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¿Cuál fue el Acuerdo entre la Santa Sede y el Estado de Israel?

En entregas anteriores nos hemos referido, en el marco de las relaciones judeocristianas a la definición de las Orientaciones y Sugerencias para la Aplicación de Nostra Aetate que las relaciones con el Estado de Israel debían verse a la luz del derecho internacional.

Esta afirmación parecía ignorar la importancia que para el alma judía tiene el mismo. Sin embargo fue un gran avance pues explicaba a los católicos, a quienes estaba dirigido el documento, que no había cuestiones teológicas pendientes.

Para comprender esta afirmación veamos los antecedentes.

En 1897, cuatro meses antes de reunirse el Primer Congreso Sionista, en Basilea, en la revista jesuita La Civiltà Cattolica se expresó que para la Iglesia Católica la idea de un estado judío en Tierra Santa, con Jerusalén como capital y con custodia sobre los Santos Lugares era inadmisible.

En 1904, el Papa Pío X recibió al fundador del movimiento sionista, Theodor Herzl, que tenía el propósito de obtener el apoyo de la Santa Sede al proyecto sionista.

Pío X rechazó la idea. “No podemos impedir a los judíos ir a Jerusalén, pero no podemos jamás favorecerlo. La tierra de Jerusalén, ha sido santificada por la vida de Jesucristo. Como jefe de la Iglesia no puedo daros otra contestación. Los judíos no han reconocido a Nuestro Señor. Nosotros no podemos reconocer al pueblo judío”. La propuesta política de Herzl recibió una respuesta teológica.

En un artículo sobre la entrevista, Herzl cuenta que su réplica fue que “nosotros fundábamos nuestro movimiento en el sufrimiento de los judíos, y queríamos dejar al margen todas las incidencias religiosas”.

La respuesta fue “Bien, pero Nos, en cuanto Jefe de la Iglesia Católica, no podemos adoptar la misma actitud. Se produciría una de las dos cosas siguientes: o bien los judíos conservarán su antigua Fe y continuarán esperando al Mesías, que nosotros los cristianos creemos que ya ha venido sobre la tierra, y en este caso ellos niegan la divinidad de Cristo y no los podemos ayudar, o bien irán a Palestina sin profesar ninguna religión, en cuyo caso nada tenemos que hacer con ellos. La fe judía ha sido el fundamento de la nuestra, pero ha sido superada por las enseñanzas de Cristo y no podemos admitir que hoy día tenga alguna validez. Los judíos que debían haber sido los primeros en reconocer a Jesucristo, no lo han hecho hasta hoy”. Finalizó su exposición con una advertencia: “Si usted se va a Palestina e instala allí a su pueblo, prepararemos iglesias y sacerdotes para bautizarlos a todos”.

Mucha agua corrió bajo los puentes hasta que el 30 de diciembre de 1993 establecieron relaciones diplomáticas plenas, por lo cual vale la pena conocer, por contraposición el acuerdo firmado entre ambos Estados.

Acuerdo Fundamental entre la Santa Sede y el Estado de Israel

Preámbulo La Santa Sede y el Estado de Israel,

Teniendo en mente el singular carácter y la significancia universal de la Tierra Santa; Concientes de la naturaleza singular de la relación entre la Iglesia Católica y el pueblo judío, y del histórico proceso de reconciliación y crecimiento en mutuo entendimiento y amistad entre católicos y judíos; reconociendo que el trabajo de la comisión mencionada previamente ha producido suficiente material para un primer y fundamental acuerdo; concordando en que tal acuerdo proveerá una base sólida y duradera para el desarrollo continuo de sus actuales y futuras relaciones y para el avance de las tareas de la comisión, están de acuerdo en los siguientes artículos:

Artículo 1. El Estado de Israel, según su Declaración de Independencia, afirma su perenne compromiso a defender y observar el humano derecho a la libertad de religión y conciencia, según es articulado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en otros instrumentos internacionales de los que forma parte.

La Santa Sede, según la Declaración de Libertad Religiosa del Concilio Ecuménico Vaticano Segundo, “Dignitatis humanae”, afirma el compromiso de la Iglesia a defender el humano derecho a la libertad de religión y conciencia, según lo formulado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en otros instrumentos internacionales de los que forma parte. La Santa Sede desea afirmar además el respeto de la Iglesia Católica a otras religiones y sus adeptos, según es solemnemente expuesto por el Concilio Ecuménico Vaticano Segundo en su Declaración sobre la Relación de la Iglesia con Religiones No Cristianas, “Nostra aetate”.

Artículo 2. La Santa Sede y el Estado de Israel se comprometen a cooperar apropiadamente para combatir todas las formas de antisemitismo y todas las formas de racismo e intolerancia religiosa, y en la promoción del entendimiento mutuo entre las naciones, la tolerancia entre las comunidades y el respeto por la vida y la dignidad humana.

La Santa Sede aprovecha esta ocasión para reiterar su condenación del odio, la persecución y todas las demás manifestaciones del antisemitismo dirigidas contra el pueblo judío e individuos judíos en todas partes, en cualquier tiempo y por cualquier persona. En particular, la Santa Sede deplora los ataques contra judíos y la profanación de sinagogas y cementerios judíos, actos que ofenden la memoria de las víctimas del Holocausto, especialmente cuando ocurren en los mismos lugares que fueron testigos de éste.

Artículo 3. La Santa Sede y el Estado de Israel reconocen que ambos están libres de ejercitar sus respectivos derechos y poderes, y se comprometen a respetar este principio en sus relaciones mutuas y en su cooperación por el bien de la humanidad.

El Estado de Israel reconoce el derecho de la Iglesia Católica de realizar sus funciones religiosas, morales, educativas y caritativas, y mantener sus propias instituciones; de entrenar, nombrar y ubicar a su propio personal en dichas instituciones o para dichas funciones. La Iglesia reconoce el derecho del Estado de realizar sus funciones, tales como promover y proteger el bienestar y seguridad de su pueblo. Tanto el Estado como la Iglesia reconocen la necesidad del diálogo y la cooperación en tales asuntos según lo exija su naturaleza.

Con respecto a la persona legal católica en la ley canónica, la Santa Sede y el Estado de Israel negociarán para darle pleno efecto en la ley israelí, luego de un informe de una subcomisión conjunta de expertos.

 

Dr. Mario Burman para Radio Jai

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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