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Irán y su proyección en Latinoamérica, 1ra. Parte

Semanas pasadas, el actual gobierno brasileño otorgó el permiso para que atraquen en el puerto de Río de Janeiro, entre el 13 y 30 de enero, a dos buques de la armada de Irán, que conforman la Flota 86, se trata de la fragata Dena y el buque Makran, el primero botado en el 2021, equipado con misiles crucero, mientras que el segundo, es un navío de apoyo que transporta cinco helicópteros multifunción.

 

De esta manera, Irán está mostrando su capacidad militar para ampliar su presencia, no sólo en Latinoamérica, sino en su proyección estratégica en Occidente, tal como lo declaró el Jefe de la Marina de Guerra de la República Islámica, el contralmirante Shahram Iraní, en la cadena FARS NEW, “…hemos estado presente en todos los estrechos estratégicos del mundo, y este año tenemos previsto estarlo en el Canal de Panamá…”, y sus dichos se condice en que la citada flotilla está dando la vuelta al mundo desde septiembre del 2022, y más allá de su proclama de mensaje de paz y solidaridad, exhibe el creciente poder militar y naval del régimen de Teherán.

 

Desde el 2007, en que comenzaron estas columnas, se ha abordado muchas veces la cuestión de la presencia, la incidencia y la proyección geopolítica en Latinoamérica de Irán, pero sería bueno hacer una recorrida en el tiempo para entender como ha ido evolucionando esta penetración iraní, cuales son los objetivos comunes que comparte con algunos gobiernos de la región y si esto conlleva un alineamiento, tanto geopolítico como geoeconómico, en un escenario global que parece ir consolidando bloques, en algunos casos antagónicos y en otros convergentes.

 

Las relaciones entre Irán y Latinoamérica fueron, desde prácticamente inexistentes, a entablarse de manera escalonada, veamos: durante el período de la monarquía persa, las relaciones diplomáticas con Teherán se fueron dando con, Argentina en 1902, un año después con Brasil y Uruguay, con Méjico en 1937 y con Venezuela en 1947, pero es con este país, donde se van ir profundizando los vínculos, y tuvo como factor común, el petróleo, pues el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez fue el iniciador de la OPEP, y esto llevó a que el Sha Reza Pahlevi a visitar Caracas en 1975 y lo propio hizo Pérez a Teherán en 1977, luego en 1979, sobrevino la Revolución Islámica, pero ésto no motivó cambios cualitativos.

 

Diferente es la evolución de las relaciones entre Irán y Argentina, entre 1986 y 1991, ambos países establecieron compromisos en el campo de la cooperación nuclear, teniendo en cuenta que años después de la Revolución Islámica de 1979, el régimen teocrático abandonó el programa nuclear iniciado por el Sha con la cooperación de los EE.UU., pero luego decidió retomarlo y fue durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando se dieron los compromisos de ayuda al desarrollo nuclear iraní, pues Argentina contaba con los técnicos y profesionales idóneos, sumado al alto grado del desarrollo argentino en ese campo, que colocó a nuestro país como el único en Latinoamérica en tener un Acuerdo Nuclear con Irán.

 

Este proceso, se inició a fines de 1985 con la visita de una delegación del Ente de energía atómica de Irán a la Argentina, recordemos que para ese tiempo, el régimen de Teherán estaba en plena guera con el Irak de Saddam Hussein, 1980-1988, y los iraquíes habían logrado destruir las plantas iraníes Bushehr I y II, de fabricación alemana, y nuestro país tiene la empresa estatal INVAP, especialista en la construcción de centrales nucleares, pero además otro interés de Teherán era la colaboración argentina en la fabricación de combustibles nucleares, lo que entonces llevó en 1988 a firmar dos cuestionados convenios.

 

Un convenio, era para construir una planta de purificación y conversión de Uranio, y el otro era para una fábrica de combustibles para reactores nucleares. Así las cosas, el escenario comienza a complicarse, por un lado los convenios se contradecían con otros proyectos desarrollados en Argentina para Egipto e Irak, a lo que se suma, tras la llegada de Carlos Menem a la presidencia, el alineamiento político y militar con Washington y la participación de nuestro país en la 1ra. Guerra del Golfo, pero también, la OIEA, que ya estaba vigilando el programa nuclear iraní, exigió que la misión de técnicos argentinos reconfigurara el reactor de la Universidad de Teherán que utilizaba Uranio enriquecido al 90%, funcional a la fabricación de un arma atómica, y por lo tanto lo reconfigura a un enriquecimiento del 20%, que fue el único objetivo que se cumplimentó, pues para 1991 se suspendieron los convenios y toda cooperación en el campo nuclear.

