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Analizando el resultado de las elecciones en los EE.UU.

Para poder abordar el tema propuesto, debemos partir de un escenario que ya lleva algo más de 150 años, en el marco de la puja por el poder en un sistema bipartidista y en el que cada uno de sus protagonistas, Demócratas y Republicanos, han sufrido sus cambios, que en algunos aspectos parecen contradictorios.

Brevemente, cuando nacen los EE.UU., y durante las últimas dos décadas del Siglo XVIII, se dan dos corrientes políticas con visiones distintas, por un lado los Federalistas, con Alexander Hamilton y John Adams, que eran partidarios de un gobierno fuerte y un sistema arancelario e impositivo importante, y por otro, los Demócratas con Thomas Jefferson y James Madison, que defendían un gobierno federal, pero limitado en su poder, y con el pleno ejercicio de los derechos de cada estado.

Para las décadas del 20 y 30 de los años 1800, nos encontramos con un partido Nacional Republicano en torno a John Quince Adams y otro partido, el Demócrata bajo el liderazgo de Andrew Jackson.

Pero el verdadero partido Republicano, nace recién 1854, bajo la consigna de condenar la esclavitud y con una fuerte raigambre en los estados del Norte, más industrializados y en donde a diferencia de los estados del Sur, cuya unidad económica eran los grandes latifundios o plantaciones y la mano de obra esclava era de vital relevancia, es entonces, que en esta puja entre estados industrializados y estados agropecuarios, con la esclavitud como moneda de cambio, llega en 1860 a la presidencia de los EE.UU., el primer presidente republicano, Abraham Lincoln, y como todos sabemos, un año después, en 1861, estallará la Guerra Civil o Guerra de Secesión, que finalizará en 1865 con el triunfo del Norte, que no terminará con la segregación ni la discriminación, pero si fue el triunfo del modelo industrial sobre el agroexportador y determinará el perfil del crecimiento y el desarrollo futuro de los EE.UU.

A partir de entones, ambos partidos van evolucionar y hasta sufrir cambios contradictorios o anecdóticos, por su parte los demócratas, que defendían los privilegios de los terratenientes esclavistas, cambian por la defensa de los derechos de los afroamericanos, de una concepción de un gobierno federal limitado a un mayor intervencionismo y con una revisión de las políticas sociales, que tendrá como expresión más acabada, en la década de los año 30 del Siglo XX, la implementación del New Deal del presidente demócrata, Franklin D. Roosevelt.

Por su parte, de aquel partido Republicano de Lincoln, identificado con los intereses de los estados del Norte, comienzan a identificarse con los estados del Sur en relación al ámbito social y cultural, y en lo económico, en la década de los años 50 del Siglo XX, si bien con Eisenhower y luego con Nixon, mantienen las políticas sociales de Roosevelt y Truman, como ser la aprobación de una renta universal mínima, al llegar a la presidencia Ronald Reagan, al comienzo de la década de los 80, se vuelcan a un modelo con mínima intervención estatal en la economía, al libre juego de las reglas del mercado que regulen lo social y laboral, y en el plano interno pero con efectos en el internacional, el desarrollo armamentístico de punta y las intervenciones militares.

Así las cosas, podemos señalar algunas de las diferencias en las visiones política, económica, social y hasta internacional, que hay entre demócratas y republicanos, por ejemplo, mientras los primeros abogan por una salario mínimo, una tributación proporcional y progresiva, la intervención estatal a través de las regulaciones necesarias para proteger al consumidor, aborto legal, la participación del Estado en la planificación universal sanitaria, la defensa del biosistema y el desarrollo de energías no contaminantes, y la búsqueda de consensos y articulación de acuerdos en el plano internacional, en síntesis, una visión liberal y con una mayor influencia de los sectores más a la izquierda del partido.

