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Arde Francia, ¿arde Europa?

En el siglo XVI, Carlos I de España fue coronado por el Papa Clemente VI como Carlos V del Imperio, e intentó legitimar un sistema político que ordenara y uniera ese conglomerado territorial que era la Europa de su tiempo, sin embargo, tres factores frustraron este intento de unidad europea: a) el económico-político: consecuencia de la expansión colonial y la rivalidad  entre los Estados europeos, b) el tecnológico: la imprenta y c) el religioso: el Cisma Protestante, pero tras siglos de guerras, los europeos pusieron todo su esfuerzo, primero para lograr la unión económica y luego la político-institucional, nace la U.E. el 1/11/1993, y luego, asumiendo personalidad jurídica única, como sujeto de Derecho Internacional, con el Tratado de Lisboa el 1/12/2009.

 

Sin embargo, ahora parece que la Historia quiere repetirse, y tres factores inciden para provocar una crisis que tiende agudizarse: a) el económico-político: las crisis financieras en ciertos países que se refleja en el deterioro de sus PBI, como asimismo el resurgimiento de movimientos nacionalistas, xenófobos y europexcépticos, sumado al actual conflicto ruso-ucraniano y la crisis enegética, b) el tecnológico, el impacto de las redes sociales sobre las agendas y los actos de gobierno, y medio de comunicación de distintos movimientos sociales, y c) el religioso, el avance del Islam sectario o radical.

 

En este escenario, el proceso de desintegración social hace años que se viene dando, con una paulatina pérdida del “estado de bienestar” en sociedades subsidiadas, poco productivas y que han creado una franja social cautiva de esos subsidios y que la mantiene en niveles de subsistencia, y como consecuencia de la aplicación de estas políticas demagógicas, resulta un déficit presupuestario, que en el caso de Francia, han llevado a crisis recurrentes, como lo fueron la de los “chalecos amarillos” o “el cambio del régimen jubilatorio”, pero que en síntesis es de orden social, económico y político-institucional, y donde el factor identitario-cultural, sirve de catalizador, tal como ha ocurrido en el país galo en el presente.

 

En 1993, en un programa de la TV francesa, se abordó la problemática de los inmigrantes del Magreb y en particular de Marruecos, la persona entrevistada dijo lo siguiente acerca de la integración de aquellos, “…integración no, sino intento de integración, porque nunca se integrarán, no pueden, no van a poder, la integración es posible entre europeos por que la cultura es la misma, pero Europa es otro continente, y lo único que van a conseguir es, “malos franceses”, nunca serán 100% franceses, se lo puedo asegurar…”, quién dijo esta categórica afirmación, no fue un personaje proveniente de sectores xenófobos o ultranacionalistas, fue Hassan II, el entonces rey de Marruecos, que al parecer después de 30 años, los hechos le dan la razón, pues esa no integración, se ha ido manifestando en recurrentes conflictos violentos, entre parte de la comunidad musulmana y el Estado y la sociedad francesa.

 

Pues bien, la llegada masiva de inmigrantes, sean refugiados o inmigrantes económicos, ha implicado para Europa un impacto económico y social, cuando el crecimiento y desarrollo de los países miembros de la U.E. y del Reino Unido, no es uniforme, lo que motivó en su momento un Informe del Consejo Europeo, que fijó como parámetros, para establecer los cupos, tres factores: a) la población del país receptor, b) cantidad de inmigrantes y/o refugiados que ya posee y c) el índice de desocupación, sin embargo, estos lineamientos, o bien fueron aplicados de forma laxa o no se implementaron, pues la inmigración se ha convertido, en económicamente redituable en el sector privado por lo barato de mano de obra, en un continente con aumento en el índice de envejecimiento demográfico y que necesita mano de obra joven, para poder afrontar los costosos sistemas previsionales y jubilatorios, como ha motivado la citada reforma en Francia.

 

La problemática de la inmigración, se vincula con las 1a, 2a y hasta tercera generación de inmigrantes, que son ciudadanos de hecho y derecho del país donde nacieron, y son presa del discurso islamista radical, favorecido por el marco socio-económico donde viven, que se hallan desde esos islotes o banlieues en el caso de Francia, hasta barriadas como Whitechapel o Tower Hamlets en el este de Londres o Molembeck en Bruselas, donde prima la Sharia por sobre la legislación local, conformando verdaderos ghettos, y se convierten en un factor ideal para la conformación de bases o centros de operaciones de grupos violentos o incluso células terroristas.

