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¿Quo vadis Europa?

El profesor Timothy Garton Ash, es un historiador, analista y periodista británico que ha documentado a través de sus libros, como por ejemplo, El Expediente, la transformación de Europa, también plasmados en sus trabajos en la Universidad de Oxford, en su cátedra de Estudios Europeos, y en artículos publicados por el New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal, donde describe la situación europea como, “…una paz de 30 años que empezó con la caída del Muro de Berlín, ha terminado definitivamente con la guerra de Ucrania…un brindis trágico por el futuro europeo…”.

 

La visión del catedrático inglés es una realidad, supera las visiones planificadas y dirigidas por los medios de comunicación y redes sociales, que se alinean a cada lado del conflicto, sin olvidar, tal como se señaló en otras columnas, ni Ucrania es la cenicienta europea, ni Rusia es una bestia irracional, pues la guerra en Europa es una velada confrontación entre los EE.UU. y China, en el que el Viejo Continente, no sólo es el espacio donde se desarrolla el conflicto, sino también la verdadera perjudicada.

 

Veamos, la reconstrucción de Ucrania una vez que cesen las hostilidades, demandará más de una generación, al presente, el gasto militar de los países europeos alcanza un record histórico, u$s. 317.000 millones, una cifra que no se veía desde 1949.

 

En un Informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, registra que el gasto realizado por los países europeos occidentales en el 2022, para incrementar su protección, equivale al doble de 1960 durante la Guerra Fría, incluso el gasto militar en conjunto de Europa, es el más alto de los últimos 30 años, un aumento de casi el 13%, mientras que el gasto militar de Rusia, en igual período, ha sido de algo más del 9%, unos u$s. 86.000 millones, que representa el 4% de su PBI, el que en el 2021 era del 3,7%.

 

Para Ucrania, los costes son superiores, pues el gasto militar que le ha insumido el conflicto, desde la invasión rusa en febrero del 2022, se ha multiplicado por 10, pues en el 2021 equivalía al 3% de su PBI, y el del año pasado ha sido del 34%, y si tomamos como referencia el año 2014, cuando Rusia anexionó unilateralmente Crimea, se observa que paulatinamente Kiev venía aumentado sus gastos de defensa, pero con el estallido de la guerra se disparó.

 

Es evidente, que la guerra de Ucrania ha tenido un impacto directo sobre las  decisiones asumidas por los países europeos occidentales y centrales en el sector defensa, por el caso, este aumento de gastos militares en el 2022, son significativos en Finlandia 36%, en Lituania 27%, en Suecia 12% y en Polonia 11%, mientras que el resto también han planificado mayores inversiones en defensa para los próximos 10 años, como en el caso de los países del ex bloque soviético, la ya mencionada Lituania, Estonia y Letonia, que vienen duplicando el gasto militar desde el 2014.

 

Por su parte, el Banco Mundial estima que la reconstrucción y proceso de recuperación de Ucrania implican u$s. 411.000 millones, y valga para tener una perspectiva, hasta el momento hay aproximadamente más de 2 millones de viviendas destruidas y el costo sólo para remover los escombros insumirán u$s. 5.000 millones, además los cálculos del citado órgano internacional, los daños sufridos en construcción e infraestructuras de todo tipo hasta el presente, demandará unos u$s. 135.000 millones, esto sin incluir los daños económicos, que se calculan mayores.

 

Si tomamos los Informes citados, el costo de reconstruir Ucrania sobrepasa ampliamente los del Plan Marshall tras la 2da. Guerra Mundial, que fue de cerca de u$s. 13.000 millones, lo que obligaría a la creación de un Fondo de Recuperación, pero para el que la U.E. no podría afrontar por si sola.

 

Ahora bien, el proceso no sólo será costoso sino también complejo, involucra la reconstrucción del sector privado y la aplicación de nuevas y eficientes políticas económicas para ir mitigando gradualmente la caída del 45% de la producción que sufrió Ucrania solo en el 2022, pero también el proceso en cuestión, tiene que contemplar una reforma política y jurídica para erradicar la corrupción endémica y el sistema dominado hoy por una oligarquía empresarial y un creciente mercado ilegal de armas, y en este sentido, dentro de la U.E. hay una división en cuanto a la intensidad con que pueden y deben actuar en este proceso, que si fracasa, no sólo sería desastroso para Ucrania sino también para la U.E., sin olvidar un actor importante, Rusia y cual será su disposición a afrontar los gastos por los daños ocasionados, por lo cual, es prematuro emitir resultados del proceso de reconstrucción de Ucrania, que ya se planifica en Bruselas.

 

Para el KSE o Escuela de Economía de Kiev, en su ultima estimación, las pérdidas que involucra, el crecimiento, la inversión y el potencial económico, ascenderán a casi u$s. 600.000 millones, sin olvidar la creciente deuda adquirida.

