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Judíos con pigmentación diferente

¿Alguna vez se preguntaron cómo es que los judíos del Yemen se parecen en sus facciones y color de piel a los demás habitantes de ese país?

¿y los judíos que viven en Georgia hace ya 2600 años se parecen a los demás georgianos? ¿Cómo es que los judíos ashkenazíes tienen piel clara y ojos azules mientras que los judíos oriundos de países árabes suelen tener piel oscura y cabello negro? En mis múltiples periplos alrededor del mundo suele maravillarme más el paisaje humano que el geográfico, empezando por el espectro de colores y las diferencias de aspecto entre los diferentes judíos dependiendo de su sitio de residencia. Estamos acostumbrados a que los judíos en sus diferentes lugares de residencia durante los años del exilio adoptaron la cultura, la gastronomía, las melodías y hasta el carácter de los lugareños. Los judíos marroquíes adoptaron de los locales el cuscús y los polacos recibieron el “shtreimel” de sus vecinos gentiles.

En Italia los judíos comen pasta italiana y no “guefilte fish” y disfrutan del acervo cultural y artístico italiano. En México los judíos comen tortillas y en Brazil son aficionados al fútbol. Sin embargo, más allá de este tipo de influencias, somos testigos de las diferencias fisonómicas entre los judíos de distintos países y de su similitud a los gentiles del lugar. Los judíos etíopes se parecen a los demás habitantes de ese país al igual que las minorías judías en otros lares se asemejan a los residentes de los sitios donde residen tanto en Polonia y en Bukhara como en el Yemen. Por supuesto que los judíos tenemos un punto de inicio común en nuestros patriarcas y en nuestra milenaria historia, pero es un hecho que los judíos tienden a verse muy distintos en lo exterior los unos de los otros bajo influencia de los diferentes entornos en los que vivieron sus antepasados. De hecho, la sociedad judía en Israel es un mosaico multicolor de rostros y costumbres traídos de las diferentes diásporas que incluyen una variedad de tonalidades, colores de ojos y cabello que insinúan distintas procedencias. De esta manera, a lo largo de la historia descubrimos que se conformó un solo pueblo en el cual algunos de sus hijos son de tez oscura y otros de tez clara y ojos azules.

Esta situación despierta múltiples interrogantes, tanto a nivel de la definición de qué es el pueblo judío así como también de cuáles son los factores que incidieron e inciden en esta multiplicidad tanto en el pasado como en el presente. ¿El pueblo judío se define según parámetros espirituales o étnicos? ¿Existe una raza judía? ¿Existe una relación entre el aspecto exterior del judío y su identidad u origen? ¿Acaso se conserva un origen genético común a pesar de las notorias diferencias entre los judíos de diferentes confines? ¿Cómo es posible que en el seno de un grupo aparentemente cerrado y que comparte un mismo código genético haya diferencias fisonómicas?

Esas preguntas encendieron la imaginación de muchos a lo largo de las generaciones.

En el Talmud

En el Talmud aprendemos de una persona que intentó poner a prueba la paciencia del anciano Hilel y le formuló preguntas extrañas respecto de las diferencias fisonómicas entre las diferentes razas y sobre la pigmentación de los africanos.

“Enseñan nuestros sabios: una persona debe siempre ser humilde como Hilel y no estricto como Shamai. Ocurrió que dos personas apostaron que quien logre poner nervioso al anciano Hilel se llevará cuatrocientos zuz… ese día era víspera de Shabat y el anciano Hilel se estaba lavando la cabeza, uno de los apostadores en cuestión pasó junto a su casa y vociferó: “¿quién es Hilel? ¿Quién es Hilel?”. El anciano se envolvió y salió a recibirlo. Le pregunto: “hijo mío ¿qué deseas?” Le dijo: “tengo una pregunta para formularle”. “Adelante” le dijo Hilel. “¿Por qué los cráneos de los babilonios son ovales?” Hilel le contestó: “hijo mío has formulado una pregunta muy importante, eso es porque allí las parteras no son hábiles”. Se fue, y a la hora regresó vociferando: “¿quién es Hilel?

¿Quién es Hilel?” El anciano se envolvió, salió a recibirlo y le pregunto qué deseaba. Le dijo: “tengo una pregunta para formularle”. Le dijo: “pregunta hijo mío”. “¿Por qué los ojos de los tarmodianos son sensibles?” Le respondió Hilel: “has formulado una pregunta muy importante, es porque viven en una zona de arenales”. Se retiró y esperó una hora. Luego regresó y vociferó: “¿quién es Hilel? ¿Quién es Hilel?” El anciano se envolvió salió a recibirlo y le dijo: ¿que deseas hijo? Le respondió: “tengo una pregunta para formularle: ¿por qué las plantas de los pies de los africanos son anchas?” Le respondió: “has formulado una pregunta muy importante, porque viven en zona pantanosa…” (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 30(B)).

Hilel intentó explicar las características fisonómicas de las diferentes personas sobre la base de las influencias del entorno sobre su aspecto, o condicionantes que llevaron a Dios a crear a las diferentes personas con distintas características.

¿Qué causa estas variantes?

¿Cómo ocurrió que poblaciones judías distintas se diferenciaron tanto en sus respectivas fisonomías? ¿Por qué los judíos de la India tienen rasgos faciales hindúes y los de Bukhara se asemejan a sus vecinos? Carecemos de respuestas claras y contundentes a esta interrogante. Historiadores y genetistas intentaron dar una explicación a este fenómeno. Del espectro de respuestas del que disponemos parece surgir que la similitud de los judíos a la población local se explica por una cierta dosis de mescolanza entre las poblaciones judía y nativa. A lo largo de la historia las comunidades judías habitaron en el seno de poblaciones que más de una vez eran diferentes a estas en lo fisonómico. Es sabido que los fenómenos de la asimilación y la exogamia no son nuevos sino muy antiguos, desde las mujeres extrañas que desposaron los hijos de Israel en los días de Ezrá y Nejemiá y hasta nuestros días.

