo futuro podría estar atado a la definición de la guerra con Ucrania.

 

Por su parte, los EE.UU. en el plano exterior se ha embarcado financiera y logísticamente en el conflicto ucraniano, pero manteniendo su prioridad geopolítica que es el desafío que constituye China en el escenario Asia – Pacífico, tal como quedó demostrado en la reciente reunión de la OTAN, en Madrid, España, con su ampliación al incluir a Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda y a definir a Rusia como una amenaza real y al Gigante Asiático como el contingente sistémico, no sólo en el plano del comercio global y del desarrollo científico – tecnológico, sino también, y militar por la cuestión Taiwán. Pero su posición estratégica, deja en evidencia por una parte respecto a Europa, aprovechar la crisis energética  para lograr una mayor dependencia de la U.E. en la importación de gas licuado, y por otra parte, pone en un segundo plano de sus prioridades a Oriente Medio, donde si bien, Irán y su programa de desarrollo nuclear con fines militares, es visto como una amenaza, más allá de las sanciones económicas y financieras aplicadas al régimen de Teherán, Washington parece admitir que lidiará con un Irán potencia nuclear consumada. Mientras  en el plano interno, la administración demócrata  enfrenta un escenario complicado, pese ha haber resistido el embate republicano en las elecciones de medio término, pero cuestiones como la inflación, la cuestión migratoria, los elevados gastos públicos dirigidos tanto al financiamiento del conflicto europeo como a políticas sociales, y una caída en la imagen de Biden, abre un interrogante en cuanto, si el próximo inquilino de la Casa Blanca será demócrata o republicano, en síntesis, EE.UU. tal como lo describiera el gran escritor mejicano Octavio Paz, se debate en lo externo y en lo interno, entre el Imperio o la República.

 

Pasemos ahora a realizar un sintético análisis del escenario de Oriente Medio, comenzando por la gran amenaza al equilibrio del poder en aquella región y patrocinador del terrorismo a nivel global, Irán, un régimen que ha duplicado su capacidad histórica de enriquecimiento de Uranio, y la presencia de material nuclear en tres lugares no declarados, todo lo cual posibilita en lo inmediato de hacerse de armas nucleares, a esto debemos sumar el acelerado desarrollo de vectores estratégicos y  tácticos, léase, capacidad misilística, al igual que la fabricación de drones, de los cuales miles han sido utilizados por Rusia en el conflicto con Ucrania, una guerra que tiene consecuencias positivas para Teherán, pues consolida su presencia en Siria, al ser retiradas las fuerzas rusas de ese escenario, también reforzando a sus proxis, Hezbollah en el Líbano, Hamas y Yihad Islámica en el teatro palestino y los Hutíes en la guerra civil en Yemen, a lo que habría que añadir, que es el principal exportador de crudo a una China que necesita del mismo, lo que reafirma la alianza estratégica tanto con Beijing como con Moscú, aunque no hay que olvidar que la teocracia se ha visto sacudida recientemente por manifestaciones de protesta, por casos tales como, el asesinato de la joven Mahsa Amino perpetrado por su aparato represivo, la detención de la actriz y activista de los derechos de las mujeres, Taraneh Alidoosti, protagonista de la película galardonado con un Oscar, “El viajante”, y la condena a muerte del jugador de futbol Majid Reza Ranahvard, a quién ejecutó el pasado 20 de diciembre en plena calle. Por su parte el Reino de Arabia Saudita, percibe al régimen iraní como una amenaza geopolítica para el mundo árabe sunita, como lo representa en la guerra civil yemení, por ello, no sólo está esgrimiendo una política para aliviar las tensiones diplomáticas con Washington, con el fin de renovar y acrecentar su arsenal, sino también con su beneplácito a los Acuerdos de Abraham y el acercamiento a Israel, asimismo, desarrolla nuevos activos, complementarios a los ingresos que le proporciona la exportación de combustibles fósiles. Por su parte, la Turquía de Erdogan, más allá de la crisis financiera, las críticas y protestas por las violaciones a derechos civiles y persecución de opositores, y el continuo conflicto con la minoría kurda, ha recogido frutos de una remixada diplomacia neo otomana, su influencia en el Cáucaso, tras la guerra entre Armenia y Azerbaiyán, el control en territorio sirio de los grupos independentista kurdos y el manifestarse como mediador en el conflicto ruso – ucraniano, no obstante, las tensiones con Grecia, Chipre y Egipto en el Mediterráneo Oriental por los yacimientos submarinos de gas, sumado al apoyo al gobierno libio de Trípoli, coloca a Turquía al borde de peligrosas crisis. El otro actor importante en Oriente Medio, es sin duda Israel, la hasta ahora única potencia nuclear en la región y la única democracia, que más allá de su poder duro, ha desplegado una estrategia de alianzas con países árabes a través de los Acuerdos de Abraham, que se suman a los Tratados de Paz, ya existentes con Egipto y Jordania, lo cual se enmarca en percepción real en relación de las prioridades presentes y futuras de Washington ya señaladas, y en el continuo accionar del terrorismo palestino y la amenaza existencial que constituye Irán, sin embargo y retomando los señalados Acuerdos de Abraham, hay que tener muy en cuenta, que los intereses geopolíticos y geoeconómicos de las elites árabes que han posibilitado los Acuerdos, en muchos casos chocan con la llamada “calle árabe”, influenciada por el yihadismo islámico, un foco continuo de crisis y conflictos.

