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Analizando la geopolítica en Oriente Medio de cara al futuro inmediato y a su Guerra Fría

Mientras en la República Islámica de Irán se está produciendo una “Crisis Nuclear”, ha raíz de la controversia entre la posición del presidente Hassan Rohani y la Asamblea Consultiva Islámica o Parlamento, por la sanción de una ley que prevé, por un lado el elevar el porcentaje de enriquecimiento de uranio al 20%, cuando no olvidemos que según el Acuerdo Nuclear del 2015 lo fijaba en 3.67%, y por otra parte, el mismo texto legal contempla frenar las inspecciones de la OIEA a las instalaciones nucleares, algo a lo que se opone el presidente iraní, los países árabes del Golfo han sido protagonistas de dos eventos de importancia geopolítica inéditos, en el ámbito del Consejo de Cooperación de los Países del Golfo o CCPC.

El primero de estos eventos tuvo lugar en la semana del 15 al 22 de diciembre del año ppdo., en Riad, capital del Reino de Arabia Saudita, donde los puntos principales que se abordaron estuvieron relacionados en los campos de la salud, la economía y la seguridad colectiva.

Es indudable que la pandemia del COVID19 es en la actualidad la prioridad en el campo de la salud en los países árabes sunitas del Golfo, que ha llevado a sus respectivos gobiernos a consultar a expertos del sector, tanto en el ámbito regional como en el internacional, lo que se traduce en implementar una cooperación a escala global para enfrentar no sólo al COVID19, sino también a otras epidemias que aquejan o pueden hacerlo durante el presente año.

En este sentido, por supuesto que la cuestión de disponibilidad de fondos para enfrentar la pandemia no es un problema, y por lo tanto, el sector privado como el petrolero no escatimarán recursos para financiar una amplia campaña para planificar estrategias sanitarias para la región, incluso se trató la posibilidad de ayudar a la población iraní, bajo ciertos condicionamientos.

También como ha ocurrido en el resto del mundo, la pandemia ha tenido efectos no deseados en el campo económico, y por lo tanto, la recesión emergente ha obligado a una diversificación de sus actividades económicas, algo que está en sintonía con algunas de las políticas que comenzaron a implementarse hace casi 10 años, por el caso el turismo, y también en lo que hace al comercio y a la industria, puesto que las medidas adoptadas por gran parte de los países, como ser bloqueos a dichas actividades, han provocado una caída tanto en el precio del barril de petróleo como en su demanda global.

En este punto, podemos apreciar los efectos positivos de la nueva coyuntura regional en relación a la firma de los Acuerdos de Abraham, que posibilitan iniciar una transformación tecnológica a partir de la interrelación con empresas israelíes que a corto plazo se traducirá en un crecimiento y en una expansión a nivel regional.

En cuanto al campo político, es indudable que el actual monarca saudí, Salman Ibn Abdulaziz, desde su llegada al poder en el 2015, ha asumido una política de reformas, que propician una apertura al debate en el campo religioso, para poder así neutralizar el discurso político religioso radical, y de esta manera poder propiciar la estabilidad, no sólo a nivel interno, sino y más importante a nivel regional, para evitar remezones de la otrora mal llamada Primavera Árabe, como así también, para protegerse de la ingerencia negativa del chiísmo radical iraní, como lo que sucede en el Líbano, Siria, Irak y Yemen.

En ese sentido, el Reino de Arabia Saudita, ha instrumentado ciertas políticas para combatir el Yihadismo Radical, tanto de matriz sunita como chiita, como ser reunir a eruditos en Ley Islámica, clérigos que fueron excarcelados y funcionarios del gobierno, todos para erradicar el wahabismo extremo, conformado un acuerdo político religioso para tal fin, que hasta el momento está dando los primeros resultados positivos, como es en el campo de la educación, con programas para jóvenes y niños en las escuelas y otras instituciones educativas, que contemplan este nuevo enfoque que además de alejarse de la rigurosidad religiosa, acerca de manera constructiva a las nuevas generaciones a Occidente, este programa de moderación o Ethidal, en árabe, comenzó a implementarse tras la visita del pte. Donald Trump, en el 2017.

La instrumentación de este programa, Ethidal, se relaciona también con una estrategia antiterrorista, a través del monitoreo de seguridad de las redes, tanto para obstruir la difusión de mensajes radicales como también para enseñar las nefastas implicancias del terrorismo, y es así que se rechaza de plano la prédica radical e identificando a aquellos clérigos que la esgrimen, para quienes se prevé sanciones, como ser la expulsión de las mezquitas o madrasas, y tal como lo informó el pasado mes de diciembre el CCPG, el Ethidal dio a conocer un documento con la siguiente conclusión: “…una grave violación a los preceptos religiosos no aceptado por la ley que cualquier musulmán, sea clérigo, académico o comunicador social, legitime la violencia de las acciones terroristas con el fin de ganar poder político a través de la utilización de los preceptos religiosos del Islam…”, algo que ha sido recibido con beneplácito por Occidente.