Es posible que el ingreso de genes de origen no judío a nuestro genoma desde tiempos antiguos sea la causa de las variantes físicas entre los judíos. La mezcla entre poblaciones es considerada con seguridad como uno de los factores centrales que generan similitud fisonómica entre judíos y gentiles en todos los países salvo en aquellos a los que los judíos arribaron recientemente en las últimas décadas.

Aparentemente el pueblo judío es el resultado de un mecanismo de equilibrios y contrapesos entre la preservación del carácter cerrado de la comunidad y su inserción en el seno de otras poblaciones, ya que nuestra nación exhibe factores de mezcla genética tal como se desprende de los siguientes parámetros históricos y halájicos:

a) el judaísmo está abierto a las conversiones y en días del segundo Templo hubo un intenso flujo de prosélitos

b) En los días del Islam y de los Gaonitas en Babilonia tenemos evidencia de que se poseían siervos y siervas que luego eran liberados y a veces convertidos, tratándose este de un fenómeno sumamente difundido

c) Exogamia en diferentes sitios en distintas épocas así como también la violación de mujeres judías por parte de gentiles en distintos tiempos y diferentes países. No podemos aseverar con propiedad cuál es el factor que genera la gran diversificación fisonómica judía, empero, pecaremos de inocentes y de falta de consideración hacia datos históricos y sociológicos si pensamos que todos los judíos tenemos un único origen familiar.

La respuesta rabínica

¿Quién es judío? ¿Cuál es su esencia? Es interesante señalar que en la halajá la respuesta a la interrogante respecto de quién es judío no se fija de acuerdo a señales físicas o color de piel sino en virtud de pertenencia a una familia o una comunidad. El status judío de una persona y su ascendencia se fijan de acuerdo a su origen y su fe – no en función de su aspecto o color de piel. Probablemente sea esta la razón por la cual ni entre los escritos de nuestros antepasados ni en la literatura rabínica encontramos una referencia clara y directa a la pregunta de por qué judíos de diferentes regiones del globo tienen un aspecto diferente.

Uno de los debates más interesantes que pone en claro que el aspecto físico exterior no fija el judaísmo de una persona es la pregunta de si un color de piel moreno u otro puede ser justificativo para argumentar que alguien no es judío. Es interesante señalar que incluso los primeros inmigrantes yemenitas a la Tierra de Israel, que eran considerados judíos desde tiempos inmemoriales, al llegar a Jerusalém se tuvieron que enfrentar a una comunidad ashkenazí jerosolimitana que los veía como extraños, tal como nos relata la epístola de Rabí Shalom Alsheij (1908): “Nadie de las comunidades de Jerusalém los reconocía como judíos ni les creían que provenían de Abraham Itzjak y Yaakov ni se les admitían las señales de judeidad que les había concedido Dios… y de todas maneras completaban con ellos minián para recitar Kadish o Kedushá, y su gran pobreza les confería un muy mal aspecto” (Eliezer Yaari, Travesías por la Tierra de Israel” p. 640). Por supuesto que no llevó mucho hasta que los judíos del Yemen fueron reconocidos como judíos para todo menester.

Sin embargo, es de destacar que en el seno de los juristas halájicos el aspecto o el color no son parámetros o señal de judeidad. En la práctica, no existe relación alguna entre el color de piel de una persona y su condición judía.

El Rabino Yaakov Sapir, autor del libro Even Sapir, escribe sobre las comunidades conocidas como de judíos apartados o de países distantes: “vemos que en la tierra del Yemen, en Kurdistán y Persia (amén de la tribu de judíos etíopes quienes en mi opinión también son de descendencia judía) hay judíos de tez oscura, además de los de la localidad hindú de Cochín que son considerados judíos con las ascendencias genealógicas más antiguas y demostradas y de todas formas su tez es un poco oscura” (2:68).

Asimismo el Rabino Uziel escribió en unas de sus respuestas respecto del color de piel de los judíos de la india, que “jamás se apartó a un judío por tener un aspecto o color de piel similar al de los gentiles…” (Recopilación Benei Israel, 1962, p. 25). El Rabino Moshé Fainstein, en sus escritos sobre los judíos etíopes señaló que el hecho de que sean de tez negra no tiene implicación halájica alguna (Respuesta del años 1984).

No olvidemos que en la Mishná en el Tratado de Negaím (2:1) se menciona que el color de la piel de los hijos de Israel cambia de sitio en sitio: “la mancha cutánea (“baheret”) intensa se ve oscura en la piel de un alemán y clara en la piel de un negro, Rabí Ishmael dice: los hijos de Israel son de color del Buxus (de tonalidad marrón), ni blancos ni negros sino medianos”

En efecto, el ex presidente del Estado de Israel Itzjak Ben Tzví en su libro “Nidjei Israel” escribió respecto de este tema: “los hallazgos de la antropología física indican, a diferencia de la creencia popular, que no existe una raza judía… el pegamento en el país judaizante fue siempre la religión y no la raza o el lenguaje. La conversión abrió una amplia puerta a que todas las razas se integren al pueblo de Israel” (p. 68).

Creo que a ojos de los sabios de Israel la pregunta más relevante no era cómo se ve un judío sino quién es judío y de esa manera es posible incluir en el pueblo de Israel a personas poseedoras de aspectos diferentes pero que profesan una misma fe.

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