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Fatigados por el zoom

Como toda tecnología cuyo uso deslumbra al inicio, importa prestar atención a las limitaciones o perjuicios que se van detectando por su uso. Lo hacen Libby Sander y Oliver Bauman en TEDTECH “Zoom fatigue is real — here’s why video calls are so draining”.

Sostienen que estas videocomunicaciones prolongadas agotan porque demandan un mayor esfuerzo emocional (para parecer interesados y empáticos) y de concentración (en ausencia de señales no verbales, demanda un contacto visual continuo y enfocarse en las palabras para inferir las emociones asociadas). Además, en contacto presencial nuestro inconsciente ayuda al consciente a “captar al otro”, como su lenguaje corporal por ejemplo. Sumemos el efecto tensional que produce ver nuestras propias caras como en un espejo continuo, con expresiones faciales que pueden parecer indiferentes, aburridas o de ira.

Los intercambios no formales agradables y cómodos propios de una oficina o centro de estudios, usualmente tranquilizan y ayudan a construir relaciones, permiten comunicar actitudes y sentimientos que influyen en los comportamientos, percepciones y decisiones de las personas. Su ausencia es estresante, sumada a la ansiedad respecto a la posibilidad de que alguien pase por la pantalla que distraiga o nos indisponga frente a los interlocutores o la imposibilidad de caminar durante las llamadas por Zoom.

El entorno físico que sirve como un andamiaje cognitivo desaparece, ya que habitualmente atribuimos ciertos significados a los espacios de reuniones, lo cual cambia sutilmente nuestro comportamiento, impactando en nuestra espontaneidad, creatividad, tensión y/o distensión.

Por último, en la vida real los silencios juegan un rol comunicador distinto que en el zoom, donde un ligero retraso en responder en línea produce la sensación de desconexión o disposición no amigable con el interlocutor. Si agregamos a eso la frustración con las personas que encienden y apagan sus micrófonos o videos, las conexiones rezagadas, el congelamiento de imágenes y el ruido de fondo, todo ello hace menos fluidas las reuniones y por lo tanto más tensas y agotadoras.

¿A quién beneficia todo esto? A quienes la presencia física o las actitudes de otros asistentes incomoda, y a quienes les gusta ir directo al punto, argumentar, mostrar sus presentaciones sin toda la charla paralela usual en otros espacios.

Para quienes tienen muchas reuniones de Zoom al día puede ayudar buscar opciones alternativas como usar mensajes y correos electrónicos, y a veces charlar por teléfono sin tener que verse, de modo que se concentren solo en la voz y además puedan caminar mientras hablan, lo que a algunos contribuye a relajarlos y pensar con más claridad.

Por León Trahtemberg.

Reproducción autorizada por Radio Jai citando la fuente.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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