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¿Hay una reedición de la Guerra Fría? y el reordenamiento en Latinoamérica

Tras el final de la 2ª. Guerra Mundial, en 1945, comienza a gestarse un proceso conflictivo a nivel global, que constituyó el enfrentamiento entre el bloque liderado por los EE.UU. y el liderado por la URSS, que tuvo lugar tanto en el plano político ideológico, en el económico, en el social, en el cultural, en el científico tecnológico y por supuesto en el militar, que recibió la denominación de Guerra Fría, la que llegaría a un final con la caída del régimen comunista de la URSS y la disolución del Imperio Soviético para 1990.

Ese choque fue anunciado muchos años antes del inicio del segundo conflicto global, cuando se fueron constituyendo tres sistemas políticos disímiles, por un lado los Estados con Democracias Liberales, luego los Estados con regímenes Totalitarios de Derecha o Fascionazistas y el tercero, los Estados con regímenes totalitarios de Izquierda o Comunistas, en esa tríada era lógico que uno de los totalitarismos encontrara una alianza estratégica con las Democracias Liberales, una unión temporal y por conveniencia geopolítica, y así podemos explicar como la URSS se alió a los EE.UU. y al Reino Unido, pero los desencuentros y la distinta visión del mundo para la posguerra, quedaron evidenciados en las tres cumbres, la de Teherán, la de Yalta y en Postdam.

Ya en proceso, la Guerra Fría se hizo sentir en cada rincón del planeta, y América Latina fue uno de esos escenarios, el que se fue mostrando cada vez más virulento a partir del triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y la constitución de un Estado comunista, alineado a la URSS.

Con la década de los años 60, el régimen de Fidel Castro inicia un proceso de “Exportación de la Revolución”, que consistió tanto en una intensa campaña ideológica para difundir el pensamiento y la visión Marxista Leninista, como la de conformación de organizaciones terroristas armadas, como estrategias para lograr el acceso al poder y constituir un bloque de estados comunistas en Latinoamérica y crear así un frente en el llamado Patio Trasero de los EE.UU., todo lo cual se enmarcaba en la puja por el Poder Global.

Pero con la desintegración del Imperio Soviético, pareció que ese escenario conflictivo a nivel mundial denominado Guerra Fría, quedaba enterrado y superado por el aparente triunfo de Liberalismo con su Libre Mercado y de la Democracia como sistema político.

En Latinoamérica, durante un período de casi 30 años, desde el triunfo de la Revolución Cubana a la implosión de la URSS, ambos bloques antagónicos adoptaron, la Doctrina de Seguridad Nacional por el lado de los gobiernos que se alinearon con Washington y que dieron lugar y apoyo a los distintos regímenes autoritarios de facto, mientras que en la vereda opuesta, las organizaciones terroristas se valen de la metodología revolucionaria de la guerra de guerrillas y la subversión.

Tanto, unos como otros tenían un concepto en lo ideológico político, en lo económico social y cultural, en una visión de Estado, totalmente opuestos, y que tras 1990 pareció dejar atrás esta confrontación, sin embargo, desde entonces, el orden geopolítico mundial se fue reconfigurando en torno de dos actores, la China pos Mao, que imprimió las reformas de Den Xeaoping y que han llevado de la mano de Xi Jimping a consolidarse como la 2ª. potencia global con proyección de discutirle el liderazgo a los EE.UU., y la Rusia pos soviética, que a partir de la llegada al poder Vladimir Putin, busca consolidar la posición de gran potencia, como en épocas pasadas, y ambos actores tienen con su propias variantes, un denominador común, Poder Centralizado y en acrecentar y fortalecer sus Poderes Blandos, a través de la adopción de la Economía de Mercado y del desarrollo Científico Tecnológico, como estrategia para su expansión e influencia.

Mientras se fue dando este reordenamiento geopolítico, en el plano ideológico, con la caída de la URSS y las reformas producidas en China, se dio por finalizadas la 3ª y 4ª Internacional, pero los principios marxistas, y con el gran aporte estratégico de la visión de Antonio Gramsci, de algunas figuras de la Escuela de Frankfort, y en el ámbito regional, por el Foro de San Pablo primero y ahora por el Grupo de Puebla, estamos presenciando y viviendo el accionar de la 5ª Internacional, tal como lo expreso en el 2009 el fallecido creador del Socialismo del Siglo XXI, Hugo Chávez Frías.