Así las cosas, con el comienzo del 2021, se llevó a cabo una importantísima reunión de líderes de los países árabes sunitas que conforman el CCPG, más Egipto, llevada a cabo en el Reino de Arabia Saudita, que dieron lugar al llamado Acuerdo de Al Ula.

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A la citada Cumbre asistieron, el Emir de Kuwait Sheik Nawaf Al Sabbah, el Príncipe Salman Ibn Hamad Al Khalifa por Bahrein, el vicepremier de Omán Fahad Ibn Mahmoud, el Sheik Mohammed Ibn Rashid vicepresidente de Dubai, el Emir de Qatar el Sheik Mohammed Al Thani, el canciller de Egipto Sameh Chukri, el Secretario Gral. del Consejo Dr. Nayaf Al Hajraf, y el anfitrión del evento, el príncipe heredero saudí y 1er. ministro, el príncipe Mohammed Ibn Salman.

El objetivo de la Cumbre, tal como lo expresó el príncipe heredero saudí, es la unidad de los seis países que conforman el Consejo ante los peligros que representa la visión hegemónica y expansionista del régimen de Teherán y la injerencia en lo político y militar de sus proxis, y la retórica chiita radical.

Pero la nota significativa ha sido la asistencia del Sheik de Qatar, pues los miembros del CCPG habían suspendido las relaciones con el gobierno qatarí por sus vínculos con los grupos y organizaciones terroristas que operan bajo la órbita de Irán, no olvidemos que el Reino Saudita en el 2017 cerró sus fronteras con Qatar y ahora, tras la reunión entre el príncipe Ibn Salman y el Sheik Al Thani, se reabren las mismas.

Hasta antes de la Cumbre, el gobierno de Doha se relacionó con todos los actores regionales priorizando sólo sus intereses, por lo cual tras la firma del Acuerdo Al Ula, están obligados a dar muestras del compromiso asumido, lo que no será para nada un camino fácil, habida cuenta de las hasta ahora interesadas relaciones con la Hermandad Musulmana y el Hamas, que es el punto crucial para reconstruir las normales relaciones dentro del Consejo y también con Egipto, y más aún, que Qatar se integre a los Acuerdos de Abraham y restablezca relaciones –aunque nunca fueron oficiales- con el Estado de Israel, todo lo cual será motivo de un estricto monitoreo no sólo de los miembros del CCPG, sino también de los EE.UU..

La importancia de la Cumbre y del Acuerdo de Al Ula, firmado por todos los miembros del Consejo y Egipto, es que parece ser que los países árabes sunitas han podido superar sus entredichos y diferencias, y unificar una posición frente a la amenaza que representa Irán y su crecimiento en el desarrollo nuclear y la tecnología de misiles balísticos, y sin olvidar sus alianzas estratégicas con Washington, que ha proporcionado la adquisición de importantes sistema de armas estadounidenses, de manera que la nueva administración de Joe Biden renueve los vínculos geopolíticos con los países árabes sunitas de la región, habida cuenta de las declaraciones del presidente electo en cuanto a una revisión del Acuerdo Nuclear con el régimen de Teherán, que fuera abandonado por Donald Trump.

Para ir finalizando mi columna de hoy, por un lado es importante la postura de los países árabes sunitas de mostrar unidad contra la visión hegemónica de Irán y sus políticas de apoyo a grupos terroristas islamistas radicales, algo que ha quedado plasmado en la declaración final del Acuerdo de Al Ula, que textualmente expresa, “…No se permitirá bajo ningún aspecto el avance del Khomeinismo iraní en los países sunitas del Golfo…”, por otro lado, los Acuerdos de Abraham y un auspicioso panorama de normalizar y oficializar las relaciones diplomáticas y en otros campos de la actividad humana con el Estado de Israel, todo lo cual posibiliten la constitución de un sólido bloque anti iraní y sus aliados, como ser los hutíes del Yemen que han llevado al gobierno israelí a trasladar bases misilísticas a Eilat la semana pasada, ante la probabilidad de ataques de ese grupo terrorista chiita, y esto que me recuerda ese frase que dice, “…Si quieres la Paz, prepárate para la Guerra…”.

*Luis Fuensalida es especialista en asuntos internacionales.

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Fue Comisario Inspector y Jefe de Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina.

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