 

Por supuesto, el régimen iraní demandó a la Argentina por haber interrumpído de forma unilateral los convenios, un litigio que se dirimió en 1996, con el pago de u$s. 6 millones a Irán, pero entre el 91 y 96, se dieron los atentados terroristas en 1992 a la embajada de Israel y en 1994 a la sede de la AMIA, en Buenos Aires, y detrás de los mismos está Irán, algo que llevó en el 2006 al entonces presidente Kirchner, en el seno de la Asamblea Gral. de la ONU a solicitar la colaboración del régimen de Teherán en la investigación de ambas causas judiciales y condenar al terrorismo, sin embargo, en el 2013, su viuda, la presidente Cristina Fernández hizo un giro copernicano y se firmó el inconstitucional Memorando de Entendimiento con Irán, el que luego quedó sin efecto.

 

Ahora bien, en el 2000 se inició una aproximación entre Venezuela e Irán en oportunidad de la reunión de la OPEP en Caracas y con Hugo Chávez en el poder, esta relación bilateral se fue consolidando con visitas del dictador venezolano en tres oportunidades a Teherán, entre el 2000 y 2005, y del entonces presidente iraní Mohamad Khatami a Caracas.

 

Pero ese año, 2005, es un momento clave en la incidencia del régimen de Teherán en Latinoamérica con la llegada a la presidencia de Mahmud Ahmadinejad, que se da cuando en esta región había accedido y acceden al poder gobiernos de izquierda, Kirchner, Argentina y Lula da Silva, Brasil, ambos en el 2003, Evo Morales, Bolivia, 2006, Rafael Correa, Ecuador, 2007, Fernando Lugo, Paraguay, 2008 y Pepe Mujica, Uruguay, 2010, todos integrantes del Foro de San Pablo, el que desde su fundación en 1990, reúne a líderes, partidos y movimientos políticos que van, de la centro-izquierda a la izquierda revolucionaria.

 

Es así, que Ahmadinejad entre el 2006 y 2010 visita en cuatro oportunidades Latinoamérica, luego lo hará en el 2012 dos veces y en el 2013 tres veces más, y en cada viaje hizo escala en Venezuela, y mientras estuvo en dos oportunidades en Bolivia y una sola vez en Brasil, Cuba, Ecuador y Nicaragua.

 

Por su parte, Hugo Chávez viajó en total seis veces a Teherán, Evo Morales realizó dos y Lula da Silva, Rafael Correa y Daniel Ortega lo hicieron una sola vez cada uno de ellos, por supuesto sin contar las visitas recíprocas de ministros y funcionarios de los países mencionados en distintas oportunidades.

 

También el régimen iraní instaló embajadas en Bolivia, Colombia, Chile, Nicaragua y Ecuador entre el 2007 y 2009, a lo que se sumaron intercambios culturales y aperturas de centros de estudios, esto como resultado del Seminario Internacional sobre Latinoamérica celebrado en Teherán en el 2007, que se articuló con el nombramiento de un asesor iraní para la región por Ahmadinejad en el 2010.

 

Obviamente, en este escenario se firmaron Acuerdos y Tratados bilaterales entre Irán y Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua, que abarcan distintas áreas, desde la cooperación mutua, armamento, energía, petróleo, minerales, finanzas, migración, destacándose las importantes inversiones directas de Teherán en Venezuela, Bolivia y Nicaragua, sin olvidar que desde el 2007, Irán forma parte del ALBA, la iniciativa creada por Hugo Chávez.

 

Como se puede apreciar, la incidencia de Irán en Latinoamérica no sólo lleva décadas, sino que es parte de su visión geopolítica internacional, que en el caso regional se relaciona con los siguientes factores: afianzar la presencia iraní en el ámbito de influencia geopolítica de los EE.UU., actuar sobre desigualdades existentes en la región y la importancia internacional de la región como objetivo de la revolución iraní.

 

En este escenario, Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, son sus principales aliados estratégicos, mientras que otros países con gobiernos de perfil de centro-izquierda, como Chile, Colombia, Brasil y Argentina, constituyen eventuales plataformas funcionales a los objetivos de Teherán.

