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“Nunca se usaron tanto en Brasil las palabras nazi, Hitler y facismo como se usan hoy en día”

Carlos Reiss, Director del Museo del Holocausto de Curitiba.

De visita en Chile en el marco de un proyecto de colaboración con el Museo Interactivo Judío, MIJ, el director del Museo del Holocausto de Curitiba, Carlos Reiss, conversó con La Palabra Israelita sobre el proyecto que lidera desde el año 2010, doce meses antes de su inauguración.

En su comienzo, el museo -el único de su tipo en Brasil- buscaba crear “un proyecto y una filosofía educativa. Comenzamos recibiendo escuelas y hoy recibimos cerca de 650 alumnos por semana, más 150 visitantes de público general. Son más de 3.000 por mes. Y hemos desarrollado una idea clara de cómo hablar sobre el Holocausto con el público, universalizando, hablando de vida y no de muerte, personificando y contando historias. Creamos un proyecto casi único, que nos da la posibilidad de transmitir nuestra experiencia a otras instituciones y eso me pone muy feliz”, señala Reiss, enfatizando que Curitiba es una ciudad mediana, de dos millones de personas y una comunidad judía cercana a las 4.000 personas.

-¿Cuántos sobrevivientes llegaron a Brasil después de la Shoá?

-El número no está claro, hay personas que dicen 15.000 y otros 30.000. Sabemos que hoy quedan entre 250 y 300 sobrevivientes vivos todavía. Por ejemplo, a fines de los ’90, cuando la USC Shoah Foundation, de Steven Spielberg, grabó testimonios, recogió casi 800 en Brasil. Es un tema difícil porque era muy complicado contar, algunos llegaron con visa de turista, hay otros sobrevivientes del Holocausto que se fueron a Israel y que después, en los años ’60, llegaron a Brasil.

-Pasó además en Brasil, como en Argentina, que llegaron muchos jerarcas nazis.

-Sí, también. Hay una historia muy especial, hace como un año me llamaron de la Universidad de San Pablo porque en la Facultad de Medicina estaban los restos de Joseph Mengele. Querían deshacerse de ellos y no sabían qué hacer. Nosotros les explicamos que, como institución judía, no teníamos nada que hacer con ellos, y les recomendamos que los cremaran y los tiraran al océano, pero no supe qué pasó después. Y hay otros casos también, como el de Franz Stangl, que fue comandante en Treblinka y Sobibor, encontrado en Brasil y extraditado, o Gustav Wagner, subcomandante de Sobibor, que se suicidó en la cárcel en Brasil antes de la extradición. Brasil fue parte del “camino de las ratas”, como se le llama a la llegada de los nazis a Latinoamérica.

-En el sitio web del museo se señala que el museo tiene una exposición permanente de 56 objetos y 300 imágenes y videos, y que eso es sólo el 5% de la colección, lo que es impresionante.

-Hoy menos que el 5%, porque nuestro acervo es abierto, casi todas las semanas hay una familia o un sobreviviente que nos llama o nos envía un mail diciendo que quiere donar un pasaporte, una foto, un objeto, una estrella amarilla, o algo así, entonces nuestra colección está siempre creciendo. Entonces en base a esto también hacemos exposiciones itinerantes.

Ahora, por primera vez en siete años, estamos cambiando parte de la exposición permanente por objetos que nos fueron donados en los últimos años. Cuando comenzamos con el museo recibimos objetos y material audiovisual de instituciones como Yad Vashem, el Museo de Auschwitz y el de Washington, pero luego familias de todo Brasil empezaron a traer sus objetos, principalmente documentos, cartas, pasaportes, partidas de nacimiento y de matrimonio, y fotos que hemos digitalizado.

-¿Cuáles son los principales ejes de trabajo actuales del museo?

-La educación es nuestro punto principal, el Departamento de Educación es el corazón del museo, y el principal objetivo y misión del museo es ayudar a la construcción de lo que hemos llamado una “memoria colectiva” del Holocausto, que no sea particular, judía, alemana o polaca, que sea universal. Porque qué se enseña con el Holocausto: la necesidad de transmitir y usar valores, principios, virtudes. Estamos hablando de tolerancia, de democracia, de respeto, de resistencia, de ciudadanía, de resiliencia, de vida y no de muerte.

El Holocausto es la herramienta educativa que usamos para transmitir valores y lo hacemos contando historias, personificando; el Holocausto no es una historia de millones de personas, son millones de historias distintas. Y hablar del Holocausto no es hablar del pasado, es hablar del presente, del futuro y de qué podemos hacer hoy con lo que aprendemos de estas historias.

-¿Cómo se plantea el museo, cuya misión es -entre otras cosas- educar para la tolerancia, ante el momento político actual que se vive en Brasil?

-Es un tema importante en Brasil. Al museo le piden rendir cuentas de ambos lados, del lado que dice que no tomamos partido y del lado que sí, que dice somos opositores (a Jair Bolsonaro). Miramos la situación con preocupación, intentando estar al mínimo dentro de la política partidaria, en pero más como una referencia histórica y un guardián de la memoria de la Shoá, principalmente ahora que nunca se usaron tanto en Brasil las palabras nazi, Hitler y facismo como se usan hoy en día por el tema de las elecciones, entonces nuestra misión es sobretodo ayudar a comprender más que echarle más leña al fuego. No necesita más combustible.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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