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Tetzavé y los 36 tzadikim ocultos que sostienen el mundo

Un hogar estimulante y paredes pobladas de libros trazaron su destino. A los seis años ya sabía que quería ser escritor. Décadas más tarde, su poesía desafiante y sus cuentos de vanguardia serían considerados por la crítica como una joya, verdaderas obras maestras.

Sin embargo, la vida tiene extraños designios: el joven notable no había cumplido 30 años, cuando las primeras imágenes borrosas anunciaban la perdida prematura de la vista.

Pero eso no lo detuvo: tenía el talento para poder ver más allá…

Años después y completamente ciego, Jorge Luis Borges recopila “El Libro De Los Seres Imaginarios” recogiendo historias de cada cultura, de todas las épocas. Atraviesa los límites de la ceguera para vislumbrar un mundo metafísico y totalmente subjetivo: el genial escritor revelaba así el papel de lo fantástico en la expansión de los límites del mundo.

El libro describe decenas de criaturas míticas y fabulosas, pero sorprende por un escrito muy breve, fascinante pero enigmático: se titulaba “Los Lamed Wufniks”. *

“Hay en la Tierra, y hubo siempre, 36 hombres rectos cuya misión es justificar el mundo ante D-s. Son los Lamed Wufniks. No se conocen entre sí y son muy pobres. Si un hombre llega al conocimiento que es un Lamed Wufnik muere inmediatamente y hay otro, acaso en otra región del planeta que toma su lugar. Constituyen, sin sospecharlo, los secretos pilares del universo. Si no fuera por ellos D-s aniquilaría al género humano. Son nuestros salvadores y no lo saben”.

Borges * había profundizado en la mística judía: la palabra ’Lamed Wufnik’ ** es un término idish que en realidad une dos letras hebreas: lamed, cuyo valor es 30, y vav, que es 6. Por lo tanto, un Lamed-Vav Tzadik seria uno de los 36 Justos que sostienen el mundo.

Este concepto judío tan inusual fuera de nuestra tradición, tiene sus orígenes en el Talmud, donde se afirma que en cada generación 36 justos “saludan a la Shejiná”, la Presencia Divina.

Borges conocía los maasiot y la tradición oral que hablaba de estas personas Justas. Sabía que eran extremadamente modestos y rectos, que ocultaban su identidad confundiéndose con indigentes, ignorantes o personas simples que se ganaban la vida esforzadamente.

Estos tzadikim serían ejemplos de anavah, humildad, y tener tal virtud impediría que alguien se autoproclamara como tal: Los 36 son simplemente demasiado humildes para creer que son uno de ellos.

Estarían dispersos por toda la diáspora, no se conocen entre sí. Si en una muy rara ocasión, uno de ellos es “descubierto” por accidente, no debía revelarse el secreto de su identidad.

También son llamados Tzadikim Nistarim (Justos ocultos). Podían pasar toda su vida desapercibidos, pero cuando los enemigos de Am Israel acechaban y el peligro era inminente, emergían de su ocultamiento autoimpuesto: se decía que sus tefilot eran tan poderosas que podían anular el mal decreto que caía sobre el pueblo. Después regresaban a su anonimato, alejándose para “ocultarse” en el shtetl o en algún lugar en el que sean relativamente desconocidos.

Jorge Luis Borges era un gran apasionado de las fuentes bíblicas y un explorador de pasajes crípticos. Se maravillaba por lo impredecible, por el triunfo de la esencia por sobre la forma, por la mirada más allá de lo evidente, por la Divinidad saliendo en búsqueda de la Humanidad:

“Cuando Saúl iba a ser ungido rey, nadie lograba encontrarlo. Buscaron y buscaron, y finalmente, lo encontraron oculto en un armario. Él era una persona muy humilde y no quería ocupar el cargo, que era precisamente la razón por la que Di-s lo eligió” [ I Samuel 10:21].

“La elección divina del rey David sorprendió, incluso, al profeta Samuel. David no era ni alto ni fuerte ni ancho de espaldas como sus hermanos, ni tampoco daba la apariencia de que poseía virtudes para la guerra. Pero Di-s lo eligió por su alma, no por su físico. “El hombre ve con los ojos”, reprendió suavemente Di-s a Samuel, “pero Di-s ve dentro del corazón” [ Ibíd. 16:7].