 

Entre dichos objetivos, los principales son los siguientes: 1) Incrementar la influencia en el plano internacional, 2) Desestabilizar el “Patio Trasero” de Washington, 3) Conseguir divisas, 4) El acceso y apoderamiento de RR.NN. y 5) Reclutamiento y adiestramiento para actividades terroristas, objetivos que seguidamente se desarrollaran sintéticamente:

 

Veamos, Irán busca incrementar su influencia en el plano internacional, debido que desde 1979, al instaurarse el régimen teocrático, viene arrastrando un aislamiento que se traduce que sólo en el 52% de los miembros de la Comunidad Internacional Irán posee representación diplomática y sólo el 47% de países tienen misiones diplomáticas en Teherán, y en muchos casos las relaciones se limitan al ámbito consular o comercial, es por esto y teniendo en cuenta que Latinoamérica tiene dos asientos entre los miembros NO permanentes del C. de Seg. de la ONU, es decir el 20% de los votos, es entonces de suma importancia para Irán contar con el apoyo de los Estados de la región, más allá que cuenta con el Veto de dos miembros permanentes del Consejo y que son aliados estratégicos de Teherán, Rusia y China.

 

En cuanto a desestabilizar el “Patio Trasero” de Washington, en referencia a que Latinoamérica no ha sido un escenario estratégico prioritario para EE.UU., como si lo fueron y lo son, el Europeo, el Medio y Lejano Oriente, y por esta razón Teherán busca explotar el sentimiento anti-estadounidense en la región, incentivar la retórica anti-imperialista y anti-capitalista, influir en los sectores sociales más necesitados para que presionen a los gobiernos no alineados o afines al eje Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, convirtiéndolos en factores de desestabilización, y por supuesto, llegar a conformar un bloque anti-EE.UU..

 

El otro objetivo, de obtener divisas, no sólo se limita a generar activos, sino asegurarse una salida para movilizar capitales que le aseguren equipos de alta tecnología y acceder al sistema financiero internacional a través de terceros países, en este caso de Latinoamérica, y en este escenario, no están exentos los negocios de las actividades ilícitas como el Narcotráfico y Tráfico Ilegal de Armas y Explosivos, un ejemplo es la utilización de la cripto moneda venezolana Sucre para el lavado de activos, como también para evadir las sanciones internacionales.

 

El penúltimo es, el acceso y apoderamiento de RR.NN., aprovechando que Latinoamérica es una región riquísima en minerales, en particular aquellos considerados estratégicos, especialmente las reservas de Uranio existentes en Venezuela, Brasil, Perú, Bolivia y Argentina, de suma importancia para su programa nuclear, pero también interesa a Teherán los yacimientos de Litio y Torio, y en relación a esto, Irán ha intensificado su presencia e influencia en Chile, pues Iquique es la salida de los minerales procedentes de Perú, Bolivia e incluso Brasil, y la llegada al poder del izquierdista Boric al país trasandino ha constituido un factor positivo para Irán.

 

Finalizando la columna de hoy, el último objetivo de Teherán es el reclutamiento y adiestramiento para actividades terroristas, y en este punto, el Hezbollah tiene un rol más que importante como uno de los principales proxis del régimen iraní, cuya presencia y accionar en Latinoamérica, se remonta a los últimos años de la década de los 80 del siglo pasado, a partir de la zona de la Triple Frontera, el Clan Barakat, y que en los 90 llevó a cabo los atentados terroristas en Buenos Aires, a la embajada de Israel y a la AMIA, pero con la llegada al poder en Venezuela de Hugo Chávez en 1999, sumado a lo que se señaló antes, la asunción a la presidencia de Irán de Mahmud Ahmadinejad en el 2005, el país sudamericano se convirtió en la cabeza de playa del islamismo radical shiita en la región, es así que se han levantado seis campos de adiestramiento de la organización terrorista libanesa en las afueras de Caracas y en la Isla Margarita, y en el que tiene un importante rol del venezolano Tarek El Aissami, actualmente ministro del Poder Popular del Petróleo, figura fundamental en el reclutamiento de jóvenes venezolanos de ascendencia islámica, que son enviados a los campos del Hezbollah en el Valle del Bekaa, Líbano, para capacitarlos en guerra asimétrica, como también propiciando la islamización de las tribus Wayuú y Guajiros, pero en cuanto a la expansión del Islam Chiita Radical, será parte de la próxima columna, por todo lo abordado, la frase de cierre es a modo de advertencia a los gobiernos democráticos de la región, y le corresponde a Henry Kissinger, que dijo, “…debido a que la complejidad inhibe la flexibilidad, las elecciones tempranas son especialmente cruciales…”.-

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