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¿Qué hay detrás de la inversión china en la industria porcina argentina?

Por Sol Reiman

Se estuvo hablando en todos lados durante esta última semana de la propuesta de los chanchos chinos. El jueves Twitter estalló y #NoALasFalsasSoluciones fue número uno en tendencia nacional. ¿Qué es todo esto? ¿Qué opiniones se están contraponiendo? ¿Hay forma de pensar un presente que tenga en cuenta parámetros ambientales, y lleve a un desarrollo económico?

Para empezar vamos a recapitular brevemente cuál es la propuesta que se debate. Un acuerdo que se viene cocinando desde antes de la cuarentena, desde enero. Lo vienen debatiendo sectores agroindustriales privados, por lo cual no hay números oficiales, porque además no es un acuerdo cerrado.

Datos concretos:

Para dentro de seis años, expertos calcularon que el país podría recibir 4800 millones de dólares en inversiones chinas. Para China es ventajoso por un lado, porque acá se puede producir a 0,80 de dólar el kilo, contra dos dólares el kilo en China. 

Es una puerta  más que duplicar la cantidad de madres porcinas que produce el país.

Argumentos a favor:

  • Desarrollo económico. Avanzamos en la industrialización (en vez de vender la soja que alimenta a los cerdos de China, vendemos los cerdos)
  • Ingresan divisas
  • Trabajo

Argumentos en contra: 

  • Antibióticos (sobre uso de antibióticos en las granjas industriales, lleva a una resistencia antibiótica: “en los criaderos industriales, los animales son sometidos a aplicaciones de una cantidad de antibióticos y antivirales para prevenir las enfermedades y engordarlos rápidamente. Por ende, estos centros industriales se convierten en un caldo de cultivo de virus y bacterias resistentes.”
  • Nuevas Pandemias (China: Peste africana porcina – llevó a matar cerdos para eliminarla + Gripe porcina)
  • Forma de producción: Concentración de animales, utilización de agrotóxicos.
  • Expansión del agro negocio: ¿Vamos a seguir desarrollándonos, avanzando sobre los bosques nativos, produciendo con agrotoxicos, como primer país consumidor de glisfosato del mundo?

Podemos pensar una nueva forma de desarrollo, que se apoye en comunidades locales, que considere la soberanía alimentaria. Suena utópico pero no por eso hay que bajar los brazos, de hecho, el revuelo que se armó en la semana nos muestra que evidentemente ya no aceptamos esta forma de hacer las cosas.

Autorizada la reproducción por Radio Jai citando la fuente.

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