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Moshé Hess

Yehuda Krell
Hoy se cumple un nuevo aniversario del natalicio de Moshé Hess, quien nació 21 de junio de 1812, en Bonn, Alemania, fue un escritor, pensador socialista, y uno de los primeros precursores del pensamiento sionista moderno.
Durante su infancia, sus padres se mudaron a la ciudad de Colonia y dejaron a su hijo en Bonn con su abuelo Tuvia Hess, quien como rabino le dio al niño una educación judía tradicional. En su juventud Hess fue a estudiar en la Universidad de Bonn, época en la que encontró su camino hacia el socialismo junto a un grupo de hegelianos.

Fue amigo de Karl Marx y Friedrich Engels, trabajó con ellos en el desarrollo de la teoría comunista y participó de la creación de la Primera Internacional Socialista en 1864, hasta que se distanció de ellos por diferencias en los puntos de vista sobre el socialismo y el materialismo histórico.

Para Hess, el socialismo era una idea principalmente humanista, no creía que la lucha de clases fuera la base de toda la historia y consideraba que las luchas de ‘razas y nacionalidades’ también eran importantes en el devenir histórico.
En 1837 publicó su primer libro: ‘La Santa Historia de la Humanidad’ en el que sigue el pensamiento de Spinoza respecto a la necesidad de construir una base moral para la vida política. En su segundo libro, ‘La Triarquía Europea’, publicado en 1841, propuso una ‘unión europea radical’ basada en Gran Bretaña, Francia y Alemania, un pensamiento por demás adelantado para la época.
Hess veía en la ayuda social en una dimensión moral, se identificaba con el punto de vista de la tradición judía y la legislación social de la Torá, como las leyes de la Shemita y el Yovel en la ayuda a los necesitados. Era la época en la que Hess defendía la integración de los judíos en el movimiento socialista paneuropeo, enfantizando una interpretación moderna y revolucionaria de la teoría de Spinoza respecto de los aspectos sociales de la religión judía.
Desde 1848 hasta su muerte, Hess pasó la mayor parte de su tiempo en el exilio político fuera de Alemania, ya que fue condenado a muerte por predicar el socialismo. Después de muchos años en los que Hess estuvo completamente separado de su adhesión al judaísmo, al notar el aumento del antisemitismo en Alemania y en toda Europa, inició el regresó a sus raíces judías. También en esos años experimentó un cambio revolucionario por el surgimiento de los movimientos nacionales para la unificación de Alemania e Italia que le dejaron en claro la centralidad de la dimensión nacional en la existencia moderna de los pueblos.
En 1861 termina de escribir su gran obra ‘Roma y Jerusalén, la última cuestión nacional’, libro en el cual describe la trama del pogromo de Damasco y como el hecho influyó en su visión nacional, expresa: ‘Recordé, que soy hijo de un pueblo humilde, despreciable, y perseguido’. En este libro, Hess presenta su teoría sionista completa: se opone a la asimilación, pide el asentamiento de judíos en la Tierra de Israel y el regreso de las masas judías a la vida laboral. Considera que el ideal de devolver a los judíos a su tierra debe ser un ideal global y no solo judío.
Como en los primeros días del sionismo moderno, Hess es influenciado por el despertar nacional en Europa. La liberación y unión de Italia, así como las enseñanzas de Giuseppe Mazzini, el padre del nacionalismo liberal italiano, tuvieron un efecto enorme en él. Su gran anhelo era la creación de un estado socialista en la Tierra de Israel, consideraba que no existía solución al problema judío sin un proletariado judío arraigado en el marco de una sociedad judía nacional en su patria histórica.
Hess también vio el papel histórico que le cabía a la religión en la preservación de lo que percibía como la identidad nacional del pueblo de Israel.

Hess estaba convencido que la ‘nación’ representa una fuerza central para la identidad de los pueblos, y como es importante para ellos también lo será para los judíos.
Como suele suceder, el libro no causó mayor impresión en ese momento, pero influyó en muchos líderes del sionismo socialista que lo siguieron. T. Herzl, que no conocía el libro de Hess en el momento de escribir ‘El estado de los judíos’, lo leyó más tarde y quedó muy impresionado. En su libro, Hess fue uno de los primeros en señalar los elementos racistas en varias sociedades europeas, especialmente en Alemania, y que como resultado estaban condenados al fracaso los intentos judíos, especialmente los del movimiento reformista, de integrarse a las sociedades europeas.
Hess murió en París en 1875 y fue enterrado a petición suya en el cementerio judío de Colonia. En 1961, sus restos fueron llevados al Estado de Israel y enterrados en el cementerio de Kineret, donde yacen otros grandes sionistas socialistas como Najman Syrkin, Dov Ber Borojov y Berl Katzenelson. El gabinete de entonces, los líderes del movimiento sionista, y del movimiento obrero, junto al primer ministro David Ben-Gurion, y el entonces presidente de la Agencia Judía, Moshe Sharett, le brindaron el póstumo homenaje. En su lápida está escrito: ‘De los padres del socialismo mundial y precursor del Estado de Israel’.

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