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Sigue la tensión en Taiwán

Ricardo López Göttig

Aun cuando Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, ya dejó el suelo de Taiwán, la presión ejercida por el Ejército de Liberación Popular del PC de la República Popular China continúa con ejercicios en torno a la isla. Este escenario de la guerra fría persiste hoy, ya que el régimen en Beijing sostiene que Taiwán es una provincia “rebelde” y no admite de ningún modo su posible independencia.

Fue en el contexto de la guerra civil china, que se retomó con fuerza tras la segunda guerra mundial, entre el PC y el Kuomintang, que el entonces presidente Chiang Kai Shek emigró a la isla, estableciendo allí el gobierno de la República de China, considerándose el único legítimo y legal. Fue en 1972 cuando el entonces presidente Richard Nixon reconoció a la República Popular China en detrimento del gobierno de Chiang Kai Shek, a la vez que el régimen de Mao ingresó a la ONU y, lo más importante, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de ese organismo. Desde entonces, las relaciones entre Estados Unidos y Taiwán se rigen por una ley de 1979, por la cual el gobierno de EE.UU. se compromete en asistir en la defensa del pueblo de la isla, así como en mantener las relaciones económicas y culturales. La visita anterior de un alto funcionario fue la de Newt Gingrich, en 1997, quien manifestó su apoyo al periplo de Nancy Pelosi.

Además del contexto internacional generado por la guerra en Ucrania, el presidente Xi Jinping será reelecto para un tercer mandato consecutivo en la República Popular China y busca proyectar la imagen de un líder de gran peso mundial. El constante cercenamiento de las libertades que aún quedan en Hong Kong –a pesar del compromiso de mantener el sistema hasta 2047-, la reclusión de uigures en campos de concentración para su “reeducación”, la opacidad en cuanto a qué pasó en los laboratorios de Wuhan en torno al Covid-19, y su diplomacia agresiva en Asia y África para desplegar el comercio y las alianzas militares, son elementos a tener en cuenta en la reacción desmesurada frente a la visita de Pelosi. Está emitiendo señales hacia dentro y fuera del país, aunque probablemente no esté dispuesto a llevar la escalada hasta la ocupación de la isla, pero le sirve para alimentar el espíritu nacionalista en China continental. En esta segunda guerra fría que se está desarrollando, cada una de las partes tantea el terreno.

 

Por Ricardo López Göttig.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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