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Irán: Las mujeres cuestionan al régimen

Radio Jai -Irán: Las mujeres cuestionan al régimen

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro

La muerte de la joven iraní Mahsa Amini en manos de la policía iraní, luego de ser detenida por no llevar el velo obligatorio sobre el cabello, desató una oleada de protestas dentro y fuera del país. La situación llevó al propio presidente iraní, a contactar a la familia y exigir una investigación. Ello no impidió que hubiera disturbios que terminaron con más de medio centenar de muertos. Al parecer un sector de la población iraní, muestra signos de agotamiento por décadas de inmovilismo, lo que puede alimentar el surgimiento de movimientos sociales mucho más amplios exigiendo, cambios en el régimen de los ayatollahs inaugurados en la Revolución de 1979.

El pasado 14 de septiembre de 2022, la policía de la moral, detuvo a una joven de 22ª años, llamada Mahsa Amini, por el uso inapropiado del velo o hiyab, que cubre su cabeza. Fue detenida y enviada a una estación de policía, de donde salió en estado de coma por los malos tratos. A los tres días murió en el hospital. La versión oficial era que Amini había muerto de un ataque cardíaco, negado por los familiares, que señalaron claramente que la mujer, era sana. El abogado de la familia de Mahsa Amini, Saeed Dehghan, señaló que la joven había padecido fracturas en el cráneo y que, su muerte fue un “asesinato”. Funcionarios del hospital Kasra donde fue llevada la joven, dijeron que fue ingresada con estado de muerte cerebral y negaron que la policía, hubiera llevado a Mahsa al citado nosocomio.

Esto desató la ira de la población iraní que salió en masa a las calles a protestar. El presidente iraní, un ultraconservador Ebrahim Raisi, intentó en vano poner paños fríos, se comunicó con la familia y prometió investigar el incidente. Las movilizaciones continuaron. El liderazgo político, intentó mostrar cierta cercanía como los reclamos, como el caso del presidente del Parlamento de Irán, Mohammad Bagher Ghalibaf, que exigió una investigación de lo acontecido con Amini. Jalal Rashidi Koochi, miembro del Parlamento, calificó la policía de moral, como un error y como elemento responsable de comportamientos dañinos que afectan al régimen.

Esto no ha impedido que miles de personas salieran a la calle, numerosas mujeres desafiando las normas legales, se quitaron en velo y cortaron sus cabellos en público. La respuesta del gobierno iraní no se hizo esperar y a la hora de escribir esta nota, se estima que hay más de doscientos muertos.

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Los responsables de la muerte de Amini, fue la llamada “Gasht-e Ershad” o “Patrulla de Guía/ Orientación” es un componente de la Fuerza de Aplicación de la Ley, o NAJA, acrónimo en persa, de las fuerzas de policía iraníes. Su origen se remonta a los temibles “Komiteh” o comités destinados a aplicar el código de vestuario impuesto por la Revolución Islámica en 1979. Desde 1981, se impuso por ley el régimen de vestuario para hombres y mujeres, y lo que concierne a estas últimas abarca el uso del velo o hiyab.

En tiempos del sha, el uso de este tipo de elementos era optativo. En 2005, durante la presidencia de Ahmadinejad, la citada “Patrulla de Orientación”, adquirió la actual organización. Las mujeres han sido el principal objetivo de este peculiar cuerpo policial, pero también los hombres, especialmente para disuadir el uso de vestimenta occidental, en base a una interpretación de la religión, que se traslada a cuestiones tales como el vestuario. En 2017, unas 40.000 mujeres fueron detenidas por este cuerpo policial.

El propio régimen estima que el 60% de las mujeres iraníes, no cumple debidamente con el código de vestimenta. La polémica está abierta en el seno de la política iraní. El nieto del ayatollah Ruhollah Jomeini, padre de la Revolución, Hassan Jomenini, reformista, cuestiona la existencia de la Patrulla de Orientación, al señalar Sea lo que sea esto, no es una guía, no es islámico, no es sabio y no tiene ningún beneficio.

