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Los medios y políticos peruanos ofrecen entregar su libertad al salvador externo de turno llamado Bukele

Profesor León Trahtemberg

Los votantes adultos que tienen hijos adolescentes o universitarios debieran preguntarse si les gustaría que la policía pueda detener a su hijo o hija solamente porque les da la gana, la envidia por sus signos exteriores de riqueza, porque no se dejaron violar o no accedieron a pagar una coima, y que luego estén detenidos sin posibilidad de defensa e incluso encarcelados por años por jueces sin rostro que sentencian a una persona por cada 10 minutos.

Una vez más, dichos de políticos acomplejados e impotentes rebotados por diversos medios ponen en escena al salvador externo de los problemas de inseguridad ciudadana, que esta vez se llama Bukele. Se buscan soluciones mágicas a partir de espejismo de logros externos para ver si con eso se logra algo que la incompetencia local no permite.

Hay que entender que el autoritarismo y la mano dura del gobernante con libertad de acción sin mayor rendición de cuentas y sin contrapeso judicial independiente, empiezan  actuando contra las pandillas (o terroristas), sigue con los narcotraficantes y homicidas, pero después aplican sus poderes ilimitados contra cualquier ciudadano, así sea una persona absolutamente pacífica que simplemente le resulta incómodo a la cúpula gobernante.

La omnipotencia de estos líderes que los lleva a cometer acciones opresoras y económicas penalizables, hace que necesiten perpetuarse en el poder. Por un lado, por la autoimagen de salvadores irreemplazables, y por otro lado, porque saben que si dejan el poder pueden terminar en la cárcel, como se ha visto con otros gobernantes de América Latina y África. Estas ilusiones que encumbran a dictadores como Castro, Pinochet, Ortega, Maduro y Fujimori por no remontarme a la 2da guerra mundial o citar a las dictaduras asiáticas, africanas y medio-orientales, terminan pagando un alto precio para los ciudadanos comunes que quieren ejercer libremente sus derechos democráticos.

Lo que los políticos y medios debieran poner en primer plano es cómo en democracia con una policía suficientemente grande, entrenada e inteligente, junto con un depurado sistema fiscal y judicial, puede detenerse a los delincuentes y ofrecer un nivel de seguridad que no implique la renuncia a las libertades ciudadanas.

Elegir a un dictador equivale a renunciar a la libertad y entregársela ciegamente al gobernante que dispondrá de ella como mejor le parece. Y la naturaleza humana lleva a los abusos cuando no hay frenos y contrapesos que limiten esos impulsos.

¿Queremos que nuestros hijos y nietos sean detenidos arbitrariamente, sin derecho a la defensa y con riesgo de cárcel o muerte, o que tengan que fugar del país, o vamos a evitarlo a toda costa?

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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