Rabanit Hanna Winter Z’L
Como Moshé Rabenu, la Rabanit Hanna Winter Z’L murió con el beso de Dios, en su sueño. (Deuteronomio 34:5).
A veces nos olvidamos que nosotros, en la NCI de Montevideo, también tenemos estirpe de rabinos. Ella fue esposa de rabino, nuera de rabino, y madre de rabino; pero sobre todo, con el paso de los años, fue La Rabanit de la NCI y de buena parte de los judíos de Montevideo.
Cada nuevo rabino y su familia que vino a la NCI se transformaron en sus “hijos”, y con el paso de las generaciones ella supo encarnar una aureola, un estilo, una época, que el tiempo hacía cada vez más difícil de preservar. No había que contarlo; bastaba verla entrar en Iom Kipur, de blanco inmaculado, con sombrero, como ya nadie se atrevía a usar, a ocupar su lugar al lado de la Bimá, al frente de la congregación.
Pasaron las generaciones, sobrevinieron los cambios, pero ella jamás dejó de estar. Si su silencio era una concesión ante esos cambios, su presencia fue su bendición a la comunidad a la que dedicó su vida y la de su familia, “nuestra NCI”. Su sabiduría de sobreviviente, su devoción al rezo y la sinagoga, su comprensión del valor de la educación, le permitieron ser testigo de cómo evolucionó su comunidad, cómo el trabajo de su esposo y el suyo propio siguió dando fruto por generaciones. Siempre tuvo palabras de aliento y reconocimiento, siempre supo que, con todo lo que ella representaba, la comunidad era lo más importante.
Si alguien ha representado el sabio y digno paso del tiempo, esa fue Hanna Winter Z’L. Dios le dio buena vida, pudo ser testigo de la historia, y nosotros fuimos privilegiados en contar con ella.
Gracias Rabanit Hanna Winter por haber sido parte de nuestras vidas en la NCI.
Tu alma quedará entrelazada en el flujo de la vida. Nuestra vida comunitaria.
Que su memoria sea bendición.
Por Ianai Silberstein.
Reproducción autorizada por Radio Jai citando la fuente.
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