Los abusos por parte de la policía, ha motivado críticas del Consejo de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, donde ha señalado que, hasta niñas menores de 10 años, son obligadas a usar el hiyab. La ley penal iraní, fija de diez días de multa hasta dos meses de prisión efectiva, más una abultada multa. Generalmente las destinadas son devueltas a sus domicilios en el día, reciben una reprimenda verbal, clases de cómo vestirse, pero se sabe por denuncias de numerosas organizaciones defensoras de los derechos humanos, que hay casos de violencia física y azotes. La labor de esta “policía de la moral” se ver reforzada por los Basij, milicia de voluntarios del Cuerpo de Guardianes, que tiene entre sus funciones, apoyar las fuerzas de orden público. Al parecer, la presión de esta fuerza policial, se centra en los distritos más pobres de las grandes ciudades. En el caso de Teherán, en los barrios más acomodados, la presión no es tanto, dado que muchos sectores acomodados, tienen aceitadas relaciones con la elite del régimen, lo que hace que la Patrulla de Orientación, haga la vista gorda. Estamos hablando que Irán, es un país con elevados niveles de corrupción y tener buenos contactos, implica zafar de controles, como el caso de la policía de la moral.

El retorno de sectores ultraconservadores a la presidencia de Irán, de la mano de Ebrahim Raisi, ha significado una mayor presión por parte de estos organismos destinados hacer cumplir los preceptos religiosos en la vida diaria de los iraníes. El incremento del control de población, bajo esta excusa, a nuestro entender, se vincula con un régimen que tiene signos de desgaste, dado la dura crisis económica que afecta al país, como resultado de las sanciones internacionales. El objetivo es neutralizar cualquier tipo de disidencia y esto se extiende, no solo a espacios públicos, sino ámbitos como universidades, una cafetería. El régimen envía un mensaje claro a la sociedad, que no tolerará ningún tipo de cuestionamiento a sus pilares ideológicos. En los últimos meses, las denuncias de malos tratos se han incrementado, especialmente utilizando violencia física.

Este cuerpo policial, formado por varios millares de oficiales y agentes, tanto masculinos y femeninos, que se ocupan de ver que las mujeres no usen maquillaje, el uso correcto del velo, ropa ajustada, acercamientos entre parejas de novios, que hombres y mujeres que no tienen vínculos familiares, no hagan gestos de acercamiento en público. El régimen dedica un importante esfuerzo para velar que las personas en público, se comporten acorde a los preceptos religiosos, que al ser Irán una teocracia, las normas religiosas, son la base del derecho positivo. Por ejemplo, el adulterio, que en cualquier religión es considerado pecado, en el caso de Irán, no solo es pecado, sino que implica un delito, castigado con la muerte.

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El sexo prematrimonial, la homosexualidad, no solo son pecados, sino delitos castigados con flagelación y en el caso de encuentros sexuales entre personas del mismo sexo, pueden ir a prisión o la muerte.

¿Una tragedia anunciada?

En el mes de julio de este año, un video que se “viralizó” cuando una mujer, suplicaba que su hija fuera liberada por agentes de la policía moral, era trasladada en un móvil de este cuerpo. A ello se agregó el malestar social, por el endurecimiento de las normas en materia de vestuario. El país atraviesa una dura situación económica, con un 30% de inflación, una moneda cada vez más devaluada, sequía que encarece aún más los precios de los alimentos, con el agregado que el presidente Raisi, decidió cortar los subsidios al pan y otros productos elaborados con harina, que llevaron a que muchos alimentos aumentaran un 300%. Se estima que más del 40% de los hogares iraníes están por debajo de la pobreza y el desempleo afecta al 12% de la población, según el mismo Banco Mundial. Las recetas del FMI, para acceder a préstamos y ayudas, impusieron medidas de austeridad, que afectan la vida diaria de los iraníes. La elite del régimen, en cambio parece inmune a la crisis y la corrupción está a la orden del día.