 

En ese entorno, se conforman círculos cerrados que se sustentan, en la fidelidad a los lazos familiares y en la fe musulmana, que en muchos casos deviene en lo que se denomina, “el terrorismo de Hamula” o “Clánico”, derivado de la citada palabra árabe que significa, familia o clan, es un fenómeno parecido a las Clicas en los barrios latinos de Los Ángeles, EE.UU., y en donde la autoridad del Estado se diluye, pues el poder punitivo de éste ejercido a través de las fuerzas policiales se dificulta, ya que el ingreso a esas áreas, no es imposible pero si decantan en eventos violentos.

 

En el caso de Francia, el problema de esos suburbios barriales periféricos a las grandes ciudades, los citados banlieues es, que son habitados por los sectores más pobres, el porcentaje de inmigrantes o generaciones descendientes de aquellos, es del doble que del francés oriundo, y las 2/3 son desempleados o trabajadores informales carentes de cobertura previsional y gremial, y estos constituyen focos de violentas protestas, como ya ha pasado, en el 2005, en el suburbio parisino de Cliché souis Bois, a raíz de la muerte de dos jóvenes musulmanes que se electrocutaron al cruzar una subestación eléctrica cuando escapaban de la policía, más cercano en el 2017, en el banlieue Seine Saint Denis, por la violenta detención del joven Theodore Lusaka, entonces, como lo expone el sociólogo francés Fabien Troung, profesor  de la Universidad de París, “…en estos barrios, la pobreza, la marginalidad y la inseguridad son realidades concretas, y los adolescentes tienen una experiencia negativa y violenta con la policía…”.

 

Y como se señaló, el factor tecnológico ha adquirido a través de las redes sociales un rol potenciador en los disturbios de las banlieues, constituyendo el medio de comunicación más utilizado por adolescentes y jóvenes, uno de los canales más populares en Francia es Snapchat, y tanto éste como otras redes son utilizadas para “organizar” a los manifestantes antes del inicio de los disturbios, por ejemplo, para reunir una masa crítica de individuos para luego llevar a cabo saqueos, ataques a Comisarías u otros edificios públicos, e incluso subir los desmanes y robos de tiendas y comercios, y esta utilización de las redes dificulta a las autoridades prevenir eficazmente esos eventos, en lo que es un claro ejemplo de una característica de la 4a etapa de la Revolución Industrial, la “Difusión del Poder”.

 

Los eventos en Francia, son sólo un ejemplo de una grave crisis que afecta a toda Europa, que no se condice en nada con los dichos del ministro de RR.EE. de la OTAN, Joseph Borrell, que meses atrás declaró muy suelto, “…la U.E. es un jardín, mientras que el resto del mundo es una jungla…”, evidentemente no debe tener en cuenta los Informes realizados por prestigiosos centros académicos, por ejemplo, en el caso del Instituto de Estudios Políticos de París, que realizó una encuesta sobre la confianza en la dirigencia política y la cuestión migratoria, que arrojó el siguiente resultado: 1) confianza en el gobierno, no mucha 58%, nada en absoluto 32%, 2) funciona la democracia en Francia, no muy bien 42%, nada en absoluto 46%, 3) sobre la corrupción de los políticos, el 76% por el SI, 4) sobre el exceso de inmigrantes, el 65% considera que SI, 5) en cuanto al Islam si es percibido como amenaza, el 58% lo vea así, y 6) el 79% se considera orgulloso de ser francés.

 

Al Informe reseñado, se puede añadir el Informe del Sínodo para la Evangelización del Vaticano, que analizó las tensiones y crisis que provoca el Islamismo, y una preocupante islamización, que arrojó los siguientes resultados: 1) Francia podría convertirse en un Estado mayoritariamente islámico en 39 años, en la actualidad ciudades como Niza y Marsella, registran un 45% de la población menor de 30 años de origen o descendencia musulmana , 2) Reino Unido, en los últimos 30 años, la población musulmana ha crecido de 85 mil a 2,9 millones y la cantidad de mezquitas superan las 1.000, 3) en Países Bajos, el 50% de los nacimientos se dan en familias musulmanas, y a ese ritmo, la proyección demográfica a 15 años, resultará que la mitad de la población de ese país será musulmana, 4) en Bélgica, las cifras son similares, un 25% de la población es musulmana, y el 50% de los nacimientos de los últimos años, corresponden a familias musulmanas.

 

Es inevitable, a la luz de estos datos, recordar por una lado al ex dictador libio Muhammad Khadafi, que dijo, “…la próxima conquista de Europa no será por la espada, sino por los vientres…” y por otro, a la escritora y periodista italiana Oriana Falacci, y su genial expresión “Eurabia”, y ambas manifestaciones, sin pecar de islamofobia, pero tampoco de credulidad, surge el interrogante, si al menos la rama radical musulmana ante la actitud políticamente correcta o progre de muchos dirigentes europeos, están desarrollando las tres etapas de su expansión, la 1a o “Dar al Sulh”, donde son minoría y se limitan a la practica del Islam de manera pacífica, el lobo disfrazado de cordero, la 2a o “Dar al Harb”, el tiempo de la espada, implica eliminar toda resistencia en el territorio que ocupan, y 3ª o “Dar al Islam”, la consolidación y dominio, esto queda a la reflexión de cada uno.