Es así que para el primer decenio del presente siglo, se consolidan regímenes a fines con la visión del Socialismo del Siglo XXI, en Brasil con Lula Da Silva, en Ecuador con Rafael Correa, en Bolivia con Evo Morales, en Paraguay con Fernando Lugo, en Nicaragua con el Comandante Daniel Ortega y con el apoyo de gobiernos que si bien no consolidaron el ideario socialista, se alineaban con Venezuela y con Cuba, como ser la Argentina de los Kirchner y el Uruguay del Frente Amplio.

De esta manera, con la Cuba pos Fidel, pero siempre bajo la visión castro comunista como usina ideológica y la Venezuela de Chávez primero y ahora con Nicolás Maduro, como cabeza de playa, Rusia y China sentaron sus intereses estratégicos sobre la América del Sur, sin que olvidemos el soporte para la infiltración del Islamismo Radical Chiita, con Irán y su Proxy Hezbollah.

Sin embargo, a estos gobiernos que además de la matriz ideológica tenían en común, la corrupción, el clientelismo, la cooptación de la Justicia y en mayor o menor medida, la centralización de un poder autoritario, para la segunda mitad del segundo decenio, comenzaron a sentir duros reveces, en Brasil Lula terminó preso y Vilma Rousset fue destituída, por su parte Rafael Correa tuvo que emigrar a Bélgica, en cuanto a Fernando Lugo fue sometido a Juicio Político y destituído, y más recientemente, tras un conato de la FF.AA. y de Seguridad, como así también la participación de la oposición cruceña, Evo Morales tuvo que dejar el poder y Bolivia, y por supuesto en Argentina, una coalición de fuerzas políticas de Centro Derecha ganaron las elecciones del 2015, derrotando al candidato kirchnerista Daniel Scioli, algo que se dará en el Uruguay, al ser electo Luis Lacalle Pou del Partido Nacional en la elecciones del corriente año.

Esto pareció poner fin al proyecto del Socialismo del Siglo XXI y un quiebre al eje Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Brasil, Argentina, Uruguay, y aires democráticos e ideológicamente opuestos parecieron abrir una nueva etapa en alguno de estos países, sin embargo, el apabullado Foro de San Pablo se reconfiguró aprovechando el triunfo electoral del líder izquierdista Andrés Manuel Lopez Obrador en Méjico, creándose el Grupo de Puebla, y a partir de entonces, más por errores ajenos que por logros propios, la Izquierda Latinoamericana inició su campaña para reconquistar los espacios de poder perdidos, es así que en Argentina en las elecciones del año ppdo., triunfa por escaso margen la corriente política alineada al Kirchnerismo y más recientemente, en Bolivia, logra el MAS, partido de Evo Morales, ganar el evento electoral con Luis Arce como candidato, pero también se agudizan las crisis político sociales en Chile y Colombia.

De esta manera, vuelve a reeditarse la antinomia de dos visiones opuestas, por un lado las democracias liberales y por otro un socialismo con fuerte presencia y accionar estatal como expresión de la 5ª Internacional, y detrás de esta primera imagen, se reedita la puja de dos bloques a nivel global, uno liderado por los EE.UU. y la U.E. y el otro, a la cabeza China acompañado por Rusia, entonces,¿ se podría hablar de una nueva Guerra Fría?, a mi entender el escenario mundial es diferente, hoy vivimos en una Interdependencia Compleja y por ahora, Multipolar, pero si es evidente que hay dos concepciones políticas, económicas, sociales y hasta culturales opuestas, y que los dos principales actores internacionales, EE.UU. y China, compiten por el liderazgo mundial, que se hace visible en el campo del comercio internacional, en el desarrollo científico tecnológico, en el control de los RR.NN. e inversiones estratégicas.