Un ejemplo de ello es el caso del parlamentario Mohammad Baqer Qalibaf, ex alcalde de Teherán y comandante del Cuerpo de Guardianes, en el mes de abril, trascendieron fotos en la prensa iraní, donde su hija y su yerno, de viaje en Turquía, hicieron compras millonarias. Los iraníes padecen las consecuencias de las sanciones internacionales y las recetas de ajuste del gobierno, agregándose precariedad laboral, para millares de personas fuera del circuito formal de empleo. El nivel de conflictividad social se mantiene, en mayo, hubo huelga en el transporte público en Teherán. También maestros y trabajadores industriales se movilizaron por la situación económica.

El régimen iraní, venía acumulando malas noticias con las muertes de altos oficiales de las fuerzas armadas vinculados a proyectos de investigación en el área de misiles, vehículos no tripulados y el sector nuclear.

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Por ejemplo, los casos del ingeniero Entezari y el coronel Hassan Sayyad Khodaei de la selecta Fuerza Quds. Las sospechas recayeron en Israel, país que puso en evidencia fisuras en el aceitado sistema de inteligencia y de seguridad iraní. Teherán quedó expuesto y sin ninguna duda para mostrar que el régimen tiene el control, la represión se intensifica en diferentes órdenes. Ejemplo de ello ha sido la dura respuesta ante las manifestaciones por la muerte de la joven Amini.

El uso del discurso moralista, especialmente en materia de control de la vestimenta femenina, tiene que ver con la lógica de un sistema político, que quiere mostrar que ejerce un control sin interferencias, además de mantener los lazos con la base social del régimen en sectores muy conservadores que persisten en Irán, especialmente en áreas rurales, ciudades más pequeñas del interior del país, que como el resto de la sociedad también se ven perjudicados por una economía golpeada por años de sanciones.

El incremento de la represión y búsqueda de un mayor control de la población, junto con un creciente descontento, eran condimentos claves para un cóctel explosivo, y su detonante fue el caso Amini. Una vez más quedó al descubierto la dura realidad que viven las mujeres en Irán. Las mujeres, por una interpretación de la religión, tienen menos derechos que los hombres. Según la ley, la mujer casada no puede acceder a un pasaporte sin el permiso de su esposo, que lo puede revocar en cualquier momento. El esposo puede impedir que la cónyuge tenga determinadas ocupaciones laborales e imponer el lugar de residencia familiar. La desigualdad se traslada a la transmisión de la herencia, divorcio, ausencia de patria potestad compartida, el equiparar el testimonio de un varón en juicio, al de dos mujeres, etc. Las mujeres pueden casarse desde los 13 años. No existe marco legal contra la violencia doméstica. El proyecto de ley que existe, está frenado en el Parlamento, a la espera que el gobierno del presidente Raisi, lo trate.

Las mujeres iraníes se han organizado de alguna u otra manera, lograron conservar el derecho al voto, su participación en la vida educativa es importante, a tal punto que las mujeres son mayoría en las universidades iraníes. Pero sus derechos civiles siguen siendo limitados frente a los hombres, y su vida está siempre sujeta al jefe de familia. La llegada de los “halcones” del régimen al gobierno, da por tierra cualquier avance hacia algún tipo de cambio sobre estatuto jurídico de la mujer en Irán, que se inserta en una larga lista de pendientes en materia de derechos humanos que arrastra el régimen desde su fundación en 1979.

La tragedia de Mahsa Amini, ha sido un detonante, a nuestro entender, no solo por el cansancio que tiene un sector de la población iraní por las normas puritanas, que el régimen pretende imponer por la fuerza, unido a las consecuencias de años de dificultades económicas, que provocan que el humor social sea cada vez más negativo. Desde hace tiempo que la sociedad iraní pide cambios, ante un sistema política que muestra signos de inmovilismo y altos niveles de corrupción, las protestas por el uso obligatorio del hiyab o velo, tal vez sean una excusa para mostrar un sentimiento mucho más profundo, pero que todavía la sociedad iraní no cuenta con la fuerza necesaria para que ese sentir, se traduzca en un cuestionamiento abierto al régimen de los ayatollahs.

Jorge Alejandro Suárez Saponaro – Director de Diario El Minuto para Argentina

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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