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Atentado a la AMIA: “Mi mamá tenía 48 años, que es la edad que voy a cumplir el próximo mes”

La rabina Claudia Kreiman Wolinsky, hija de Susana Wolinsky, víctima del atentado a la AMIA dialogó en Radio Jai sobre los recuerdos que tiene de su madre y de los sucesos tras el ataque terrorista. 

Claudia relató que al momento del atentado tenía casi 20 años y “vivía en Buenos Aires con mi hermana más chica y junto a mis padres. Estudiaba en la UBA, pero estaba de vacaciones de invierno, por lo que estaba en casa en vez de estar a tres cuadras de la AMIA donde yo estudiaba”. 

Nos levantamos tarde ese día, y el teléfono sonó, y me acuerdo respondiendo el teléfono en la cocina […] que una amiga me dice ‘Claudia, volaron la AMIA’”.  Recuerdo su voz, sus palabras en ese momento, primero no teniendo ningún sentido, ¿que quieren decir esas palabras’”. Luego de conocer la noticia, “empezamos a llamar a AMIA y a mi papá que trabajaba en el seminario rabínico” y tras no conseguir respuesta, se dirigieron hacia Pasteur 633. 

“Todo lo que recuerdo es el caos, el no entender lo que estaba pasando, el tratar de acercarse pero no poder, las ambulancias, los gritos, el llanto, los bomberos”. Recordó “tratar de escuchar las listas de los nombres. Nos mandaron a la calle Ayacucho, a donde las familias esperaban […] Me acompañaron al Hospital de Clínicas a ver si mi mamá estaba ahí”, pero no conseguían encontrar a Susana Wolinsky.

“Pasamos el día imaginando la posibilidad de que en realidad mi mamá no estaba en la AMIA y que a lo mejor la íbamos a encontrar en otro lugar, y no fue solo ese día sino los siguientes siete días”. “Cada día había momentos de esperanza, a lo mejor la iban a encontrar, algunas personas estaban saliendo con vida”, sin embargo, “como los días pasaban, cada vez la esperanza bajaba”. Remarcó que no reconoció que su madre ya se encontraba sin vida cuando “llegó la gente de Israel y nos entrevistaron y nos pidieron más detalles sobre cómo reconocer el cuerpo de mamá”. Sin embargo, no fue hasta el día domingo que hallaron a su madre sin vida: “Recuerdo los gritos y el momento que nos avisaron que habían encontrado el cuerpo de mamá en la morgue. Fue de las últimas víctimas en ser encontrada”.  

Destacó que toda su familia, al poco tiempo del atentado decidió irse del país. Sus hermanas y su padre retornaron a Chile y ella, después de un año de vivir en Buenos Aires, decidió dirigirse a Israel para estudiar en la Universidad de Haifa. “Para mí fue una decisión consciente”, remarcó. “Ese año fui todos los lunes a memoria activa, frente al Palacio de Justicia. Me acuerdo el lunes que dije ‘no quiero pasar mi vida haciendo esto, quiero  pasar mi vida en otro lugar donde puedo continuar el legado de mi mamá, dónde pueda continuar el legado de un mundo por la educación, por la paz, por la tolerancia’ no había para mí un futuro para en Buenos Aires con el trauma que eso generaba”. 

“Yo sigo las noticias, las veo, pero hice una elección consciente, tomé otro camino”, explicó.  “Decidí que mi camino, mi respuesta a esta injusticia es trabajar por la justicia, por la reconciliación, por la paz, por la posibilidad de un mundo mejor en mi pequeño mundo, primero en los 10 años que viví en Israel y después desde Boston en los 17 años que viví acá”. “Mi opción ha sido vivir una vida que se dedica al legado de mis padres en el rabinato. Estoy muy involucrada en actos de justicia social acá en estados unidos como en Israel, en actos pro-paz y reconciliación y contra todo tipo de violencia contra minorías”. “Siento un privilegio muy grande de que puedo ser la líder espiritual de una comunidad acá en Boston, que está ayudando al mundo a ser un poco mejor”, resaltó. 

Explicó que la conmueve especialmente el hecho de que “Mi mamá tenía 48 años, que es la edad que voy a cumplir el próximo mes, que se siente muy fuerte. Me pone especialmente  nerviosa cuando mis hijas me preguntan la edad que tenía mi mamá. Me preguntan, especialmente la más chiquita, si yo me voy a morir a la misma edad que mi mamá”. 

Recordando a su madre, relató: “Mi mamá era una persona muy dedicada a todo, a sus hijas, a su familia, a su marido, a sus hermanos y a sus padres”, asimismo,“en la AMIA era dedicada a sus clientes que buscan trabajo, que buscaba ayuda financiera, ayuda monetaria; los ayudaba todos los días, sufría por el sufrimiento de otros”.  “Al mismo tiempo era divertida, se reía mucho, le gustaba pasarla bien, le gustaba tomar Arak […] tenía muchas amigas, tenía muchos amigos, vivía una vida intensa y conectada”. “Yo tenía 19 años y me peleaba mucho con ella, porque es lo que uno hace a esa edad, pero también tiene que ver con mi intensidad y mi pasión, y su intensidad”. 

Remarcó que la herida abierta el día del atentado continúa hasta el día de hoy: “Yo vivo una vida donde ese dolor es parte de mi vida, así lo reconozco”. Sin embargo, explicó: “Vivo una vida donde el dolor  y las alegrías están siempre conectadas. No es una o la otra, es parte de quien soy”

Como reflexión final, Claudia llamó a  “No desesperar y no perder la esperanza en la pedida de justicia por la AMIA y en la pedida de justicia por un mundo que puede ser más justo, más noble, más bueno, más lleno de dios. Es difícil no perder la esperanza en días donde duele tanto […] cuando parece que todo esta feo, negro y doloroso, pero hay que recordar que hay luz, que hay alegría, que hay amor y que dios está ahí aunque no lo podamos ver y sentir en cada momento”.

 

Redacción Tomás Polakoff

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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