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Una estadista y una auténtica amiga

Angela Merkel planeaba hacer su último viaje fuera de Alemania como canciller en Israel. Esta fue una clara señal del compromiso absoluto de la líder alemana con el Estado de Israel. La visita fue cancelada en el último minuto debido al colapso del gobierno afgano y la urgente necesidad de rescatar a los refugiados. En esto, también, Merkel vio una deuda histórica de Alemania. Las elecciones parlamentarias alemanas se celebrarán el domingo. Por primera vez en 19 años, Merkel no liderará el Partido Demócrata Cristiano, poniendo fin a un mandato extraordinario que comenzó en 2005.

Merkel, la primera canciller nacida después de la Segunda Guerra Mundial y la única que creció, hasta la caída del Muro de Berlín y la unificación alemana, en el Este Comunista, era muy consciente de la enmarañada herencia de su país. En un discurso en la Knesset en 2008, Merkel dijo que “el Holocausto nos llena de vergüenza a los alemanes. Inclino mi cabeza ante las víctimas. No hay nada que se compare con la crisis humana creada por el Holocausto. Solo si Alemania reconoce su responsabilidad por el Holocausto para siempre podrá construir su futuro humanamente “. De hecho, Merkel demostró que aprendió la lección histórica cuando, en 2015, declaró: “Podemos hacerlo” y, a pesar de las muchas críticas, absorbió a un millón de refugiados de la guerra civil siria en Alemania.

A lo largo de sus años en el cargo, Merkel cumplió su palabra. No solo en la relación de seguridad entre Israel y Alemania, que se refleja en la venta de equipo militar y ejercicios conjuntos por parte de los ejércitos, sino también en la cooperación civil y una importante contribución alemana al fortalecimiento de la democracia y la sociedad civil en Israel. Merkel reforzó la coordinación diplomática e incluso estableció reuniones anuales conjuntas del gabinete de los dos gobiernos. Al mismo tiempo, no rehuyó las valientes críticas en sus conversaciones personales con líderes israelíes, especialmente aquellas con Benjamin Netanyahu, en las que el tono a menudo subió, cuando sintió que la política israelí socavaba sus valores democráticos y la solución de dos estados para dos pueblos.

 

Editorial de Haaretz

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