Tetzavé, la porción de la Tora de esta semana, tiene una particularidad: es la única sección desde el inicio del libro de Shemot (Exodo) y hasta el final del libro de Devarim (Deuteronomio) en la cual Moshé no es mencionado. Sin embargo, tácitamente D-s le habla a Moshé aunque no aparezca su nombre: hace, aunque no figure. Trabaja al servicio de la causa, cede el protagonismo, construye, influye… anónimamente.

Este “ocultamiento” enlaza esta parashá con Purim, porque así como en Tetzavé no figura el nombre de Moshé, en Meguilat Esther no aparece explicito el nombre de D-s. Sin embargo, la narrativa del Libro de Esther sugiere indudablemente el entramado Divino…

Por eso, las lecturas de esta semana nos desafían a ver más allá de lo evidente, distinguiendo una nueva realidad con los ojos del intelecto y el corazón.

En todo el mundo hay voluntarios, cuidadores, constructores de comunidades, personas que aportan su dinero o sus bienes, otros que donan su tiempo o su trabajo, incluso… almas desinteresadas que estarían dispuestas a arrojarse a un río o a un edificio en llamas con tal de salvar una vida.

Son héroes, pero son personas comunes, desconocidos, tal vez estén ocultos y no esperan reconocimiento, pero sin duda con sus acciones sostienen el mundo.

El cambio es posible. Con cada tzedaká, con cada pequeño acto de bondad, de tolerancia, amabilidad, solidaridad, paciencia… cada uno de nuestros compromisos, cada emoción positiva, incluso una sonrisa, puede cambiar el mundo para mejor.

¿Qué pasaría si fueras por un día un Lamed-Vav Tzadik, uno de los 36 Justos?

Nadie lo sabe, pero en este momento, el mundo también descansa sobre tus hombros.

 

Shabat Shalom umeboraj!

Seba Cabrera Koch

11 Adar 5783 / 3 de Marzo de 2023.

 

Notas

* Si bien Jorge Luis Borges (1899-1986) era agnóstico, demostró particular interés por el judaísmo, en especial por la Cabalá. Suelen hallarse referencias eruditas a los textos judíos en muchas de sus obras. En 1969 conoció Israel, en un viaje que lo impacto profundamente. Muchos eruditos han propuesto razones para el filosemitismo de Borges. La lista de factores incluye a sus amigos judíos de la infancia; su abuela angloamericana que le inculcó el amor por la Biblia; su admiración por Franz Kafka; y su fascinación por el misticismo judío, especialmente por la obra de Gershom Scholem. Sin duda, todas estas especulaciones son válidas hasta cierto punto, aunque no concluyentes. En 1934, la revista argentina Crisol intentó desacreditarlo acusándolo de tener “sangre judía”, a lo que Borges respondió astutamente con un ensayo titulado “Yo, judío”, en el que lamentó su arduo pero finalmente inútil esfuerzo por encontrar algún rastro judío en su genealogía.

** En la edición original, Borges utiliza la forma ‘Lamed Wufniks’, existiendo la posibilidad de otras fonéticas similares para el idish, siendo variantes del hebreo “lamed-vav-niks”. Se elige esta última a los fines del presente ensayo.

Fuentes consultadas

– Borges, J.L., Guerrero, Margarita. “El Libro De Los Seres Imaginarios”. Buenos Aires. (1967). Páginas 57-58

-R. Jonathan Sacks. “Covenant & Conversation. Prophet and Priest”. Comentario parasha Tetzavé. © 2007

-R. Meir Szames. “Ver más allá de lo evidente”. Seminario Rabínico Latinoamericano. Comentario parasha Tetzavé. © 2021

-R. Raymond A. Zwerin. “Rabbi Zwerin’s Sermon Kol Nidre”. Temple Sinaí / Denver. ©2002

-Rindner, S. “The Oldest of Nations is Also the Youngest”: Jorge Luis Borges on Israel and Judaism. Mosaic Magazine. ©2023

-Talmud Bavli – Sucá 45b.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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