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La leyenda del crimen ritual

Solo la más antigua acusación de deicidio, desmentida oficialmente por el Concilio Vaticano II, tuvo un efecto comparable a la leyenda del crimen ritual, pero compaginadas con otras maquinaciones, (la necromancia judía, su pacto diabólico, la supuesta conspiración internacional para dominar al mundo), construyeron el mito del judío como el arquetipo de una otredad amenazante, vengativa, irreductible, a la que tarde o temprano había que eliminar.

En el espacio de diez siglos, a lo largo y ancho del mundo cristiano, la mentira del crimen ritual se concretó en poco más de doscientas acusaciones, nunca sustentadas ni probadas.

El caso de William de Norwich (1144), el martirio de Simón de Trento (1475); el caso del Santo Niño de la Guardia (1490-91) el juicio de Damasco (1840) y el caso de de Mendel Beilis son claros ejemplos de lo expuesto.

Al atestiguar los efectos del mito en el ánimo popular, no pocos papas lo denegaron explícitamente. Entre ellos se destaca Pablo III, un papa humanista que en 1540 habló abiertamente de la “fábula calumniosa”.

Con todo, la actitud predominante en la Santa Sede fue de un ominoso silencio: el triste y cómplice argumento del silencio.

El papa León XIII, fue indulgente con el prejuicio antijudío. Sin embargo cuando en 1899 tres eminentes ingleses (el duque de Norfolk, lord Russell y el arzobispo Vaughan de Westminster) lo instaron a desmentir la fábula, se negó a hacerlo. De poco sirvió que, al desatarse en Rusia la acusación más célebre del género en el siglo XX (el juicio contra el obrero judío Mendel Beilis en 1913, que indignó a Lenin al grado de llevarlo a instalar una comisión revisora en 1920), el papa Pío X se comprometiera a “prevenir el infame fanatismo de estas gentes” hacia “los pobres judíos”. Pero el daño estaba hecho.

De nada sirvió que las de torturas y sacrificios humanos son contrarias a muchas de las enseñanzas del judaísmo. La más obvia: los Diez Mandamientos prohíben el asesinato. Además, el uso de sangre (humana o de otro tipo) en la cocina está prohibido expresamente por el Kashrut pues la sangre y otros fluidos humanos son impuros. La sangre de animales sacrificados no puede ser consumida y tiene que ser extraída del animal y enterrada. De acuerdo con el Levítico, la sangre de los animales sacrificados solo puede ser colocada en el Gran Templo de Salomón en Jerusalén, que ya no existía en la época de los libelos. Mientras que los sacrificios animales eran parte de las prácticas del judaísmo, el Tanaj y las enseñanzas del Halajá señalan al sacrificio humano como uno de los males que separa a los paganos de Canaán de los hebreos (Deuteronomio, 12:31; y Segundo libro de los reyes, 16:3). De hecho, la limpieza ritual para los sacerdotes prohibía incluso estar en la misma habitación que un cadáver (Levítico, 21:11). La efeméride que nos convoca en esta nota es el caso del primer libelo de sangre de Europa contra los judíos. La comunidad judía de Norwich fue acusada de asesinato ritual después de que ese día se encontrara el cadáver del niño Guillermo de Norwich con diversas heridas de puñal. Guillermo llegó a alcanzar el grado de mártir católico. En 1189, la delegación judía que participaba en la coronación de Ricardo Corazón de León fue atacada por la multitud. El 6 de febrero de 1190 hubo un pogromo en Norwich y todos los judíos de esta villa fueron matados en sus casas, a excepción de unos pocos que se refugiaron en el castillo. En 1290, los judíos fueron expulsados de Inglaterra y no se les permitió regresar hasta 1655.

Otro caso notable es el del Santo Niño de La Guardia, el supuesto asesinato ritual de un niño a finales de la década de 1480 en la localidad española de La Guardia (Toledo), por el que fueron quemados en la hoguera en 1491 varios judíos y judeoconversos. La condena se produjo aunque no se había encontrado un cadáver ni se había denunciado la desaparición de ningún niño. Por este presunto crimen la Inquisición procesó a varios conversos, mientras que las autoridades civiles hicieron lo propio con dos judíos. Todos ellos fueron quemados vivos en Ávila el 16 de noviembre de 1491. Se conservan algunos documentos del proceso, especialmente el seguido contra uno de los acusados, Yosef Franco.

