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El rabino David Elazar Berland, o ¿el mismísimo Dios?

No se me ocurrió nada más apropiado para esta época navideña que rematar el año gregoriano con otra historia de un falso mesías, de esos que crecen silvestres a lo largo de nuestra historia.

Así como aprendemos que en cada generación algún Amalek se levanta en contra de nosotros, también nos enseñan los sabios que existe en cada época una figura que reúne las condiciones para ser mesías.

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Considero que este concepto es parte del “self-fulfilling prophecy” que alimenta la esperanza de redención y mantiene cautivas a las masas. Considero más bien prudente pensar que no existe generación que esté libre de tener un falso mesías y que siempre existe la manera de acondicionarle un guion prefabricado que lo logre presentar en sociedad como tal. Posiblemente, el mejor candidato a ese lamentable trono, hoy en día, sea el rabino David Elazar Berland.

A este rabino -de afiliación Breslov y maestro del también célebre rabino Arush- le he venido siguiendo la pista ya desde hace unos años. Sus historias son sorprendentes y aberrantes, pero a la vez, no las son porque siguen le mismo libreto de tantos otros falsos mesías. Casi que me atrevería a terminar su guion. Los mesías de la historia son figuras que hablan en parábolas, resucitan muertos, curan enfermos, desaparecen por un tiempo escapándose de acusaciones injustas, caen en desgracia, pero su desgracia hace parte de un plan kamikaze de auto-victimización para lograr de ahí encontrar la redención. Los mesías vienen de la mano de un rollo sexual exacerbado, que también puede incluir el total ascetismo. A menudo, también tienen líos con impuestos y siempre hay un Judás quien, tras comerle cuento mucho tiempo, termina traicionándolo y tildándolo de loco. Todo esto, termina siendo cubierto por un velo de misterio escatológico. El mesías necesita del mal porque del mal llega la redención.

Berland, fundador de la sub-secta hasídica Shuvu Banim (www.ravberland.com) ha vivido por tiempos prolongados en lugares como Suiza, Italia, Zimbabwe, Sudáfrica y Holanda. Nada más sexitante que escaparse de órdenes de extradición a Israel por cargos de violación de mujeres y abuso de menores.

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Otros titulares que describen su colorida vida hablan de poderes sobrenaturales, injusticias en los cargos que pesan contra él a pesar de sus confesiones, recibimientos multitudinarios tras completar su año y medio de cárcel, incitaciones a la violencia contra mujeres, y más recientemente, vandalismos contra otros judíos peregrinando a Uman durante el último Rosh Hashana. Para quienes no saben de Umán, las peregrinaciones a este pueblo del centro de Ucrania se han convertido en bacanales descontroladas protagonizadas por decenas de miles de varones que, buscando la bendición divina al visitar la tumba de rabi Najmán – fundador de Breslov-, han producido vergonzosos titulares que involucran a prostitutas, a policías ucranianos y policías israelíes con permiso para aplicar justicia en Ucrania, neonazis, asonadas y demás temas poco santos.

“Dios puede encarnarse en un ser humano, en forma de un tazadik”. Así explican algunos de sus seguidores la maravilla que representa Berland. Suena increíble y muy contradictorio escuchar esas afirmaciones, especialmente viniendo de gente muy dentro del campo de la ortodoxia, esa que nos ha enseñado a seguir un concepto muy puro de monoteísmo. Pero igual pasó con Jesús y tantos más contemporáneos que hoy ya no recordamos. Pasó con Shabetai Zvi y de manera más controlada, con el Rav Schneerson. También tienen en común que, incluso, para muchos de sus seguidores, los conceptos de sus divinidades les fueran inmensamente incómodos. Incómodos, pero no lo suficiente como para que, en masa, salieran a condenarlos públicamente.

Además, siempre están esas enormes masas de ingenuos que todo lo entienden en términos de confabulaciones macabras contra su héroe. Descaradamente, ellos son capaces de convencerse que la naturaleza divina es la que le permite a su líder pecar. En el caso de Berland, su judas es el rabino Yom Tov Heshin, quien se ha encargado de airear la ropa sucia de Shuvu Banim. Las acusaciones incluyen amenazas de muerte, momentos de histeria colectiva, leyendas de balas disparadas que no matan, de resurrecciones de entre las gélidas aguas de un río en Ucrania, peleas intra-sectarias para quedarse con objetos que fueron tocados por el rabino, sobornos a policías y aguas milagrosas.

Para Berland, el rabino Najman de Bratslav (Breslov) es el verdadero señor del mundo, creador de este mundo, pero Berland también ha dicho que Dios y Mosés son iguales y que él es una reencarnación de Moisés… con lo que eso implica.

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El novato en temas de judaísmo ortodoxo suele ser más propenso a creer que el Tzadik sea un semidios o la encarnación de la divinidad. Además, es presa fácil de las teorías de conspiración que lo acechan. Para ese novato, es fácil pensar que el tzadik es un verdadero penitente que asume la carga de la injusticia para salvar a la humanidad. Quien así lo asume, también es capaz de creer que todo funciona dentro de un mundo de secretos y que pocos pueden genuinamente entender. Para el novato, su misión es creer y defender. Para él, su tazadik puede llegar a ser dios en persona que viene a este mundo a expiar nuestros pecados. Pero no todos sus seguidores son novatos en el mundo de la ortodoxia. Nuevamente, los excesos de religiosidad judías nos hacen recordar lo mismo que hace 2.000 años fue Jesús o hace 400 años Shabtai Zvi.

Es equivocado pensar que las herejías son cosa de asimilados. Las mentes seculares tienden a alejarse de Dios o a vivir sus vidas sin necesitar de Dios y sus leyes. Es entre la ortodoxia donde nacen las herejías, bien sea adoptando las mismas ideas consideradas paganas que dicen atacar, o después de asumir largos caminos de reflexión que se desvían de su fuente inicial. En el mundo de la ortodoxia extrema también se hace difícil denunciar al falso mesías porque las pruebas de lo improbable nunca llegan y porque las palabras de grandes sabios, siempre en parábolas o imprecisiones, alimentan la leyenda. No todo el séquito del rabino Berland lo considera un dios. No creo que existan esas estadísticas, pero su grupo si existe y crece a pesar del drama. Son varios cientos de devotos los creyentes en alguien que sigue un guion de algo que repetidas veces nos ha sido muy perjudicial y que el tiempo ha probado ser solo otra locura más.

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