 

Ahora, analicemos el evento que ha desencadenado los disturbios recientes en Francia, el joven Nahel, de origen argelino, de 17 años, fue abatido por un policía en Nanterre, suburbio al oeste de Paris, previamente había sido perseguido por dos oficiales motorizados, que le indicaron en reiteradas oportunidades que detuviera su marcha, la que era a gran velocidad y por el carril de los buses, constituyendo un peligro para conductores y transeúntes, luego al detenerse en un semáforo en rojo, al ordenársele que descendiera del rodado, arrancó velozmente y es ahí, cuando el oficial que se hallaba ubicado entre el guardabarro y el parante del parabrisa hace uso de su arma e impacta en el pecho de Nahel, lo que se puede ver en el video subido a las redes.

 

Más allá de esta descripción de lo ocurrido, el joven abatido registraba antecedentes penales por distintos delitos, y los informes psicosociales del mismo, lo describían con una personalidad problemática, caracterizada por no acatar las normas, algo que pocos medios han difundido, pero si pintándolo como víctima del racismo y la violencia policial, tampoco se ha señalado que en el año 2017, entró en vigor en Francia el Art. 435-1 del Código Penal, que faculta a la policía a hacer uso de sus armas reglamentarias en 5 casos, entre estos, el no detenerse ante la orden de la autoridad policial o intentar darse a la fuga, lo que ha motivado, a que el oficial que protagonizara el evento, fuera exonerado de cargos administrativos y sujeto a la prosecución de la causa judicial.

 

Lo que llama la atención, es el comportamiento de la clase política, por ejemplo, el pte. Emmanuel Macron, en principio responsabilizó a las redes sociales y a los videos juegos por el estallido de la violencia, luego ante la dimensión y expansión de los disturbios, de los 9 mil policías movilizados en el inicio, tuvo que elevar a 45 mil, muchos de los cuales fueron destinados a ciudades como Marsella, Lyon y Niza, que como se señaló, hay un alto porcentaje de población de origen magrebí, mientras el resto de la clase política, recién reaccionó cuando se produjo el atentado contra la vivienda particular del alcalde de un suburbio cercano a Paris, calificándolo de tentativa de homicidio, y ni hablar de la posición asumida por la ONU, que sólo exhortó al gobierno galo a accionar contra el racismo dentro de la policía, y no condenó la violencia de los disturbios, que ocasionaron daños materiales en más de u$s. 1.000 millones para empresas y negocios, cerca de 400 sucursales bancarias y más de 500 comercios vandalizados, unos 3 mil vehículos siniestrados y casi 80 viviendas presas de las llamas, sin olvidar las personas muertas, decenas de heridos, entre los cuales se cuentan policías y miles de detenidos, este es el balance de una crisis, que se ha extendido más allá de Francia y que se replicó también en Bélgica y Suiza.

 

Finalizando la columna de hoy, algunas reflexiones: 1) la crisis que vive Francia no es privativa del país galo, ni se debe a un solo factor, el fin del estado de bienestar, el descreimiento en la clase política dirigente y la problemática de las migraciones, en particular árabes musulmanes, y la escasa integración de sectores marginados de ese colectivo en las sociedades europeas, constituyen las distintas aristas de estas crisis que son ya recurrentes, 2) el tema de las migraciones y de los ghettos musulmanes, es un catalizador de la crisis, prueba de esto es la revisión de las políticas migratorias en países, que tradicionalmente eran de “puertas abiertas”, como el caso actual de Suecia y Dinamarca, o la reafirmación de duras medidas anti-migratorias como en Italia y Hungría, o de fuertes reclamos populares, en la misma dirección, como ocurre en España, y 3) si la integración necesita de la aceptación del otro, respetando su cultura, ese otro debe aceptar y respetar la normas que reglan la sociedad que lo acoge, de lo contrario la crisis y el conflicto son inevitables, y la frase elegida es del escritor español Sebastián Vilar Rodríguez, que escribió: “…caminé por las calles de Barcelona y de repente descubrí una terrible verdad, Europa murió en Auschwitz…y bajo el pretexto de la tolerancia, y porque queríamos demostrarnos a nosotros mismos que estábamos curados de las enfermedades del racismo y la intolerancia, Europa abrió las puertas a quienes nos trajeron estupidez e ignorancia, extremismo religioso, crimen y pobreza…”

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