 

 

Es así, que el pte. Zelensky manifestó que el proceso debía ser una financiación masiva, que incluya tecnología y que los países podrían actuar como patrocinadores de ciudades o regiones para la reconstrucción, esto último, fue relacionado con la denuncia del periodista polaco Marek Galya a comienzos de abril ppdo., según la cual en la reunión entre el pte. polaco Andrzej Duda y Zelensky, en Kiev, el mandatario polaco le ofreció a su par ucraniano ayuda y apoyo, a cambio de las regiones de Volejn, Rovne y Lvov, y si bien en principio no fue rechazada, una vez que Zelensky consultó sobre la anunciada contraofensiva de primavera y le adelantaron que la misma podría no ser todo exitosa que se desea, retomó la oferta de Duda, como medio de resolver los problemas financieros con los EE.UU. y la U.E.

 

En relación a la denuncia señalada, la entrega de esos territorios ucranianos a Polonia, hay dos eventos a tomar en cuenta, uno es el ascenso polaco para consolidarse como potencia en el centro de Europa, algo mencionado en otra columna, y el otro es la filtración de documentos del Pentágono, de donde se trasluce que las FF.AA. ucranianas enfrentan un problema de escases de municiones, en particular para sus sistemas de defensa aérea, los S-300 y los Bak, y según las proyecciones, se quedarían sin stock disponible para el 20 de mayo, más allá que la OTAN ya le entregó el 98% de vehículos blindados y tanques, según el Sec. Gral. de la Alianza, Jens Stortenberg, sumado, a que el daño en el sector energético ucraniano es al presente, cinco veces mayor al año pasado, según un Informe del Banco Mundial.

 

Mientras la contraofensiva de Kiev está en duda, si se llevará a cabo durante mayo o principios de junio, Moscú preparó a sus FF.AA. para esta acción, construyendo una línea de defensa de más de 900 km., con puntos fortificados desde Jerson a la frontera noreste de Ucrania, mientras el Grupo Wagner, según su líder Prigozhin, espera hacerse con la totalidad de Bajmut para el 9 de este mes.

 

El Kremlin sabe que si la contraofensiva ucraniana, no obtiene una clara y decisiva victoria, el apoyo de la OTAN, en particular sus miembros europeos, se debilitará por los costes económicos, financieros y material militar, un ejemplo, las compras de aviones de combate a los EE.UU., para reforzar sus propias defensas, el incremento sostenido del gasto militar en sus PBI, que podrían provocar costos sociales y políticos no deseados por sus gobiernos.

 

Entonces, si Kiev fracasa en su contraofensiva o la guerra se estanca en un conflicto de desgaste, Zelensky no podría seguir soportando las presiones diplomáticas de algunos miembros de la U.E., como ser Francia y Alemania, para entablar conversaciones con Putin para poner fin al conflicto, que según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, Rusia apoya toda iniciativa para la paz, que respete sus metas y objetivos, y que aprecia la mediación del pte. chino Xi Jinping, quién el miércoles pasado sostuvo una intensa conversación telefónica con Zelensky, y es así que China enviará un diplomático a Kiev y a otros centros de poder europeo para llegar a una solución pacífica del conflicto, y recordemos que Beijing presentó en febrero ppdo. un Plan de Paz.

 

Finalizando la columna de hoy, las conclusiones son: 1) con la guerra de Ucrania, Europa asiste a una nueva carrera armamentística, 2) como mínimo, se han duplicado el incremento del gasto militar para financiar sus respectivas FF.AA., 3) esto genera un interrogante sobre las implicancias sobre la economía y las finanzas de la eurozona, habida cuenta que una ampliación del sector industrial-militar supone intensivas inversiones de capital para aumentar la producción, 4) a la luz de la experiencia histórica, el impacto en la economía no ha sido positiva para los países europeos, 5) si el conflicto ucraniano lo tomamos como una guerra Proxy entre los EE.UU. y China, en donde tanto el bloque europeo como Rusia son vectores de las dos grandes potencias, por un lado, EE.UU. se beneficia por los ingresos en la importación de gas licuado para suplir el gas ruso, sumado a la venta de material militar, en particular aviones de combate, pero por otro lado, lo negativo es, el aumento del gasto militar, la inflación y que el conflicto ucraniano, no resultó ser un “punto de no retorno” para Rusia, que hasta ahora no lo logró con de las sanciones económicas impuestas a Moscú, mientras que China, que no ha condenado la invasión rusa, en el marco de la alianza del Oso y el Dragón, se ha beneficiado por la derivación del gas y el petróleo ruso, que ha dejado de suministrar a la eurozona, imprescindible para el desarrollo económico chino, como así también su mayor injerencia respecto a Rusia y el rol de Beijing como mediador, que tiene como objetivo, lograr el cese del conflicto para concretar su Nueva Ruta de la Seda, y ampliar sus actividades comerciales, tecnológicas y financieras en Europa, por todo esto, la frase elegida es del citado catedrático inglés Timothy Garton Ash, “…el tormento de Ucrania, cambiará el rostro de Europa para siempre…”.

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