 

¿Y que nos deja este año el escenario del Extremo Oriente?, ya se señaló la visión geopolítica y geoeconómica de China, pero es preocupante el desarrollo de armas nucleares estratégicas intercontinentales de Corea del Norte y sus continuas provocaciones misilísticas, tanto hacia Corea del Sur como al Japón, quien calificó a China como un desafío estratégico sin precedentes, lo que ha motivado un giro en la política de defensa nipona, reforzando y hasta aumentando sus capacidades militares, en particular, en el sector misilístico y como ha sucedido en este mes de diciembre, se presentó el proyecto de un nuevo caza, de última generación, que reemplazará al Mitsubishi 2, con el que cuenta su Fuerza Aérea, que implica una inversión de u$s. 48 mil millones. Por su parte, la India, tal como se analizó oportunamente en una columna del mes pasado, tiene como objetivo constituirse para el 2050, en la tercera potencia global junto a los EE.UU. y China, con un potencial humano que podría superar al Gigante Asiático, con un ambicioso desarrollo científico – tecnológico, la exportación de mano de obra cualificada en la industria cibernética e inversiones directas en ese sector y por supuesto sin olvidar, que India es una potencia militar nuclear, lo que siempre reaviva los temores de un nuevo conflicto con la otra potencia militar nuclear, Pakistán, con quién mantiene recurrentes crisis y conflictos armados, por la región limítrofe de Cachemira, además el gobierno indio en enero próximo realizará las 1ras. maniobras aéreas conjuntas con Japón,  pero si algo caracteriza al Extremo Oriente, son las grandes diferencias que presenta, con regiones menos desarrolladas, como el caso Sri Lanka, Bangladesh y hasta el mismo Pakistán, con Índices de desarrollo humano tan bajos como podemos encontrar en África, y regiones que por el contrario, están a la vanguardia, como Japón, Corea del Sur, Singapur y obviamente, China.

 

