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Israel cierra los colegios al dispararse los contagios en vísperas del confinamiento general

“Puede que no tengamos una tercera oportunidad”. En su mensaje por el Año Nuevo judío, el presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, ha pedido perdón a los ciudadanos ante el fracaso de las autoridades en la gestión de la pandemia de coronavirus, poco antes de que entren en un segundo confinamiento general a partir del viernes. Todos los centros educativos (salvo los de educación especial) han cerrado sus puertas este jueves tras dispararse los contagios, que por primera vez han roto la barrera de los 6.000 casos diarios en un país de 9,25 millones de habitantes.

El Estado judío ha perdido el control sobre la plaga. Solo en Jerusalem, el número reproductivo R que refleja el crecimiento de los contagios ha pasado de 1,3 a 1,7 en menos de una semana (entre los pasados días 9 y 14), siendo 1 el valor que refleja el listón de control sobre la pandemia. En su mensaje a la nación la de la noche del miércoles, el presidente Rivlin ha reconocido que los dirigentes israelíes “no han hecho lo suficiente para ganarse la confianza de los ciudadanos y les han decepcionado”. “El país se ve ahora forzado a pagar otra vez un alto precio”, enfatizó el veterano mandatario conservador.

La anticipada clausura de los colegios ha sido ordenada por los responsables sanitarios después de la acelerada escalada de 4.000 casos diarios verificados a más de 6.000 en poco más de una semana, con más de 55.000 pruebas al día (un 11,5% de positivos sobre las PCR realizadas). La reapertura presencial y masiva del sistema educativo, incluido el religioso, es considerada por los expertos sanitarios como principal causa del auge exponencial de los contagios. Mientras el coordinador nacional de la lucha contra la pandemia, el médico especialista en salud pública Ronni Gamzu, recomendó que los alumnos de mayor edad no se incorporaran a clase, el ministro de Educación, Yoav Gallant, impuso la apertura de todas las aulas el 1 de septiembre.

El modelo de confinamientos parciales propuesto por Gamzu, con restricciones focalizadas en las ciudades o distritos con mayor porcentaje de infecciones, no ha servido para contener la propagación del virus. Las 40 poblaciones y barriadas de “nivel rojo” que quedaron aisladas hace una semana se han convertido ahora en más de 80. En ellas habitan unos cuatro millones de personas. La otra mitad de la población vive en zonas señaladas en “amarillo” (nivel de contagio medio) y solo un 3% de los israelíes se hallan a salvo en áreas “verdes”, según han revelado fuentes del Ministerio de Sanidad al diario Haaretz.

1.165 muertes registradas desde marzo
Pese a la avalancha de nuevos positivos de covid-19, Israel apenas ha registrado 1.165 muertes a causa del coronavirus desde marzo. Los 45.000 casos ahora activos corresponden en su gran mayoría a menores de 65 años y asintomáticos, pero los 550 pacientes graves ingresados ha hecho sonar las alarmas en los hospitales. Se concentran en los centros sanitarios del norte, con un alto porcentaje de residentes árabes de nacionalidad israelí, y Jerusalem, donde más de un tercio de sus vecinos son ultraortodoxos.

El hospital Ramban de Haifa, la gran urbe portuaria septentrional, va a reabrir la planta búnker subterránea que se utiliza en caso de guerra para dar cabida a los ingresos por coronovairus. Casi la mitad de las 110 áreas de medicina interna del sistema sanitarios se han reconvertido en zonas de atención exclusiva a pacientes con covid-19. Ante la saturación de sus servicios, hospitales del norte y de Jerusalem han tenido que derivar ingresos a centros del área metropolitana de Tel Aviv. La reapertura de yeshivot (escuelas rabínicas) y la permanencia de los baños rituales judaicos, así como las multitudinarias bodas judías e islámicas han redoblado las oportunidades para el contagio.

Los israelíes se muestran en general descontentos con la gestión de los poderes públicos sobre las crisis sanitarias y económica derivadas de la pandemia. La irritación ciudadana roza en algunos colectivos la desobediencia civil, a la vista de los incesantes cambios de criterio de las autoridades y de las exenciones arbitradas en favor de los ultrarreligiosos, cuyos partidos políticos sostienen el Gobierno de coalición del primer ministro Benjamín Netanyahu.

Las restricciones que entran en vigor a las 14.00 del viernes (13.00 hora peninsular española), en el inicio del sabbat y las festividades de Año Nuevo judío, parecen algo más laxas que las impuestas en marzo y abril. Los ciudadanos podrán alejarse hasta 500 metros de sus casas –en lugar de 100, como en primavera–, y estarán autorizados a rebasar ese límite para trabajar, realizar compras esenciales, recibir asistencia médica o hacer deporte (incluso en la playa o en el campo) También tendrán derecho a asistir a manifestaciones políticas (aunque no se han fijado las condiciones) y asistir a ceremonias religiosas (con control de aforo y distancia), entre otras excepciones a la regla. Como norma, solo se podrán reunir 10 personas en lugares cerrados y 20 en espacios abiertos.

Todo apunta a que Israel se verá forzado a prorrogar y endurecer el reconfinamiento más allá del 11 de octubre. Como ya ha adelantado el viceministro de Sanidad, Yoav Kish, en declaraciones a la radio estatal, “no se espera una inmediata reducción significativa de las infecciones”. El servicio de Inteligencia del Ejército, que diseña los planes de contingencia sobre la pandemia, no prevé una sustancial disminución de los contagios hasta noviembre. Más de 6.000 policías, un millar de soldados y todas las fuerzas del Comando del Frente Interior, equivalente a la Unidad Militar de Emergencias (UME) española, se están desplegando para hacer cumplir las nuevas restricciones generales en el Estado judío.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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