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Manejar la tropa

Argentina es un país complejo y difícil. Los poderes mafiosos e intereses cruzados están enquistados en todos lados. Un país de bandas que se enfrentan por el poder que generalmente se encuentran íntimamente vinculadas con el dinero.

Si lo anterior es cierto, cuanto más grave es cuando esta realidad se presenta en las fuerzas que deben impartir orden y seguridad. De “la mejor policía del mundo” de acuerdo a algún presidente a “la maldita policía” sin mediar matiz alguno. Lo que sí es seguro es que la policía, y en especial la bonaerense, siempre es como su territorio, zona caliente.

En las últimas horas una nueva insurrección enmascarada de temas salariales se le presenta al gobernador de la provincia Axel Kiciloff y a su ministro de Seguridad Sergio Berni. En realidad, la historia tiene unos meses, comenzó en septiembre y a los muchachos que deben impartir orden y responder a la ley, muchas veces no les gusta ni el orden ni la ley.

En plena pandemia y con el peor de los ejemplos se convocaron en manifestaciones salariales “reivindicatorias” que descuidaban los mismos protocolos sanitarios que deben hacer cumplir. Como si fuera poco ahora se le plantan al presidente frente a la quinta residencial de Olivos. Es verdad que, en una fuerza de más de 90.000 hombres, 400 son un pequeño grupo, pero en instituciones con la verticalidad que requiere la policía, no se puede permitir este tipo de motines.

No somos inocentes y sabemos que hay política y negocios detrás de estos incidentes. El deseo de depurar la bonaerense ha estado presente desde que Alfonsín nos traía esos aires de esperanza de nuevos tiempos y de dejar atrás la página de horror que también tuvo de protagonista a muchos policías de la época, convertidos en delincuentes uniformados, amparados y pagados por un gobierno de facto.

Han pasado muchos años desde 1983, la Argentina logró consolidar más allá de sus deficiencias una democracia sólida. La policía ha comprendido que se debe subordinar al poder político y jamás transformarse en un Estado dentro del Estado. Claro siempre hay excepciones.

La comunidad judía conoce muy bien de la importancia de contar con una policía honesta y profesional que vele por la seguridad de los ciudadanos y las instituciones.

Sergio Berni, es un hombre de sólida formación profesional, abogado, médico y ex militar. Su experiencia como ministro de seguridad de la Nación y su impronta personal, lo hacen uno de los hombres que mejor puede manejar esa tropa tan compleja. Esperemos por el bien de todos y la república, que lo logre.

 

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