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Los Talibán en el poder

Ricardo López Göttig

Por Ricardo López Göttig

Las escenas desgarradoras de la salida de occidentales y afganos en el aeropuerto de Kabul han ganado los medios de comunicación, mientras los Talibán todavía no han formado un nuevo gobierno. El presidente Joe Biden intenta controlar el daño a la imagen de los Estados Unidos, al tiempo que sugiere que podría extenderse el plazo de salida más allá del 31 de agosto, fecha que los Talibán consideran como un límite innegociable.

Las declaraciones de “moderación” de los Talibán han sido recibidas con escepticismo, naturalmente, dada la naturaleza opresiva del fundamentalismo teocrático que ejercieron durante 1996 al 2001, ni tampoco han cambiado sus concepciones fundamentales. Consideran al sistema democrático como una imposición occidental, sin raíces en Afganistán, adelantando que para ellos el único régimen legítimo es un Emirato. El hecho de que el Mullah Baradar se presente como el vocero “moderado”, requiere señalar que no sólo él es uno de los miembros más antiguos del movimiento y que siempre estuvo a la par del Mullah Omar, sino que además estuvo directamente involucrado en las decisiones tomadas durante el régimen teocrático. Pero le ha beneficiado estar fuera de foco durante ocho años, en los que estuvo preso en Pakistán, siendo liberado precisamente a instancias de Hamid Karzai y Ashraf Ghani, los dos presidentes que tuvo Afganistán desde el 2001 hasta la fecha. Negociador hábil, respetado entre los Talibán, puede llegar a ser el nuevo líder del gobierno que aún está por conocerse.

Mientras tanto, tras el exilio del presidente Ashraf Ghani, el intermediario es el ex presidente Hamid Karzai, junto a Abdullah Abdullah, quien fuera su ministro de Relaciones Exteriores y luego Jefe del Ejecutivo. El presidente Vladímir Putin comienza a mover sus piezas en el tablero, tal como lo hace el gobierno de la República Popular China, con mayor cautela. A ambos jugadores globales, les resultó conveniente la presencia de Estados Unidos y la OTAN durante casi veinte años en Afganistán, no sólo para observar el desgaste del bloque occidental, sino porque controlaban la situación del atribulado país.

Los interrogantes se multiplican a medida que se acerca una etapa de definiciones: ¿es legítimo reconocer al nuevo régimen? En 1996-2001, sólo tres países lo reconocieron: Arabia Saudí, Pakistán y Emiratos Árabes Unidos. Lo cierto es que al Mullah Omar y su entorno, no le interesaba la política internacional ni el reconocimiento. ¿Continuarán con esa visión estrecha respecto al contexto exterior? De algún modo, los gobiernos de las naciones democráticas deben ejercer influencia para que los Talibán no retornen a sus viejas prácticas represivas a las mujeres, homosexuales, minorías religiosas y étnicas. Si es que, claramente, la indignación frente a la opresión durara en el tiempo y no se limitara a lo que aparece repentinamente en la tapa de los medios.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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