La mayoría de los historiadores considera que el niño de la Guardia nunca existió pero el proceso propició un clima antijudío, y una indignación que empeoró aún más la relación del sector de cristianos viejos con relación a los judíos y conversos. Este supuesto crimen fue lo que dio impulso para dictar el decreto de expulsión de los judíos, que se promulgó solo meses después, en marzo de 1492, siendo uno de los últimos reinos europeos en expulsarlos

Veremos a continuación 2 casos, arbitrariamente elegidos, pero que este autor considera emblemáticos. En la Pascua judía de 1475 (domingo 21 de marzo) se encontró el cadáver mutilado de un bebé de dos años.

El obispo Hinderbach de Trento mandó encarcelar a varios judíos, por el asesinato del niño Simón, y bajo tortura les hizo confesar que habían torturado, crucificado cabeza abajo, y desangrado al bebé, y utilizado su sangre para preparar matzá. El papa Sixto IV envió un delegado para que investigara el caso. Este se mostró reticente a aceptar la culpabilidad de los judíos, pero tuvo que huir ante la ira del pueblo, que fue alentada por Hinderbach. Los judíos fueron declarados culpables y quemados vivos públicamente en la plaza de Trento. En 1588 (113 años después), el papa Sixto V (1521-1590) reunió una comisión de seis cardenales, y repitió el juicio. Este tribunal también encontró culpables a los judíos.

Ese mismo año (1588), el mismo papa Sixto V permitió el culto local de Simón de Trento a raíz de su beatificación. Tras el Concilio Vaticano II Simón de Trento fue bajado de los altares.

El segundo caso es el de Mendel Beilis.

Beilis fue un judío acusado de asesinato ritual en Kiev en el Imperio ruso en un notorio juicio de 1913, conocido como el “juicio de Beilis” o el “asunto de Beilis”. Aunque fue absuelto después de un largo proceso por un jurado totalmente eslavo, el proceso legal provocó críticas internacionales al antisemitismo en el Imperio ruso .

La historia de Beilis fue ficcionalizada en la novela The Fixer de Bernard Malamud que ganó el Premio Pulitzer de ficción y el Premio Nacional del Libro de Estados Unidos de ficción. El libro fue llevado a la pantalla en el film El Hombre de Kiev, dirigido por John Frankenheimer e interpretado por Alan Bates, Dirk Bogarde y Georgia Brown en los papeles principales. Alan Bates fue candidato a los Oscar en la categoría de mejor actor secundario.

Menahem Mendel Beilis nació en una familia jasídica , pero era indiferente a la religión, y trabajaba regularmente el sábado y al menos algunas de las festividades . En 1911 era un ex soldado y padre de cinco hijos, empleado como superintendente en la fábrica de ladrillos Zaitsev en Kiev .

En uno de los folletos antisemitas distribuidos en Kiev antes del juicio de Beilis, la leyenda decía: “¡Pueblo ruso ortodoxo, conmemora el nombre del joven Andrey Yushchinsky que fue martirizado por Zhids ! ¡Recuerdo eterno para él! ¡Cristianos, protejan a sus hijos! El 17 de marzo comienza la pascua de los Zhids “. ( Zhid era el término despectivo para los judíos).

El 12 de marzo de 1911 (según el antiguo calendario ruso), el niño ucraniano de 13 años Andrei Yushchinsky desapareció camino de la escuela. Ocho días después, su cuerpo mutilado fue descubierto en una cueva cerca de la fábrica de ladrillos Zaitsev. Beilis fue arrestado el 21 de julio de 1911, luego de que un farolero testificara que el niño había sido secuestrado por un judío. Un informe presentado al zar por el poder judicial consideraba a Beilis como el asesino de Yushchinsky. Finalmente se comprobó que el asesinato había sido cometido por el amante de su madre.

 

Dr. Mario Burman

 

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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