Por su parte, el ideario de los republicanos, esta marcado por, que los salarios están regulados por un mercado libre, por la práctica inmovilidad del sistema regulatorio impositivo, al no a la intervención estatal a través de regulaciones gubernamentales pues van contra el desarrollo del capitalismo, afectan el libre mercado y también al crecimiento laboral, no al aborto, y defiende la privatización de la salud pues considera que es más eficiente que un sistema sanitario público, la relativización de efectos negativos al ecosistema y en lo internacional buscar los acuerdos a través de políticas confrontativas, en síntesis, una visión conservadora y con fuerte impronta derechista.

Hasta aquí, he tratado de sintetizar la evolución histórica de ambas fuerzas políticas y señalar algunos de los puntos de vistas que se contraponen en distintos ámbitos, tanto en el interno como en el internacional.

Ahora, intentaré de explicar dos fenómenos que se han dado, primero en el interior del partido Republicano que llevó en el 2016 a un “out sider” del establisment, como Donald Trump a la presidencia y segundo, como ha ido creciendo fuertemente la influencia del ala izquierda del partido Demócrata.

Veamos sintéticamente el fenómeno Trump, que surge como consecuencia de las inseguridades y convulsiones económicas y financieras, con fuerte repercusiones en lo social y laboral, a consecuencias de la Crisis del 2008, y se va conformando en la figura del salvador en los estamentos del obrero y el trabajador rural, que se sienten desprotegidos por los efectos de la globalización, como así también en aquellos sectores políticos conservadores que perciben un retroceso en el rol de los EE.UU., como el “gendarme del mundo”, en una palabra, Trump encarna un Populismo de Derecha que no sólo se dará en los EE.UU., sino que influirá en Europa, donde los movimientos nacionalistas, euroescépticos y algunos xenófobos comienzan a ganar espacios de poder ante la insatisfacción de las políticas de partidos de perfil socialdemócratas.

Más allá de su particular forma de hacer política, tanto interna como internacional, Donald Trump logra algunos éxitos, que se traducen en los primeros dos años de su administración, en un crecimiento económico, en el descenso del desempleo, en particular por la repatriación de industrias, en una agresiva política exterior como ser el retiro del Acuerdo Nuclear con Irán, el aumento de sanciones económicas no sólo al régimen de los ayatollah, sino también respecto a Rusia y el enfrentamiento con China, tanto en el plano del comercio global, como en el que es más importante, en el desarrollo de tecnología de punta y la utilización estratégica del espacio exterior, sin que olvidemos su influencia en los procesos de paz en el Oriente Medio, su particular relación con el régimen norcoreano, su acertada postura ante la dictadura venezolana de Nicolás Maduro, quién personifica la otra cara del Populismo, el de izquierda, con sus nefasta políticas tanto en Venezuela como lo que proyecta al resto de América Latina, y no dejemos de señalar una relación con el Méjico de Andrés Manuel López Obrador, mejor de lo esperada.

Si el partido Republicano está representado por un elefante, con cierta ironía podría decir que Donald Trump y su manera de gestionar, fue como la de un elefante suelto en un bazar.

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Ahora pasemos, a analizar lo que ha sucedido en el partido Demócrata, tal como lo señalé, desde la década de los 30 del siglo pasado, se lo ha identificado con un perfil de centro izquierda, y no es casual que coincida con aquel período de la historia mundial, pues es cuando se consolidan los regímenes fascionazistas, es precisamente, con la llegada al poder de Hitler en Alemania, cuando las principales figuras de la Escuela de Frankfurt emigran, algunos a Gran Bretaña, Suiza, y otros a los EE.UU.

Tal es el caso de Mark Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcus, Eric Fromm o Leo Lowenthal, el último en salir de la Alemania nazi, pues terminó de organizar la emigración del Instituto de Investigación Social a New York, y ellos son, quienes en su residencia en los EE.

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UU., desarrollaron sus teorías sociales y críticas políticas, desde una visión no ortodoxa de la izquierda, en las principales universidades estadounidenses, incluso, algunos miembros de la 2da. generación de la Escuela de Frankfurt, ejercieron sus labores catedráticas en los EE.UU., por ejemplo Jurgen Habermas, con su investigación en los campos de la filosofía política, la ética, el lenguaje y la teoría del Derecho, sin olvidar figuras vinculadas a esta corriente y con gran influencia entre los intelectuales estadounidenses, como la feminista Judith Butler o el mismo Michel Foucault o la filosofa y teórica política Hannah Arendt, así se explica que la mayoría de los intelectuales, artistas y que en los principales centros urbanos de los EE.UU., se identifiquen con el partido Demócrata.