En nuestro ámbito regional, en particular América del Sur, ejemplos del accionar de China y en segundo plano, Rusia, se pueden palpar en el caso de Venezuela, en las inversiones en RR.NN. estratégicos, tecnología y armamento, sin olvidar la presencia de tropas rusas, y el reciente anuncio de Nicolás Maduro de la conformación de un Consejo Militar, Científico y Tecnológico con la participación de China, Rusia, Cuba e Irán, lo que constituye una amenaza implícita a Colombia y a Brasil, más allá que contraría el Tratado de Río de Janeiro de 1947, del que Venezuela es signante, y más allá de lo señalado es una fuente de conflicto con otros países americanos y en particular para la Seguridad Hemisférica desde la visión de Washington.

Por su parte, en el caso de Bolivia, el reciente triunfo del MAS, marca la debilidad de una oposición que se alinea con la derecha cruceña, y que señala la división geográfica, política, social y económica entre el oriente y el occidente boliviano.

Sin embargo, el margen de maniobra del electo presidente Luis Arce es acotado en función de la delicada situación económica, social y pandémica que ha provocado el COVID 19, y más allá de haber invitado a su asunción al dictador Nicolás Maduro, y con ello ratificar su alineamiento al eje del Socialismo del Siglo XXI, puede ser el inicio de un nuevo liderazgo pos Evo Morales, que a partir de dos fundamentos, el desarrollo económico y el reconocimiento identitario indígena, Bolivia pueda reeditar el crecimiento experimentado durante más de una década con un activo mecanismo de movilidad social, especialmente del estamento indígena, representado en la fórmula triunfadora en el vicepresidente, David Choquehuanca, el más respetado dirigente de ese grupo social, aún más que Evo Morales, y donde no hay que dejar de lado el apoyo público a la fórmula ganadora por otro carismático líder indígena, Felipe Quispe, quién se había opuesto a Morales en sus ambiciones de mantenerse indefinidamente en el poder, lo que en definitiva nos deja un panorama en el cual Bolivia reafirma su alineamiento con los postulados de la Izquierda latinoamericana.

En cuanto a las crisis que aquejan a Colombia y a Chile, en el primer caso, el gobierno del centro derechista Iván Duque esta enfrentando protestas protagonizadas por diferentes grupos indígenas por reivindicación de sus derechos a la explotación de los RR.NN. en sus territorios y una mayor representación política de ese colectivo, a lo que se une las denuncia de ex integrantes de las FARC del no cumplimiento de los términos de los Acuerdos de Paz firmados por el ex presidente Juan Manuel Santos, sin dejar de lado las tensiones en la frontera colombo venezolana y las actividades armadas del ELN y las facciones disidentes de las FARC.

Por su parte Chile, la Izquierda le ha doblado el brazo al gobierno centro derechista de Sebastián Pineda, tras continuas movilizaciones, en su mayoría violentas, con incendio de iglesias, destrucción o daño de monumentos y saqueos de supermercados y centros comerciales, y ha logrado junto a los grupos del Movimiento Mapuche, obligar a un plebiscito para reformar la Constitución del período pinochetista, que fue ganado por un amplio margen y que evidencia los errores del gobierno en encarar a tiempo las reformas en los campos, laboral, previsional y sanitario, sin embargo, lo curioso de la crisis chilena es, que esa vanguardia revolucionaria no llega al 40% de los chilenos, pero ha cautivado a un porcentaje de la sociedad con que una reforma constitucional solucionará todos los problemas, cuando es muy posible y probable que la violencia siga en el país vecino.

Finalmente, la Argentina con el actual gobierno que se ha manifestado en diferentes ocasiones y escenarios, inclinado al eje Bolivariano, distanciándose del Grupo de Lima y adhiriendo al de Puebla, heredero del Foro de San Pablo, también con una creciente influencia de China en inversiones, en asistencia financiera, en la concurrencia de dirigentes políticos del oficialismo a Seminarios en China, y con la ocupación de una porción de territorio argentino con su base satelital en la provincia de Neuquén, y respecto a Rusia, la reciente resolución del ejecutivo nacional de adquirir la vacuna contra el COVID 19, que prioriza a mi criterio, la alineación geopolítica a la seguridad científica, sumado a la visión del núcleo más duro del partido gobernante, colocan a la Argentina en una difícil situación, tanto interna como internacional, por eso vale recordar la frase de Sir Winston Churchill, “ la Democracia es el peor de los sistemas políticos, pero no hay otro mejor”.

*Luis Fuensalida es especialista en asuntos internacionales. Fue Comisario Inspector y Jefe de Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina.

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