A medio año del pogrom de Simjat Toráh

Hoy se cumplen 6 meses de uno de los más espantosos momentos vividos por nuestro pueblo del que hayamos sido testigos aquellos judíos que tengamos menos de 84 años. Imágenes que en realidad nos retrotraen a los Pogroms de la Rusia Zarista cuando los Cosacos arrasaban con aldeas completas de nuestros hermanos indefensos.

50 años después de la guerra de Yom Kipur, denominada por los musulmanes la guerra del Ramadán, cuando Israel fue atacado en el día más sagrado del calendario judío y vivió un peligro existencial junto con la dolorosa perdida de 2600 combatientes, el Hamás, atacó en este Shabat fatídico coincidente con la festividad de Simjat Toráh, cuando nos regocijamos por la pausa sabática en la culminación y reinicio de la lectura del texto Eterno.

Ha pasado medio año y todavía nos encontramos intentando asimilar un golpe inimaginable.

Cuando nos parecía que Israel se transformaba en un “país normal” con la firma de los Acuerdos de Abraham y la cercanía a una normalización con Arabia Saudita, con una democracia efervescente que se daba el lujo de tener 5 elecciones en 2 años y una discusión interna infinita, basada en el fondo, en la permanencia de un Primer Ministro con demasiados años en el poder, con una economía fuerte, con logros increíbles en múltiples áreas, que incluían la alta tecnología que desarrolló entre otros, la cúpula de hierro, para defender a sus ciudadanos de los miles de misiles disparados por sus beligerantes vecinos y la creencia en la fortaleza inexpugnable de sus fuerzas de defensa y seguridad nos despertamos de nuestra “borrachera de soberbia” con un “cachetazo” que nos mostraba como nunca nuestra enorme fragilidad.

1500 terroristas vulneraban con la nada la frontera, ingresaban, mataban, quemaban, violaban, raptaban y festejaban, mientras los jóvenes seguían bailando y escapando de una fiesta electrónica por el amor y la naturaleza en Nova. Pasaron infinitas horas y la masacre en 22 poblados hasta que las fuerzas de seguridad despertaran y defendieran a su población de este Pogrom en pleno siglo XXI.

1200 indefensos asesinados, 350 raptados y un dolor, shock y trauma que se instaló para siempre.

Ha pasado medio año y las preguntas e incógnitas continúan. Cómo fue posible, que pasó con la inteligencia, con el ejército, como se le permitió al Hamás construir esa enorme infraestructura militar que luego de medio año no ha podido ser destruida. Muchas preguntas y pocas certezas.

Medio año donde la sociedad civil israelí ha mostrado su maravillosa fortaleza, grandeza y generosidad sabiendo que no hay otra alternativa que luchar de acuerdo a nuestros principios éticos y valores para sobrevivir. Todo un país enrolado, como demasiadas veces, con un único propósito,vivir.

Medio año donde resurgió de cientos de maneras y en todos los ámbitos ese antisemitismo aberrante que nos recordó la soledad de nuestro pueblo en sus luchas por sobrevivir, el silencio y la complicidad de las grandes mayorías y sus líderes. Nos recordó que seguimos siendo los catalizadores de las crisis de la humanidad y que debemos velar por nosotros mismos si queremos sobrevivir.

Despertamos de ese sueño de “normalidad” con 6 meses de la más difícil guerra, esa que es contra un ejército irregular, que se esconde en túneles subterráneos, se camufla entre su población civil, opera desde hospitales, escuelas y mezquitas, se protege utilizando secuestrados y manipula a la opinión pública, aprovechando el antisemitismo histórico, la imagen de pobres víctimas frente al poderoso Israel y que viven en sus propias tierras ante un Islam radical que los ha invadido, les marca el terreno, la agenda y manera de vivir.

Una de las peores perversiones que conoce nuestro pueblo y la humanidad civilizada es cuando se transforma a las víctimas en victimarios. Hace 90 años a los judíos, un pueblo pequeño y pacífico que solo había realizado aportes fundamentales a la cultura y desarrollo de la humanidad se lo culpaba nuevamente de todos los males de su tiempo. Se legislaban las leyes de Neuremberg con la participación de los grandes juristas alemanes, el silencio y aplauso de las mayorías en el mundo en el que nos declaraban junto a otras pequeñas minorías (gitanos y homosexuales) una subespecie humana, que debían ser exterminadas por razones de pureza de la “raza humana”.

Hoy el único pequeño país judío, (el judío entre las naciones), agredido como ninguno y con enemigos que pretenden abiertamente su exterminio, es compelido a explicarle a un mundo de bárbaros asesinos que nunca han dado cuentas de las aberraciones cometidas sobre el ejército más moral de la tierra. Víctimas transformadas en victimarios, una afrenta más a la razón humana.

Se han escrito y dicho tantas cosas en estos 6 meses que todo lo que se agregue parece un sinsentido y exceso. El mundo de la mentira del que hablaron nuestros sabios hace milenios, sigue siendo el que impone su narrativa.

En los próximos días volveremos a sentarnos a la mesa y recrear el clamor por la libertad, los milagros y el coraje. Volveremos a saber que seguimos siendo esclavos de Faraones humanos que nos quieren hacer vivir en la estrechez y la idolatría. Volveremos a reunir a nuestros 4 hijos distintos y darles su lugar. Incluso seguramente recibiremos a hijos que se habían olvidado de la familia y la vigencia del relato. Recordaremos que en cada generación se han levantado contra nosotros y El Santo Bendito Es, nos ha salvado de sus manos asesinas cumpliendo con su promesa con su pueblo Eterno.

En Simjat Toráh concluimos con la bendición de Moshé, que es recordar el sentido de nuestra existencia como actores principales del drama de la historia humana, que siempre nos vuelve a llamar a un nuevo Bereshit, a un reinicio donde sabiendo que Caín mata a Abel, logremos que la humanidad deje de justificar su asesinato y se ponga del lado correcto de la historia.

Miguel Steuermann

Director General de Radio Jai, cofundador de la Confraternidad judeo-musulmana, embajador para la Paz de la Coalición humanitaria internación.