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Pirkei Avot para el siglo XXI: Máximas éticas

El sabio expresa en términos simples pero categóricos la diferencia entre “Amor” y “amor”, entre un vínculo entrañable de corazón, y uno superficial e insípido, referido como amor pasional, “a primera vista”, que no pasa de una mera ilusión.

En la concepción judaica, el amor no se confunde con el amor romántico, basado solo en el atractivo físico.Involucra esencialmente intimidad espiritual, reciprocidad de sentimientos, valores y metas en común, disposición al sacrificio hacia el otro. Es ese el lazo energético ilimitado que resiste los embates del destino y que trasciende aún la muerte física de una de las partes.

Amor es, en suma, el secreto de la unidad, el entrelazamiento emocional desde las profundidades del ser interior.

En una relación de amor no hay cálculos y consideraciones egoístas, hay un permanente dar y recibir, que florece cuando el aprecio y la devoción se expresan desinteresadamente.

Amor verdadero es esencialmente una elección de una vida de mutua hospitalidad; un corazón hace lugar para otro corazón, una mente incluye en su circunferencia a otra mente, y a través de esta integración ambas personas ganan en profundidad y belleza. Y en esa relación Yo-Tú, explica Martin Buber, se percibe la presencia divina, el sello de lo perenne y sagrado.

El sabio presenta dos ejemplos dispares, diametralmente opuestos, para ilustrar su tesis.

En el primer caso se toma la historia de Amnón, (siglo X a.E.C.), hijo mayor de David, quien seduce a su medio hermana Tamar(2 Samuel, cap. 13).Aquí no existió reciprocidad o involucramiento personal; se produce una acción unilateral de engaño y violencia. Amnón “se enamora” de Tamar y en un arrebato pasional consuma su enfermiza intención y lo que comenzó como atracción sensual culminó en odio y resentimiento. “La aborreció entonces Amnón con muy grande aversión, tal que el odio que sentía excedía al amor con que la había amado”

En el segundo caso encontramos un vínculo entre dos inseparables amigos, en el cual el afecto y el profundo sentimiento que los unía eran más fuertes que el propio trono de Israel. “El alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo quiso Jonatán como a su misma alma” (1 Samuel18,1). Jonatán admiraba la grandeza de David y a pesar de ser aquél el heredero de su padre Saúl, primer rey de Israel, reconoció que David debía ser el sucesor. Estamos aquí en presencia de un pacto de amistad, que envuelve a dos seres en un destino en común. Interesantemente la misma expresión aparece en relación entre un padre y su hijo, Jacob y Benjamín: “Por lo tanto, si ahora fuere a presencia de tu siervo mi padre sin el muchacho, cuya alma está ligada con el alma de él” (Génesis44,30).

De estos dos casos extremos concluye el sabio que una vinculación impersonal y condicionada por interés está condenada a desaparecer, mientras que dos vidas que se ligan para un propósito más elevado, crean una unión indestructible.
(Adaptado de Virtudes Capitales, de Daniel Kripper, Editorial Lumen)

Todo amor que depende de
condiciones externas, una vez que estas
desaparecen, está destinado a desaparecer.
Pero el amor sin condiciones
jamás se agota. Un ejemplo de amor
interesado es el de Amnón por Tamar, y un
paradigma de amor desinteresado
es el de David y Jonatán.
Avot V,19

Por Rabino Daniel Kripper

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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