En cuanto al continente africano, hay regiones que sufren conflictos armados recurrentes, que tras las banderas de luchas étnicas, tribales e ideológicas, están los intereses geopolíticos de las grandes potencias en el control y monopolio de recursos naturales estratégicos, el ejemplo más claro lo constituye la República Democrática del Congo, inmersa en una guerra civil sin fin, donde se dirime la posesión de los yacimientos de Coltan, los mayores a nivel global, un recurso estratégico para el desarrollo de tecnologías de punta, aeroespacial y militar. Por su parte, en particular en la región Subsahariana, a las muertes causadas por enfermedades endémicas, como el ébola, el paludismo y el Sida, se suman las acciones terroristas de organizaciones yihadistas islámicas, como el Boko Haram en Nigeria y Estados limítrofes, o en Somalia, Al Shabaab, o el Grupo Islámico Combatiente Marroquí en la región del Sahel. Mientras en la cuenca del Mediterráneo, Libia sigue siendo un Estado Fallido, tras la caída y asesinato del dictador Muhammad Khadafi, mientras Marruecos, enfrenta el conflicto interno con el grupo yihadista antes señalado y mantiene recurrentes crisis con España por la cuestión de las olas migratorias hacia la península ibérica, puerta a la U.E., sin embargo, la monarquía de Rabat ha sabido aprovechar el éxito de su selección de fútbol en el Mundial de Qatar, para influenciar a su diáspora reivindicando la descolonización, aunque contradictoriamente ejerce una ocupación colonial en el Sahara Occidental y al mismo tiempo, el régimen persigue a la disidencia, forzando a la migración de muchos marroquíes, y tanto Marruecos como Argelia, aprovechan la crisis energética europea, extorsionando con el flujo del gas natural. Por su parte, tanto Sudan como Sudán del Sur, presentan recurrentes luchas étnicas y religiosas, que en realidad es la pugna en las ganancias en la extracción del petróleo, con inversiones extranjeras en los yacimientos del sur y las que generan la exportación desde Jartum en el norte, por último los extremos, Egipto bajo el régimen de Al Sissi, no es precisamente una democracia, pero es un coto a la influencia yihadista, sigue siendo la mayor potencia de África, y ha encarado la participación en la exportación de gas, proveniente de los yacimientos submarinos del sector del Mediterráneo que han dado lugar a la reciente firma de Acuerdos entre Israel y Líbano, además apoya al gobierno rebelde libio de Bengasi y se muestra contrario a las ambiciones turcas en el Mediterráneo Oriental, y en el otro extremo, Sudáfica, que junto con Nigeria, son los dos principales actores en la región Subsahariana, ambos por sus recursos naturales, oro, diamantes y uranio el primero, y petróleo el  segundo.

 

Finalizando, este recorrido global del 2022, Latinoamérica sigue siendo víctima de sus propios errores, de los Populismo de Izquierda con su  impronta autoritaria como las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, inmersas en gravísimas crisis humanitarias, pero que no les impide apoyar a movimientos terroristas como las FARC disidentes, o la RAM en nuestro país y la CAM en Chile, sin olvidar sus alianzas con otros regímenes autocráticos o teocráticos, como ser China, Rusia e Irán. Pero también, son funcionales a estas dictaduras, organizaciones como el Foro de San Pablo y su versión remixada, el Grupo de Puebla, a los que adhieren gobiernos de ideología a fin, como el Méjico de López Obrador, la Colombia de Petro, el Chile de Boric y la Argentina de los Fernández, aguardando con expectativa a como se desenvolverá el próximo Brasil de Lula da Silva, que se ha caracterizado siempre por su pragmatismo, por su parte, las Democracias Liberales de la región, proyectan economías de mercado más inclusivas, como los ejemplos de Uruguay, Paraguay o Costa Rica, mientras Ecuador, que pudo derrotar en las urnas al populismo correísta, lucha para consolidar la democracia ante el embate del Crimen Organizado y por la inclusión mas justa de las comunidades indígenas, mientras que el Perú, pese a exitosas políticas económicas, se debate recurrentemente en crisis institucionales, y una amenaza común a la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, lo constituye la expansión del Narcotráfico, en algunos casos convertido en Narcoterrorismo, sin que olvidemos que las crisis económicas y sociales, en algunos casos endémicas, hacen de los países del subcontinente, fácil presa de los intereses geopolíticos y geoeconómicos de las grandes potencias o como en el caso de la crisis del MERCOSUR, imposibilite una real y eficiente integración regional, y no puedo dejar pasar la vergonzosa y lamentable política exterior Argentina, alineada con los peores regímenes. En fin, es indudable que estamos asistiendo a una transformación del escenario internacional, tanto en lo geopolítico como en lo geoeconómico, afectado por las crisis, los conflictos y las pandemias, y que incluso, trascienden el ámbito terrestre para proyectarse al espacio exterior, materia de análisis de la Geopolítica Espacial, por todo esto, la frase final elegida es de Henry Kissinger, quién dijo, “…No se trata de que lo que es verdad es lo que cuenta, sino de lo que se percibe como verdadero…”.-

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