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Kishinev, la ciudad de la matanza


El 19 de abril de 1903 estallaron en la ciudad de Kishinev, capital de Besarabia, entonces parte del Imperio ruso, hoy Moldavia, una sucesión de acciones criminales y vandálicas antijudías. Los disturbios se produjeron en el contexto de una incitación antisemita por parte de la prensa rusa con el apoyo del gobierno, que dejó un saldo de 49 judíos muertos, 92 resultaron gravemente heridos, 500 heridos leves, y más de 700 casas y negocios fueron saqueados y destruidos.
Corrían los tiempos del zar Nicolás II, 1894-1917, un reinado en el cual se agravaron sensiblemene los ataques antisemitas. En febrero de 1903, uno de los periódicos antisemitas mas populares de la ciudad, ‘Besarabetz’, comenzó una campaña de incitación a una matanza de judíos acusándolos de haber dado muerte a un muchacho cristiano para utilizar su sangre en la elaboración de matzá para la festividad de Pesaj. Con titulares sensacionalistas como ‘¡Muerte a los judíos!’ y ‘¡Cruzada contra la Raza Odiada!’, se incitaba a la población a salir y masacrar a los judíos.
El periódico contaba con el apoyo económico del Ministerio del Interior de Rusia a través de subsidios y fondos especiales. En la Rusia zarista, el maltrato a los judíos era parte de una política sistemática desde los comienzos mismos del régimen de los zares, que le permitía desviar la atención de los ciudadanos rusos hacia los judíos ante los reiterados fracasos políticos, económicos, y sociales del reino. En los últimos años el régimen utilizaba a la prensa amarilla trantando a los judíos como extranjeros no aceptados y de enemigos de la religión ortodoxa rusa, instigando así la reacción popular.
El pasquín antisemita describía que se había encontrado el cuerpo de un niño cristiano ucraniano, Mikhail Rybchenko, en la ciudad de Dubossari, a unos 40 kilómetros al norte de Kishinev, un crimen que finalmente resultó ser obra de su tío que lo había asesinado para obtener una herencia, y difundió además la noticia que una niña fue encontrada muerta en un hospital judío. Ambos casos, el Besarabetz los encuadró en un ‘crimen ritual’ prepetrado por los judíos. También el periódico, en el desarrollo de sus infamias, acusó a los judíos de apoyar tanto una revolución socialista como la explotación capitalista a los cristianos.
El 19 de abril, domingo de Pascua, al salir de la iglesia, la población cristiana de la ciudad detonó los disturbios contra los judíos que se extendieron durante tres días. Estas acusaciones, que fueron alentadas por el obispo de la Iglesia Ortodoxa Rusa de la ciudad, atizaron las llamas de los desmanes. El mismo obisbo, luego, se paseaba en su carro y saludaba y alentaba a la multitud. La matanza adquirió escenas dantestas, se caracterizó por la multiplicación de grupos de descontrolados que asaltaban y saqueaban comercios y casas, matando y violando a mujeres, asesinando a bebés, niños y ancianos. Los testimonios hablan de una violencia descomunal, los asesinos hacían alarde de sus crímenes y se fotografiaban junto a los cuerpos de los niños judíos asesinados en la masacre
El ministro del Interior, Viacheslav von Plehve,  ordenó al gobernador del distrito no realizar ningún esfuerzo para proteger a los judíos y, por orden del gobernador, el ejército se encerró en su base. La policía fue indiferente con los hechos, no hizo ningún intento de intervenir para detener los disturbios, excepto después de los tres días. Nuevos ataques se repitieron en otros territorios de Rusia Blanca, en los que no se permitió actuar a una defensa judía y los jóvenes judíos que intentaban contrarrestar los ataques fueron encarcelados.
Los pogromos de Kishinev de 1903 llamaron la atención de la comunidad mundial, pero a pesar del clamor del mundo por detener la barbarie y castigar a los culpables, solo dos hombres acusados fueron condenados a siete y cinco años de prisión, y veintidós hombres fueron condenados a uno o dos años de prisión. Un gran número de artistas y escritores rusos se pronunciaron contra los disturbios, entre ellos, los escritores Vladimir Korolenko, León Tolstoi y Máximo Gorki quienes en sus manifiestos acusaron al gobierno ruso.
Los disturbios causaron una conmoción en el mundo judío, tras los cuales hubo muchos llamados a un levantamiento judío. El pogromo fue decisivo para convencer a decenas de miles de judíos de Rusia para marcharse a occidente y a la Tierra de Israel. El salvajismo antijudío se convirtió en una gran preocupación para los primeros sionistas. El líder Theodor Herzl hizo un llamado al Comité de Acción Sionista de Viena, exclamando ‘¿Hasta Cuándo?’, y efectuó una severa advertencia al pueblo judío disperso e insensible ante los peligros que lo amenazaban. El pogromo de 1903 persuadió a Herzl de proponer en el Sexto Congreso Sionista el Plan Uganda, como una solución urgente y transitoria a la difícil situación de los judíos rusos. Para el incipiente sionismo revisionista, los trágicos hechos inspiraron la idea de la autodefensa bajo el liderazgo de Zeev Jabotinsky.
Escritores y poetas judíos testimoniaron la saña y el salvajismo con los que se cometieron los crímenes. El poeta nacional judío Jaim N. Bialik, escribió su famoso poema: ‘En la Ciudad de la Matanza’, donde no solo describió los trágicos sucesos, sino que criticó la pasividad de los judíos durante los disturbios, y marcó la necesidad en adoptar una acción revolucionaria para estos jóvenes que debían buscar un futuro de independencia.

*Yehuda Krell es profesor de Historia Judía graduado en el Instituto Superior de Ciencias Judaicas, Bs. As., y profesor en Educación Judía con especialización en Historia Judía para niveles Medio y Terciario del Ministerio de Educación de la Argentina. Realizó estudios de posgrado en Israel.

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