Ahora bien, si el socialismo fracasó en Europa, en los EE.UU., se dará el caso inverso, y a partir de una minoría de izquierda dentro del partido Demócrata comienzan a proponer algo nuevo, algo que es revolucionario o más radical dentro de la clásica oferta del partido, más vinculado a la visión y al discurso de Bernnie Sanders y más a la izquierda que el propio Barack Obama o Hillary Clinton, y es así que figuras como la senadora Elizabeth Warren, Kamala Harris y la joven representante de New York, Alexandría Ocasio Cortez, van asumiendo más peso en el panorama demócrata, a punto tal, que en las primarias del partido se decanta la fórmula presidenciable, como presidente, un representante del sector centrista, Joe Biden, vice de Barack Obama y con una larga y respetada trayectoria política y Kamala Harris, que representa al sector más izquierdista del partido, una afroamericana con una exitosa carrera judicial y con llegada a estudiantes y profesionales que se identifican con un discurso políticamente correcto.

Si el elefante representa al partido Republicano, es el burro el animal que representa al Demócrata, y también con cierta ironía y con algo de visión maquiavélica, diría que Biden es el “Burro de Troya”, que como el mítico caballo escondió a los griegos para luego tomar Troya, Biden es el medio que esa insipiente y cada vez más fuerte izquierda del partido Demócrata, tome el poder, pues tengamos en cuenta, que prácticamente desde el Siglo XX a la actualidad, con algunas excepciones, los presidentes en EE.UU. asumieron por dos períodos, y es por esto que me asaltan algunos interrogantes, por ejemplo, ¿ porqué elegir a un político prácticamente octogenario que difícilmente pueda reeditar un 2do. período? ¿ porqué los medios de comunicación y redes sociales, que en su mayoría se identificaron con los demócratas, por un lado no se cansaron en atacar a Donald Trump, incluso hasta llegar a una increíble censura, como sucedió días pasados cuando el presidente en ejercicio denunciaba un supuesto fraude electoral y por otro, hicieron “mutis por el foro” sobre el caso de corrupción que involucra al hijo de Biden en relación al affaire ucraniano? o ¿ porque en cierta forma fueron cómplices en ocultar las ausencias o incoherencias de Biden en oportunidad de algunas entrevistas, pues podría generar temores por su real condición de salud para ejercer la presidencia de la primera potencia mundial?, quizás porque no había otra figura dentro del partido Demócrata que reuniera una larga y poca cuestionada trayectoria y que no fuera tan revolucionaria, tan de izquierda, que provocara algún rechazo popular, pero ahora, una vez logrado el objetivo, Joe Biden presidente electo, quien obtuvo el caudal de votos más alto de la historia de los EE.UU., tanto el affaire de Biden hijo, como sus posibles y probables problemas de salud, lo lleven en el futuro a renunciar y de esta manera, Kamala Harris no sólo sería la primer presidente mujer, sino que ese núcleo duro y radical de la izquierda demócrata, logre el poder, en fin, todo esta por escribirse y quizás lo mío sea sólo un desvarío intelectual, pero de lo que si estoy seguro es que la agenda internacional de la política exterior estadounidense sufrirá cambios, algunos moderados o paulatinos y otros no, como ser una diferente actitud de Washington sobre la cuestión israelí palestina, una retoma de conversaciones con Irán en relación a su desarrollo nuclear, dos problemáticas de importancia geopolítica para Israel, valgan estos ejemplos, pero lo que si es seguro, que ahora comienza escribirse un nuevo capitulo de la compleja coexistencia en esta, nuestra Aldea Global.

*Luis Fuensalida es especialista en asuntos internacionales. Fue Comisario Inspector y Jefe de Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina.

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